LILITH | SUPERNATURAL (THE DIRECTOR'S CUT) [ ✓ ]

━━ 07. discontrol

CAPÍTULO SIETE
❝ DESCONTROL ❞

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                    AL MEDIODÍA LOS HERMANOS LA LLEVARON A LA CASA DE BOBBY SINGER. Lilith había empacado una maleta con todo lo necesario para pasar el resto de las vacaciones de verano. A pesar de no haber pactado una fecha límite, supuso que no la volverían a dejar sola hasta que se esclareciera el asunto de las brujas y los demonios.

      No eran las primeras vacaciones en el deshuesadero. A medida que arrastraba la maleta por el sendero de tierra entre los coches recordaba viejos momentos pasados junto a Sam y Dean cuando era niña. Los sentimientos que estaban floreciendo como consecuencia de agradables recuerdos no coincidían con el ánimo reflejado en su rostro: quedarse en casa de Bobby era una aventura. Normalmente su madre tenía que realizar un viaje de trabajo y, como no confiaba en ninguna niñera —Lilith se había encargado de eso—, decidía dejarla al cuidado del cazador. Si ya era divertido quedarse sola, era aún mejor cuando también estaban los hermanos. Jugaba todo el día con Sam, armaban refugios con chapas y maderas en dónde Dean tenía prohibido ingresar porque en ese entonces los dejaba de lado por las chicas y la televisión. De pronto recordó como una noche Dean había prometido unirse en la cena de aniversario, pero los terminó plantando por irse al cine con una chica. Se enojaron tanto que disfrutaron de una pizza entera burlándose de él y diciendo cosas muy groseras. El enojo les había durado toda la semana: no le dirigían la palabra, lo ignoraban y hacían como si no existiera; solo lo perdonaron cuando Dean trajo un libro de dinosaurios para Sam y a Lilith una rosa con chocolates, que luego compartió con Sam mientras leía datos asombrosos sobre los dinosaurios. Lilith lamentó perder esa emoción inocente, daría todo por volver a esa época.

      Dio tres golpes en la puerta y segundos después se abrió dejando ver al gruñón cazador. Bobby la estrechó entre sus brazos, y sin importar el paso del tiempo, siempre se preguntaba si así se sentía ser abrazada por un padre.

      —¿Cómo estás niña? ¿Y los muchachos? —preguntó asomando la cabeza por detrás de sus hombros y, cuando se dio cuenta que no había nadie más, hizo una mueca de tristeza casi imperceptible—. Deja tu maleta en tu habitación. Hay un poco de café hecho por si quieres, creo que necesitas recalentarlo.