V|Paquetes, Recuerdos y Abrazos.

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Marzo 10, 2014.

Hoy es lunes 10 de marzo del 2014 y son exactamente las 6 de la mañana, Madison y yo estamos en pijama, con sobres y paquetes en mano. Ya sabemos que mamá nos reprochará por habernos molestado comprando un regalo, pero olvidará todo cuando lea la carta de Mad—ella es mejor con las letras que yo—.

Caminamos en silencio hasta su habitación —o eso intentamos— y la encontramos de rodillas, con la única compañía de sus susurros de oración.

Nosotras fuimos criadas en un ambiente cristiano, yo desde los tres años, Mad nació en él; ambas hemos tomado nuestros propios caminos una vez que crecimos, pero sé que tarde o temprano volveremos. Papá en un principio no era cristiano, pero dos años antes de morir decidió dar ese paso.

—Ma'—susurra Madison, quedito.

Ella nos da una mirada cansada, pero cambia inmediatamente cuando ve nuestras manos.

—Feliz cumpleaños—decimos al unísono.

—Ay mis bebés—se pone de pie y camina hacia nosotras con los brazos abiertos—, ya saben que no tienen que hacer eso por mí, con ustedes es suficiente—nos da una gran sonrisa.

—Sabes que no haremos eso—le digo—. Ahora, abre los regalos—le insto.

Ella toma el primero el paquete, y con su inexistente paciencia rasga el bonito papel de envoltura.

—¡Mamá, ese era un bonito papel! —Madison pretendía usarlo.

Hace caso omiso a su queja y sigue destapando su regalo hasta llegar a él:

Es un vestido que nos mostró hace un tiempo en una tienda, quedó flechada con él, porque según ella, tenía todo lo que le gustaba: el color verde, las flores... No pudo comprarlo debido a que no teníamos presupuesto, así que Mad y yo fuimos testigo de su aflicción—que intentó disimular, pero no salió tan bien—.

 No pudo comprarlo debido a que no teníamos presupuesto, así que Mad y yo fuimos testigo de su aflicción—que intentó disimular, pero no salió tan bien—

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Ahora somos testigo de su emoción. Sus ojos se cristalizan y no puede borrar la sonrisa de sus labios.

—¿Cómo...? —jadea—Es magnífico, gracias hijas, de verdad, muchas gracias—vuelve a envolvernos en sus brazos.

Luego de unos segundos derrochando amor, nuestra progenitora coloca el vestido en su cama y toma el sobre—Veamos...—al abrirlo se topa con dos hojas tintadas con letras—Espero que no estén intentando hacerme llorar—bromea, antes de empezar a leer:

"Querida madre.

En primer lugar, queremos desearte el mejor de tus cumpleaños, esperamos que lo pases feliz y agradecida, que el día termine sin tragedias y con una sola palabra en tu mente: gracias.

Gracias por ser una madre tan única, tan entregada, tan esforzada, no sabes lo mucho que valoramos que no te hayas rendido con nosotras; sabemos que no es fácil pasar la mayor parte de tu vida en hospitales y la otra parte de ella en los trabajos, y valoramos eso, valoramos muchísimo eso.

Amelie|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora