XXXVII|Ring de Boxeo.

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Noviembre 11, 2015.


Querido Peter...

De acuerdo, eso se lee muy ridículo, así que vayamos directo al punto.

Tenías razón, en absolutamente todo. Mis amigos resultaron no ser muy amigos, mi exnovio es un imbécil, además de irresponsable, arruiné mi vida, perdí un cuatrimestre en la universidad, la oportunidad de ser madre y mi autoestima en un lapso de tiempo tan corto que parece irreal. En resumen, soy un asco y esa chica segura y positiva que dejaste la última vez que nos vimos, ya no existe, ahora solo queda un cuerpo sin vida que pelea con su hermana menor y se ofende cuando le dicen la verdad. Estoy sola, con solo dos amigas a las cuales tengo hartas por llamarlas a las tres AM, llorando por mi pequeño bebé, el cual solo vivió una semana.

Estoy hecha pedazos, mi vida carece de sentido y siento un enorme vacío en mi pecho, uno que ni mi enorme corazón puede llenar. Es decir ¡Cumplí veintidós años y no canté 22 de Taylor Swift! ¡Y lo planeé desde hace años! La cosa en serio es grave. Por favor, perdóname, por ser una perra hormonal estúpida y sin corazón, perdóname por herirte cuando tú solo querías protegerme... Perdóname por no escucharte, perdóname por dejar que mi orgullo me dominara y perdóname por no despedirme de ti.

Te extraño, como no tienes idea. Te extraño con cada poro de mi piel, extraño ir juntos a nuestro lugar, extraño oír tu voz, tu risa... Extraño todo de ti.

No tengo mucho amor para dar, creo que se lo di todo a mi pequeño el día en que me despedí de él, pero puedo darte lo que queda y no te pido que a cambio me des tu amor, me conformo con un simple "Te perdono" o tu amistad, aunque no sea igual que antes.

Espero que te esté yendo mejor que a mí (en verdad lo espero, mi vida es un infierno).

Te amo.

Es la centésima vez—y contando— que leo este mensaje y nada.

Ni siquiera el visto.

—¿Será que ya no usa su Instagram?—le pregunto a Mad por no-sé-qué-número vez.

—Relájate, mujer, ya hiciste todo lo que pudiste. Si él no te contesta es (y me duele admitirlo, porque lo amo) un imbécil.

Estábamos en las afueras de la casa, sentadas debajo de un inmenso árbol.

—Empiezo a creer que lo amas más que yo.

—No lo creas, dalo por hecho.

Vaya.

—Pues... ¿Gracias?

—No te lo tomes a mal, nos hiciste mierda a ambos por tu grupo de cuervos.

—Eres muy rencorosa— me quejo, cruzándome de brazos.

—Es mi segundo nombre—se encoge de hombros.

Con Madison las cosas eran... Extrañas. Unos días todo era risas y alegría y otros éramos dos completas extrañas, eso sin contar la tensión entre ella y mamá, era como si ninguna existiera para la otra. No sabía si solo era orgullo o si en verdad había corazones verdaderamente heridos aquí, pero una de las dos no tenía la razón y no quería admitirlo.

»¿Te das cuenta que te pasas todo el día aquí sola? Hermana, caíste profundo.

—¿Desayunaste payaso o qué?—le pregunto, hundiendo mis cejas—¿No me torturaste bastante?

—¿Bromeas? No te he torturado ni un quince por ciento.

Iba a quejarme, pero una notificación nos silenció a ambas.

Amelie|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora