Malos entendidos

3.9K 447 96
                                    

Estaban desayunando como era costumbre, Lucius había empezado a comer lo que Lupin preparaba para ambos así que sus desayunos eran iguales, al principio había tenido sus reservas pero el hombre lobo parecía un cocinero decente.
Ya tenían su día programado, Remus iría a su trabajo y luego tenía una merienda con la gente de la antigua Orden del Fénix así que lo más probable es que no se vieran hasta la cena. Lucius había pensado en hacer su trabajo y luego ir a comprar algún regalo para su aún esposa y para su hijo, ahora que al fin las personas habían menguado en decir que era el omega de Harry Potter.
— ¡Remus! — Harry Potter salió de la chimenea, Lucius casi quiso rodar los ojos mientras bebía su té. Se había negado a que el chico tuviera acceso ilimitado a la casa así que solo estaba abierta para él en algunos horarios específicos lo que se resumía que solo podía aparecer ahí cuando estaba Lupin.
—Harry. — saludó el licántropo sonriendo, el mencionado se quedó quieto mirando confundido como parecían estar compartiendo el desayuno. Lucius estuvo a punto de decir algo pero al final se calló sin querer hacer problemas tan temprano por la mañana.
—Señor Malfoy. — saludó el mocoso, Lucius solo inclinó ligeramente la cabeza antes de seguir comiendo sabiendo que lo que fuera que haya traído al señor Potter ahí no era algo relacionado a él.
Potter miró hacia Remus con lo que parecía una mezcla de nervios y ansiedad, sus feromonas de nuevo se estaban desparramando por todo el lugar y no pudo evitar sentirse molesto por ello. Miró hacia Lupin entrecerrando los ojos como diciendo que hiciera algo pero este solo se levantó y apoyó una de sus manos en el hombro del joven como tratando de tranquilizarlo, solo se podía ver preocupación en el rostro del merodeador y eso hizo que el mal humor del patriarca aumentara.
— ¿Sucedió algo? — preguntó el alfa, Potter pareció volver en sí y levantó la mirada, asintiendo mientras sonreía.
— ¡Es Sirius! ¡Debes venir conmigo, Remus! ¡Por Merlín, Sirius está vivo! — el joven no cabía en su alegría y Lucius apenas pudo ver la expresión en el rostro de su compañero de enlace porque este enseguida agarró el brazo del chico y caminó hacia la chimenea agarrando los polvos Flu.
Lucius apretó la mandíbula con furia ¡Que mal educado! ¿Ni siquiera una mirada? ¿Ni una sola? ¿Ni un “vuelvo más tarde”? ¿O un “Hasta luego, Malfoy”?
Dejó la tostada que estaba comiendo sintiendo que ya no tenía apetito.
Sí, sí. Sirius Black estaba vivo ¿Y qué?
Eso solo le daría alegría a los estúpidos Gryffindor y todo volvería a la normalidad al final del día. Hizo una mueca al pensar que tal vez debería ver a Black por la casa, esperaba por Merlín que Lupin no decidiera tomar una decisión tonta y traer a su amiguito ahí.
Se levantó pensando que ya que le habían arruinado el desayuno, se pondría a trabajar.

.
.
.


.
.

No podía evitar sentirse emocionado y algo escéptico en partes iguales. Mientras caminaba por los pasillos de San Mungo a paso rápido con Harry a su lado no podía evitar que sus manos sudaran o  que el nudo en la garganta creciera.
Se detuvieron frente a una puerta y Remus dudó en abrirla, miró hacia Harry quien le sonrió como instándolo así que la empujó de manera suave haciendo que se abriera sin hacer ruido.
Sintió que la respiración se le paraba por unos segundos al ver a su amigo ahí sentado en la camilla, tal cual lo recordaba justo antes de caer del velo. Incluso tenía la misma ropa lo cual le decía que había reaparecido hacía poco.
¿Harry había ido hacia él antes que a nadie?
— ¡Moony! — no pudo evitar sentirse como cuando apenas era un adolescente y apenas sabía que era tener amigos, sonrió ampliamente y casi corrió hacia su amigo abrazándolo con fuerza.
Sollozó por lo bajo sintiendo con curiosidad que Sirius no olía a nada, siendo un alfa sangre pura siempre había tenido un aroma marcado pero realmente no le importaba. Estaba vivo, estaba de nuevo junto a ellos.
Quería hacer tantas preguntas, que había pasado, como pudo volver, que tan bien estaba ¿Se quedaría? ¿Su vida estaba en peligro luego de haber salido del velo de la muerte?
Levantó su mirada solo para notar que Sirius también tenía los ojos llorosos.
—Te extrañe, Sirius. — admitió separándose pasándose la mano por la cara para borrar las lágrimas. No podía creer que estuviera ahí, que pudiera sentir su corazón latir de nuevo, que estuviera respirando. Que estuviera tan vivo.
—Yo también, Lunático. — Sirius dejó escapar una carcajada antes de abrazarlo de vuelta tratando de contener su propia emoción que quería manifestarse como llanto.
Harry sonreía mirándolos pero luego de unos minutos empezó a sentirse incómodo, decidió que lo mejor era dejar que los amigos se pusieran al día y salió silenciosamente de la habitación pensando en todas las personas a las cuales debería enviarles una lechuza para decirles lo de Sirius antes de que se enteraran al día siguiente por el Profeta.
Apenas dio un paso afuera cuando una varita se le clavó dolorosamente en la garganta y los ojos grises lo miraron con furia. Harry miró hacia Draco alzando sus manos sin saber porque el omega lucía tan enojado.
—Oh, no. Potter. Vas a entrar ahí y no los dejaras solos ni siquiera cinco minutos ¿Me oyes? Ni cinco minutos. — siseó con furia lo que hizo que las cejas del niño que vivió se arquearan. —Y has ruido o algo, que noten que sigues ahí o vas a arrepentirte. — Draco apretó los labios aun sin bajar su varita. Harry lo miró confundido y asintió.
—Pero… ¿Por qué…?— dio unos pasos hacia atrás notando que el omega traía su marca tapada.
— ¡Por Merlín, Potter! ¿Qué no lo notas? Esto podría arruinar la apuesta ¡No, no! No dejaremos que mi padrino gane aunque debamos trabajar juntos esta vez. — Draco negó rápidamente con la cabeza como que si fallar significara algo cercano a la muerte.
—Pero ambos son alfas… no entiendo el problema… oh. — el chico que vivió acomodó sus gafas comprendiendo el punto.
—Sí, oh, Potter. — refunfuñó el rubio cruzándose brazos dejando de apuntarlo. Harry se pasó la mano por la nuca antes de asentir y darse la vuelta para volver a entrar.
El joven alfa miró como Sirius y Remus se habían sentado al borde de la camilla y estaban hablando bastante animadamente. Se mordió el labio pensando que parecían amigos normales pero si Malfoy tenía razón todo podía irse por el traste.
No le gustaba en lo absoluto jugar con la vida de nadie pero ser como un acompañante para evitar que hicieran tonterías solo por la emoción de verse contaba como una buena acción ¿No?
¿Cómo atraía la atención hacia él? ¿Cómo se metía en la conversación?
— ¡Padrino, debo decirte algo! — alzó demasiado la voz y cuando ambos adultos lo miraron Harry enrojeció.
— ¿Qué ocurre, Harry? — Sirius lo miró y Remus también, ambos con curiosidad genuina. Harry sentía que las palabras se le escapaban y que la boca se le secaba.
Por dios, Malfoy no tenía razón.
Él no debería entrometerse en una charla amena entre dos amigos pero ya había entrado y ya había hablado y necesitaba decir algo, cualquier cosa.
— ¡Me enlace con Draco Malfoy y nos vamos a casar, quiero que seas mi padrino! — casi gritó sin siquiera analizar sus palabras.
— ¿¡Qué!? — no supo si la exclamación del otro lado de la puerta o la de su padrino fue más fuerte.

No te metas con el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora