Remus

3.1K 341 101
                                    

No supo cuánto tiempo estuvo sentado en el suelo del baño antes de escuchar que alguien tocaba la puerta de su despacho, aun sintiendo demasiadas emociones se obligó a pararse. Su cabeza ardía y veía borroso su propio reflejo cuando paró para mirarse al espejo, se pasó el brazo por los ojos en un intento de deshacer las lágrimas y luego se impulsó hacia delante.
— ¿Remus? — La voz de Bill Weasley se escuchó amortiguada, apenas pudo ver su pelo rojo al entrar a su oficina y forzar una sonrisa, antes de que todo diera vueltas y lo único que pudo distinguir fue al chico correr hacia él para evitar que se cayera, cerró los ojos tratando de decir que solo necesitaba un momento pero nada salió de sus labios y pronto el sueño lo venció.
Cuando se despertó se sintió abrumado por los aromas, gimió por lo bajo por el dolor sintiendo su piel arder y trató de moverse, la luz quemaba sus ojos y tuvo que parpadear varias veces sabiendo que las paredes blancas borrosas que veía debían ser de San Mugo. Todo volvió a oleadas igual que las náuseas y la desesperación, trató de levantarse pero notó que no tenía la suficiente fuerza como para erguirse, dejó escapar otro chillido lastimero y volvió a cerrar los ojos, deseando volver a dormir.
La segunda vez que despertó podía sentir un fuerte dolor en su nuca y cansancio, pero la fiebre y las náuseas se habían ido. Aspiró ligeramente notando que recientemente el cachorro y Sirius habían estado ahí, alguien había dejado algo con aroma a chocolate y jazmines. Se preguntó cuánto tiempo había pasado y se llevó una mano a la cara sintiéndose más feliz al notar que le obedecía, podía escuchar leves murmullos fuera  de la habitación y se concentró pese al dolor para saber lo que decían.
—Creo que en un par de días estará bien, las pociones para contrarrestar los efectos secundarios han funcionado bien en él. — No reconoció la voz y supuso que era de un medimago, pudo escuchar como la puerta se abría y un aroma conocido casi lo golpeó haciendo que su dolor de cabeza aumentara pero le hizo recordar porque estaba en esta situación. Abrió los ojos mirando al pocionista que lo miraba seriamente sin acercarse a la camilla.
— ¿Cómo está él? — Preguntó, su voz sonó ronca por la falta de uso y se sintió sediento, pero mantuvo su mirada sobre el rostro del ex espía. Severus suspiró e hizo una pequeña mueca de desdén.
—Ya no es tu omega, no tienes que cuidarlo. — Respondió fríamente, el recordatorio hizo al lobo llorar en su interior pero trató de sacar la angustia. Se forzó a sentarse cambiando el dolor emocional por el físico, aferrándose a los costados de la camilla antes de lograr su cometido. —Concéntrate en cuidar de ti mismo, Lupin. — Lo regañó.
—Eso es lo que hago, por algo es que estoy aquí. — Llevó su mano hacia su nuca cerrando los ojos con fuerza al sentir el dolor palpitar, podía aun sentir el vínculo roto como un lazo cortado que seguía sangrando, que derramaba tristeza en su interior. —Pero por ello también quiero saber como está. — La sensación había sido horrible y ni siquiera sabía cuantos días había estado internado, esa información  no le interesaba por el momento.
Severus resopló.
—Pudo haberlos matado por hacer esta tontería. — Notó la furia en cada palabra del Slytherin y parpadeó, trató de sentir ese mismo enojo pero solo podía sentir resignación.
— ¿Cómo está él? — Repitió sintiéndose ansioso, la punta de sus dedos cosquilleaba y podía sentir su propia magia acumulándose en su cuello como tratando de reparar el enlace aunque todo fuera en vano.
—No lo he visto, no ha querido verme. Está de nuevo en Malfoy Manor. — No hubo ningún cambio en su expresión pero por su aroma Remus supo que estaba preocupado y desesperado.
—Su hogar. — Las palabras salieron demasiado amargas así que prefirió mirar sus manos al sentir de nuevo el nudo en la garganta.
—Estará bien, absorbiste la mayoría de los efectos secundarios para ti mismo en un intento desesperado de evitarle dolor. Incluso tu magia es tan considerada, Lupin. — No sonó como un cumplido en lo absoluto, es más, Severus parecía estarlo regañando por ese hecho pero él no pudo evitar sentirse aliviado. Esperaba que estuviera bien.
— ¿Cuánto tiempo estuve aquí? ¿Qué haces tú aquí? — No pudo evitar preguntar sabiendo que no obtendría más información del patriarca de él, tal vez luego con Draco…
—Siete días y fue mi poción la que causó estos efectos, debía arreglarlo. Pero si hubieran seguido mis indicaciones…— Snape apretó los puños pero Remus pudo ver algo de culpa en él pero prefirió desviar su vista hacia la pequeña mesa a su lado, sintiéndose mareado al moverse así por lo que se quedó quieto unos segundos. Alzó su mano acariciando el jazmín y sonrió ligeramente ante las tarjetas de recuperación, cuando volvió su mirada a la puerta su ex colega ya no estaba.
Tuvo que mantenerse quieto cuando los medimagos entraron, dejó que lo revisaran y notó casi con pánico que no traía el brazalete pero trató de empujar esa pregunta para luego.
Varias horas después lo dejaron levantarse, él solo se movió hacia el banco que estaba debajo de la ventana para poder mirar hacia afuera sintiendo la nostalgia y tristeza invadirlo.
Sabía que Lucius correría tarde o temprano pero eso no evitaba que hubiera deseado que se quedara.
Cuando Sirius entró no se volteó a verlo tensándose un poco esperando que lo regañara o le gritara pero su amigo solo movió una silla para sentarse a unos metros de él y se quedó callado. Remus no pudo evitar sonreír un poco ante eso mientras seguía observando hacia la vista encantada para que se viera como una pradera.
— ¿Ahora que harás? — La pregunta se Sirius no le sorprendió, observó el lugar donde debería estar el brazalete y acarició su muñeca con los dedos de su otra mano.
—Esperar a que vuelva. — Sonrió un poco sin atreverse a mirar a la cara de su amigo.
— ¿Y si no vuelve? — Sirius sonó preocupado, pero no lo llamó estúpido y ni siquiera pareció frustrado.
—Él volverá, Sirius. — Habló con más convencimiento del que sentía.
A pesar de que el lobo estaba desconsolado él se aferraba a esa frase.
Miró de reojo a Sirius quien se movió para sentarse a su lado y apoyó una mano en su hombro, llevó su propia mano hacia la de su amigo y la apoyó sobre la de él, aceptando el consuelo mudo. Sintió de nuevo el nudo en la garganta y desvío su mirada una vez más tratando de deshacerse de esa sensación.
Tres días después fue dado de alta y volvió a su casa, entró por la puerta con mucho cuidado como que si no estuviera seguro de que podría encontrarse ahí. Miró la sala y luego caminó a la cocina, todo estaba limpio y ordenado, pero eso mismo había quitado la presencia del omega en su hogar. Pasó por el sillón y se detuvo apoyando una mano en su respaldo observando hacia el televisor apagado, no pudo evitar la punzada y miró hacia los cojines.
Estaba bien, estaría bien. Él sabía que se iría, cuando había tirado la moneda sobre el ministerio supo que solo había dos caminos pero aun así sentía que debió haberle pedido que se quedara.
¿Hubiera hecho alguna diferencia?
Lo había notado asustado y alterado pero creyó que tenía tiempo, realmente creyó que esperar unas horas para calmar las aguas era posible pero no debió haberse hecho esperanzas. Estaba hablando de Lucius Malfoy.
Dio algunos pasos cortos hacia la puerta del despacho de Lucius y dudó, tocó la puerta por costumbre y eso solo le dolió, empujó la puerta notando que estaba exactamente igual a como estaba antes que el patriarca hiciera sus cambios, como que si esos meses no hubieran pasado. Tapó el brazalete con su otra mano y sintió de nuevo esa sensación arañar su pecho por lo que dio un paso para atrás sin entrar más, respirando profundo para evitar que las lágrimas empañaran sus ojos.
Por Merlín, todo estaría bien.
Él iba a regresar y aunque no lo hiciera, aun podrían encontrarse en la boda de los muchachos. Iban a tener que hablar en algún momento y lo harían, aunque terminaran llevándose peor que en el principio ambos necesitaban ese cierre a nivel emocional e instintivo.
Subió las escaleras y entró a la habitación que compartían, las sabanas estaban limpias quitando cualquier rastro del aroma del que alguna vez había sido su compañero y la habitación había sido ventilada, abrió los armarios encontrándoselos como eran en un principio, incluso los elfos se habían dado la tarea de acomodar su ropa como que si nunca hubieran compartido el armario.
Sabía que Lucius se asustaría, sabía que en cuanto se diera cuenta correría.
Había sido más paciente, tratando de entender al patriarca y de crear un lazo, al principio con la esperanza de que cuando todo terminara pudieran ser amigos o que Lucius se encariñara en algún grado con él para al menos dignarse a saludar cuando se cruzaran, pero después todo había ido más allá y lo dejó, no luchó con la atracción una vez que la tregua comenzó, no luchó con los sentimientos que había contenido ni con él deseo ni con el anhelo.
En un inicio creyó que lo único que podrían ser eran amigos incomodos, ponía demasiado de su parte y Lucius realmente prefería no poner nada de la suya. Pero luego empezaron a encajar de una manera extraña y se encontró deseando pasar más tiempo con él y no lo contuvo, ni contuvo los acercamientos o lo que desencadenaban.
Cuando viajaron le dejó completamente claro sus sentimientos… y también los del patriarca.
Se preguntó qué haría Lucius ahora ¿Correría a los brazos de otra persona en un intento de olvidar? ¿Ignoraría todo y lo trataría como algo que simplemente no pasó? ¿Borraría los recuerdos? ¿Cuánto tardarían ambas mordidas físicas en desaparecer?
Agitó la cabeza tratando de no pensar. Normalmente se empujaría a seguirlo pero esta vez no, Lucius necesitaba analizar lo que sentía y lo que estaba dispuesto a hacer, debía ser decisión del rubio si volvía o no.
Le había demostrado que podía hacerlo feliz, que podían adaptarse si querían y que si ambos cedían un poco, ambos podían quedar contentos con el resultado.
Se sorprendió al escuchar que alguien tocaba la puerta y dejó la almohada que había agarrado mientras pensaba, bajó rápidamente deteniéndose en frente de la puerta sonriendo ligeramente al reconocer ambos aromas. La parejita estaba ahí.
Abrió la puerta sonriéndoles, Harry levantó sus brazos que tenían colgados bolsas con lo que presuponía que era comida.
— ¡Venimos a comer contigo! — Sonrió el cachorro con felicidad, notó como Draco sonreía con algo de nerviosismo antes de mirarlo con culpabilidad.
—Si quieres. — Nunca había visto al heredero Malfoy tímido o avergonzado así que esa actitud lo hizo sorprenderse.
—Por supuesto, ambos son bienvenidos. — Se hizo a un lado para que la pareja pasara antes de cerrar la puerta tras ellos. Harry se dirigió directamente a la mesa y empezó a sacar cajas de comidas que seguramente seguían calientes mediante hechizos.
—Puedes tomarlo como una comida de disculpa, es lo único que tendrás así que tómalo o déjalo. — Draco habló y aunque trató de ser duro Remus notó algo de duda en su tono.
— ¿Por qué? — Lo que había pasado entre Lucius y él no había sido culpa de nadie, le sorprendía que el cachorro se sintiera culpable por algo.
—Mi padre casi te mata sin avisarte. — El omega desvío la mirada cruzando los brazos observando hacia su alfa quien seguía peleando contra las bolsas.
— No tienes por qué disculparte ¿Tu padre cómo está? — Preguntó tratando de parecer calmado, no había visto de nuevo a Severus y esperaba que el joven tuviera más información de que le ocurría.
—Nos sacó de las protecciones a mamá y a mí, no respondió ninguna de nuestras cartas ni nuestros intentos de entrar. — Draco suspiró mientras se sentaba al lado de Harry, Remus se sentó frente a ambos asintiendo ante la información —Mamá dice que cuando se cumplan quince días va a tirar las puerta de Malfoy Manor si es necesario para saber que ocurre. — el rubio sonrió algo de divertido pero Remus podía notar lo preocupado que estaba.
— ¡Y decidimos que el lugar de la boda sería fuera de Gran Bretaña! — Harry se veía decidido a cambiar de tema lo más rápido posible y eso hizo que el licántropo sintiera ternura por el chico. Aunque pareciera lo contrario lo unido que era la pareja le traía cierta calma, le alegraba que Draco hubiera preferido enfrentar todo en vez de escapar a otra dirección, además era agradable no estar solo dada las circunstancias.
— ¿En qué país será? — Preguntó acercándose a la mesada, agarrando las bolsas y sacándolas de ahí.
—Aun no lo sabemos. — Dijeron ambos al mismo tiempo y Remus dejó escapar una risa. Luego cada uno empezó a enumerar los lugares que podrían ser y como eran, al final el merodeador solo sabía que tenían en la mira al menos quince países  y ni se diga de ciudades o lugares.
Sonrió divertido cuando Harry volvió a quejarse de que debían elegir el color de las servilletas y lo poco importante que era esto antes de que Draco lo interrumpiera empezando a decir porque eran necesarias servilletas decentes.
Cuando al rubio le cayó un poco de salsa encima de la túnica se disculpó y se dirigió al baño.
Harry miró casi enseguida a Remus y este le sonrió.
—Lo siento, que todo haya terminado así. — Los hombros del Salvador del mundo mágico cayeron y el licántropo no pudo evitar estirar su mano para revolver su cabello tratando de consolarlo.
—Sabía que el enlace terminaría tarde o temprano, Harry. — Trató de demostrar una tranquilidad que no sentía, aun podía sentir esa sensación dolorosa palpitando en su pecho pero no quería exponerla ni preocupar a los demás con ello. Sobre todo no a los chicos que estaban tan alegres eligiendo tantas cosas para su futuro.
—Draco y yo realmente creímos… que podrían funcionar. Pensé que no terminarían. — Los labios de Harry temblaron y se preguntó si los cachorros habían hablado de esto antes de venir a su casa.
—Lucius tiene muchos prejuicios. — Le recordó aunque también lo dijo para sí mismo.
—Pero él se estaba comportando bien contigo. — Se quejó el menor mientras fruncía el ceño.
—Pero en algún momento iba a recordar quien era yo. — Sonrió de lado aunque no lo sintió, sabía que una parte de Lucius no podía manejar lo que tenían por el hecho de todo lo que creía. No olvidaba sus ideales y lo que le habían inculcado, tal vez si él fuera un sangre pura y no una criatura todo hubiera sido más fácil.
Nunca se había sentido mal por su sangre y Lucius había logrado hacer que su parte instintiva se sintiera inseguro aunque trataba de evitar esos pensamientos.
— ¡Si él no puede ver la maravillosa persona que eres entonces es un idiota! — Harry prácticamente se tiró a sus brazos abrazándolo, Remus le devolvió el gesto notando el sollozo algo sorprendido —Y si es capaz de ignorar un sentimiento tan hermoso solo por tonterías de la sangre entonces se merece morirse solo.
No habrá ni una sola persona que haga por él lo que tu hacías, que lo tolere de la manera que lo hacías ¡Que lo comprenda como lo hacías! ¡É-el no…!— Su voz volvió a cortarse por un sollozó y Remus pasó una mano por el cabello del cachorro dejando que este se apoyara en él como que si fuera un niño.
—Harry… Está bien, yo sabía cómo esto iba a terminar. Pero al menos demostró que no todo fue un plan o algo así, que lo que hizo lo hizo porque lo sentía. — Trató de calmarlo murmurando bajo sintiendo la tristeza en el aroma descontrolado del chico.
—Pero que supieras no evita que duela ¿Verdad? — El menor lo soltó de a poco antes de apartarse un poco para mirarlo a los ojos, Remus alzó su mano secándole las lágrimas que habían quedado antes de acomodar sus lentes.
—No, no evita que duela. — Habló de manera suave pero tratando de no empeorar la situación.
— ¡Él te hizo daño! — Reclamó de pronto, la tristeza siendo reemplazada por ira.
—No estoy tan seguro de que él este mucho mejor que yo, Harry. — Sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo pasó, el chico lo tomó secándose las lágrimas que aún quedaban en su rostro.
— ¿Cómo puedes seguir…? Oh. — Se quedó callado, Remus lo miró también y sonrió tristemente. Ninguno de los dos externó sus pensamientos sabiendo lo que continuaba y sabían que sería más doloroso decirlo en voz alta.
—Al menos pude hacer algo con la mancha… deberías conseguir un elfo o algo. — Draco notó la atmosfera melancólica de la habitación y la rompió, caminó hacia las puertas de vidrio que daban al jardín y las abrió para dejar entrar aire pero luego se detuvo abriendo grandes los ojos. Remus se levantó preocupado y caminó hacia él notando que miraba el jardín y las flores y plantas que había acomodado.
El licántropo sonrió, alegre de que los elfos no hubieran vuelto eso a como era antes.
— ¿Hiciste esto… para él? — Creyó ver por un segundo que los ojos grises se empañaban pero Draco enseguida desvió la mirada.
—Vi los jardines de Malfoy Manor y me agradaron, así que en cierta forma sí. — guardó sus manos en sus bolsillos y el menor asintió mirando el suelo antes de girarse y caminar hacia Harry.  — ¿No tenían una prueba de pastel hoy con Narcissa? Deberían apurarse, creo que estaré bien, ya estoy casi sano. — Les recordó, esa había sido la razón por la cual no los esperaba allí tan pronto.
— ¿Seguro? Draco puede ir solo si no…— El alfa menor dudó y Remus miró de reojo a Draco quien solo arqueó una ceja, aunque no parecía estar del todo en contra con que él se quedara.
—Harry, el pastel es algo que deben decidir los dos. — Le recordó el ex profesor.
—Oh… está bien. Creo que podemos aparecernos ¿No? — Harry suspiró algo desanimado pero trató de sonreír, Remus le devolvió el gesto despidiéndose con la mano.
—Sí, pero por separado. Ve tu primero, Potter. — Harry asintió antes de sacar su varita desapareciendo tras un latigazo, Draco miró hacia Remus y suspiró dándole la espalda.
—Gracias por cuidar de él. — Sacó su varita y jugueteo un poco con ella, el licántropo podía notar como los hombros del omega estaban tensos.
—No tienes que agradecerlo. — Sonrió casi con dulzura.
—Si debo, esto pudo haberse convertido en una guerra y no lo hizo. — Draco alzó un poco la voz y la cabeza pero aún no se dignó a mirarlo, Remus no pudo evitar sonreír un poco más pensando que los Malfoy tenían algo con ser sinceros cuando no veían directamente a la persona o cuando tenían los ojos cubiertos.
—Ambos estuvimos de acuerdo que lo mejor era una tregua. — Le recordó, Lucius la había propuesto y habían estado bien con ella, demasiado bien.
—Mi padre es complicado y más explosivo de lo que él quiere admitir. Lo vi interactuar contigo y aunque al principio podían ser desastrosos… terminaste por hacerlo feliz. No importa lo que él diga cuando este enojado o acorralado, lo hiciste feliz estos meses.
Soy su hijo y noté el cambio en él. Además, no regalaría ese tipo de brazalete a alguien que no es importante para él, hombre lobo o no.
Hasta luego, Remus. — Y desapareció.
El licántropo suspiró pasándose la mano por la cara antes de sacar su varita y desaparecer las cajas de comida. Aunque la visita de los chicos había sido agradable pese a los temas volver a estar solo en la casa hizo que el peso volviera a asentarse en él.
Quería buscar al patriarca, tal vez él lo dejaría entrar.
Pero ¿Luego qué? Si lo convencía de volver Lucius en algún momento volvería a entrar en pánico, se sentiría acorralado y correría una vez más. Si no lo dejaba volver por sí mismo entrarían a un círculo vicioso que no terminaría bien.
De todas formas una parte del amor era saber dejarlo ir y si Lucius no podía superar sus propios prejuicios entonces solo quedaba soltar. Iba a ser doloroso y tomaría mucho tiempo, pero había superado enamoramientos y rechazos antes, no moriría aunque su mundo estaría gris por una temporada.
Agitó la cabeza y subió de nuevo a la habitación, no podía volver al trabajo hasta dentro de otros tres días así que tendría que encontrar con que distraerse. Se cambió y se quitó el brazalete, dejándolo a salvo sobre la pequeña mesa de luz antes de dirigirse hacia el jardín, no quería ensuciarlo.
Llevó hacia afuera una caja de herramientas, la abrió sacando lo que necesitaría y agrandándolos a su tamaño original.
Plantaría más flores y tal vez algunos árboles pequeños sin ayuda de la magia, eso debería mantenerlo lo suficientemente ocupado como para distraerse por varias horas.

No te metas con el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora