XLI|Respirar.

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Febrero 18, 2016.

La doctora Clarke mira una y otra vez los estudios, aterrándome más de lo que ya estaba.

—Dígalo, si saber que tengo una bomba de tiempo sin reparo en mi pecho no me mató, nada lo hará.

Mentirosa. Soy una vil mentirosa.

Ella les da una hojeada una vez más a los estudios y los deja en su escritorio antes de hablar.

—No quiero lanzarte un diagnóstico sin estar segura, sobre todo porque no soy gastroenteróloga, pero creo que tienes gastritis aguda.

Oh.

»La gastritis puede ser la consecuencia de muchas cosas, pero creo que ambas sabemos bien cuál fue la causa de la tuya. Te referiré a un gastroenterólogo para que revise bien tu caso y decida que hacer contigo.

Ella me devuelve los estudios junto a varias hojas de su recetario.

»Reserva una cita cuanto antes, no pierdas tiempo.

—De acuerdo—musito, mientras me pongo de pie.

No decimos más nada, así que salgo del consultorio y voy directo a reservar mi cita con el gastroenterólogo.

Febrero 29, 2016.

Arrastro mis pies sobre el pavimento hasta llegar a mi casa, que extrañamente tiene la puerta abierta.

Puedo escuchar los movimientos de mi progenitora en la cocina y me dirijo allí, no sin antes dejar el papelerío en el sofá más cercano.

—¿Cómo te fue?—me pregunta ella, aunque no me ha visto. Y gracias a Dios que no lo hace.

Aunque no me ve, ya que está de espaldas a mí, me encojo de hombros, intentando restarle importancia a lo que diré—Tengo gastritis aguda y el colesterol bajo... Muy bajo, extremadamente bajo.

—¿Cómo?

¿Cómo que Cómo?

La miro con cara de ¡¿WTF?! Antes de contestarle.

—Normal, solo pasó—me vuelvo a encoger de hombros—. Iré la próxima semana al gastroenterólogo y al nutricionista para saber qué pasará... Aunque ya me hago una idea.

Pastillas, más pastillas y más, por si acaso.

—Entonces debemos posponer la cirugía de Madison.

—No—zanjo.

Madison al final salió con los mimos problemas de amigdalitis que yo y después de insistir mucho los doctores accedieron a operar. La insistencia fue mucha, no podemos tirar esos esfuerzos a la basura.

—No te estoy preguntando, Amelie. La pospondré y punto.

—No tienes que hacer eso por mí, mujer, solo iré un par de veces más al médico.

—¿Y qué crees que te indicarán los médicos, bastones de caramelo?—me pregunta, con ambas cejas arqueadas.

Cierto, eso.

—¿Y si no son muy caras?

—¿Y si sí?

—Bien, como quieras—resoplo.

Salgo de la cocina, sin ánimos de seguir con esta aburrida conversación.

[...]

Veo mi teléfono sonar una y otra vez hasta que la llamada se cae. Es la sexta videollamada perdida que tengo de Peter hoy.

No quiero contestarle porque sé que me quebraré, es solo cuestión de tiempo para que la fina barrera que me impide perder la cordura se rompa.

Amelie|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora