Lucius

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Apenas había podido llegar a su habitación, el dolor era inmenso, quitó a todos de las protecciones y no dejó pasar a nadie, ni siquiera a las lechuzas, ya que no quería ser molestado por un par de horas. Pero apenas llegó a la cama la fiebre lo cubrió, los elfos lo ayudaron en lo que necesitaba y le avisaron cuando alguien quería entrar, incapaz de saber cuánto tiempo realmente pasaba entre que se dormía y despertaba nunca respondía en forma afirmativa, pero tal vez solo por terquedad se negó a ver a un medimago.
Había sido su manera de castigarse, aguantando el dolor sin pociones ni hechizos, manteniendo su temperatura baja solo con paños fríos y mojados. El cuello ardía cada vez menos pero la tristeza se cernía sobre él de forma abrumadora, torturándolo al recordarle que seguramente su alfa estaría pasando por algo parecido porque él no fue capaz de ser lo suficientemente paciente para tomar las pociones anteriores.
Había sido un acto impulsivo llevado por el pánico.
Cuando al fin ya habían pasado dos semanas, él no tardó en salir de la habitación solo vestido con unos pantalones y una camisa, yendo directo a los jardines mirando a sus aves quienes se acercaron para recibir comida. Lucius solo se sentó en el pasto sintiéndose completamente miserable, sin hacer caso a la barba que había crecido ni a su aspecto descuidado pero mientras miraba los nuevos pichones de sus mascotas algo se clavó en lo profundo de sus pensamientos.
El nido, la actitud del hombre lobo en luna llena, sus feromonas reducidas, los casi veinte días de retraso de su celo. Se llevó las manos a la cabeza dando un chillido que asustó a las aves.
Él estaba embarazado.
Se levantó sintiéndose demasiado mareado y empezó a contar con sus manos en que momento pasó eso, habían sido cuidadosos desde su visita al medimago, no se habían saltado más que un par de veces sus indicaciones y aun así, habían puesto cuidados adicionales.
No había forma al menos que... la prueba de embarazo que supuestamente tenía los colores invertidos.
Casi como que si estuviera planeado sintió de nuevo a alguien queriendo pasar, sabiendo quien era esta vez lo dejó.
-Te ves terrible, Lucius. - se dio la vuelta al escuchar al omega.
- ¡La maldita poción no tenía los colores invertidos! - Reclamó con rabia enfrentándose al pocionista señalándolo pero sin sacar su varita, sintiéndose demasiado mareado como para si quiera pensar una maldición.
-No leíste las cartas. - Severus apretó los labios y el patriarca sintió su enojo agrandarse.
- ¡Oh, por Merlín! ¡Claro que no! ¿Cuándo planeabas decírmelo? - ¿Cómo iba a leer sus cartas? ¡Estaba tan enojado, por Dios! ¡Ni siquiera lo hubiera dejado hablar más! Respiró profundo tratando desesperadamente de controlarse al sentir que de nuevo sus emociones se salían de control.
Realmente necesitaba una pelea.
- ¡Justo antes que salieras corriendo cuando te enteraste que estabas enamorado de él! - Severus lo miró con rabia mientras hablaba y a Lucius le dieron ganas de dar los pasos que le faltaban hacia él para darle un puñetazo, pero sabía que su amigo lograría evitarlo con facilidad.
- ¡Severus, pasaron casi cuatro meses desde que tomé la poción! ¿Por qué mentir? - Y aunque no quiso, sonó casi herido lo que alimentó a su propio enojo.
- ¡Porque estabas asustado! ¡Tú estabas casi rogando que alguien te dijera que no era cierto! - Severus si sacó su varita y empezó a caminar a su alrededor de forma lenta, Lucius odió tener que girar para poder seguirlo.
- ¡Pudiste tirarme la verdad a la cara! - ¡Siempre lo había hecho! ¿Por qué no una vez más? ¡Aunque Severus tuviera razón! ¡Él hubiera podido manejarlo, él...!
- ¡No confío en las decisiones que tomas en pánico, mira lo que causaste! - El pocionista al fin se detuvo y estiró sus brazos como señalando todo el lugar, incluyendo a Lucius.
- ¡Pude haberlo manejado! - Mintió a la defensiva, cerrando sus manos y clavando sus uñas en sus palmas.
-Si ¿Cómo? ¿Matándote? - Severus se burló con desdén.
- ¡No soy tan extremo! - Reclamó sintiéndose ofendido.
-No, no lo eres ¡Porque tomar una poción que necesitaba una anterior no es extremo! ¡Pudo haberte vuelto loco! ¡Mírate! ¿No pensaste en todo el daño que podía ocasionarte? ¿A ambos? - El menor expresó enojo en sus palabras y el patriarca se preguntó si hablaba de él y el bebé o de Remus. Cualquier opción hacía que la culpa pinchara más de una forma realmente dolorosa.
-Yo... ¡No era una decisión que te correspondía! - Sabía que la discusión estaba perdida pero se negó a terminarla ahí, sintiéndose tanto traicionado como preocupado.
- ¡Lo sé! ¡Lo sé! - Severus negó con la cabeza y Lucius se sorprendió al adivinar desesperación en sus gestos.
- ¿De qué se trata todo esto, Severus? ¿Venganza? - Bajó su voz tratando de no gritar y que la voz le temblara, miró directo a los ojos negros respirando algo tembloroso sintiéndose algo temeroso de la respuesta.
- ¿Qué? ¡No! - El pocionista frunció el ceño pero Lucius decidió seguir atacando por ahí.
- ¿Por qué te uní a los mortífagos? - Presionó sin acercarse.
- ¡Esa fue mi decisión! - Severus lo miró con furia pero también con preocupación.
- ¿Por una apuesta acaso? ¿Te gusta jugar con mi vida? - Trató de sonar desdeñoso y sin importancia pero no pudo evitar sentirse algo herido.
- ¡No te mentí por una apuesta, joder! -
- ¡No creas que no sé qué tú, Draco y Potter se traen algo! - No pudo evitar que el enojo volviera a apoderarse de él.
- ¡No te ocultaría esa información solo por una apuesta! ¡No me importa tanto! - Severus se acercó un paso más guardando la varita, pareció que iba a estirar su brazo para tocarlo pero no lo hizo así que Lucius se quedó en su lugar.
- ¿Entonces? - Preguntó con duda sin saber que esperarse.
- ¡Estoy tratando de cuidarte! - Respiró profundo antes de encogerse en sí mismo -Solo trataba de cuidarte. - Dejó caer sus hombros, casi con vergüenza.
- ¿De qué? - Lucius lo miró sorprendido sin haberse esperado esa respuesta.
- ¡De ti! Has estado asustado y paranoico ¡Mira! ¡Te señalo que estás enamorado y lo primero que haces es destruir todo lo que quieres! ¡Todo lo que conseguiste! En ese momento no estabas bien, Lucius, estabas tan asustado como que si te dijera que te condenaron a Azkaban por el resto de tu vida, tu hubieras hecho una tontería.
Tratar de deshacerte del bebé podría matarte. -
Lucius desvió la mirada mientras apretaba los puños sin saber exactamente cómo responder. De pronto el hecho de lo desordenado y patético que se veía lo golpeó como un balde de agua fría así que solo retrocedió unos pasos.
-Solo vete, por Merlín. - Se dio la vuelta para volver adentro tratando de mantener algo de su orgullo sintiendo de nuevo el miedo aferrarse a él, aunque pudo notar que Severus se quedaba quieto donde estaba.
-Llamaré a tu medimago, solo déjalo pasar. - Alzó la voz el pocionista para ser escuchado antes de retirarse. Lucius se sintió mejor al estar solo y caminó a ritmo lento hacia el baño de su habitación, sin duda tenía que peinarse, asearse y afeitarse. Aun podía sentir los ecos de la fiebre y se preguntó brevemente si tomar las pociones así había afectado al bebé, ese solo pensamiento hizo que un escalofrío lo recorriera así que agitó la cabeza tratando de no pensar que llevaba otra vida dentro de sí.
Un niño que no era sangre pura. Un niño que si llegaba a ser alfa podría tener el mismo problema que su padre.
Respiró profundo y trató de no pensar pero de pronto todo estaba demasiado claro, todas las pistas habían estado ahí todo el tiempo. Él había sido tonto al creer que volteando la mirada de eso ellos desaparecerían.
Conocía las bromas de Severus, cuando las hacía solían ser bastante puntuales y no hacían realmente daño, más que bromas eran formas de medir su reacción. Si realmente los colores hubieran estado invertidos como castigo por robar Severus no se lo hubiera dicho, hubiera esperado una semana o dos, lo hubiera dejado hundirse en su propia mente antes de decir la verdad.
Y él lo sabía, por Merlín, él sabía que no había forma que los colores estuvieran invertidos como sabía cuándo Narcissa le daba una excusa que el pudiera usar porque era su amiga.
Él era lo suficientemente inteligente y desconfiado como para ver las pistas y entender las cosas gradualmente, pero había estado tan asustado por el resultado que cuando se chocó con él solo lo llenó de pánico. Incluso ahora cuando al fin estaba mejor el miedo volvía, ya sin dolencia físicas que lo atormentaran pensaba a toda velocidad y sus emociones se mezclaban.
Salió del baño eligiendo rápidamente su ropa para vestirse y dejando que su cabello se secara solo, aunque usando algunos hechizos para que no mojaran su túnica. Se miró al espejo utilizando otro encantamiento para evitar que su reflejo hablara, estaba demasiado cansado como para soportarlo, tenía ojeras bajo sus ojos pero agradeció que no se notaran tanto, estaba pálido de forma casi enfermiza que le recordó que había pasado catorce días acostado en una cama sin ver la luz del sol.
Cuando un elfo le avisó que el Medimago había llegado él no pudo evitar sentirse agradecido, tal vez el hombre podía distraerlo de todo lo que estaba sintiendo.
Fue casi mecánico e incómodo, saludó al anciano y este le devolvió el saludo pero en cuanto empezaron las preguntas empezó a ponerse más serio.
-Debiste llamarme apenas llegaste. - Lo regañó el anciano.
-Estaba apenas consiente y la verdad, me acabo de enterar que pasaron catorce días. - Se estremeció al pensar en lo preocupada que debía estar Narcissa y trató de recordar las veces que había negado la entrada a ella o a Draco, pero realmente la fiebre se había tragado todo.
-Entiendo, acuéstate así puedo revisarte. - El patriarca asintió y obedeció.
El medimago pasó su varita sobre él y Lucius no pudo evitar sentirse nervioso, Severus no había mencionado si había dañado al bebé con la poción. El anciano dio un suspiro cansado, Lucius no pudo evitar sentirse más y más nervioso mientras el medimago lanzaba hechizo tras hechizo para diagnosticar.
-El señorito Snape- Lucius no pudo evitar sonreír ligeramente ante el uso de "señorito", aun al hombre se le dificultaba sacarlos de la primera impresión de niños que habían tenido en él -Me explicó la poción que tomaste y sus efectos, pero como me lo indicó también puedo notar la utilización de otra poción que frenó el embarazo al menos por cuatro meses y la cual perdió su efectividad en el momento que tomaste la que rompía el enlace.
Voy a serte franco... si la poción de estasis de embarazo no la tuvieras en tu sistema la poción para romper el enlace hubiera sido fatal. Según me indico había otra poción que debías consumir durante tres días previos antes de beber esa y era muy importante, ya que evitaría cualquier efecto secundario. - El anciano lo miró severamente y Lucius no pudo evitar encogerse un poco sin entender aun del todo si el bebé estaba bien o no.
-Yo... me la salté. - Murmuró recordando a Remus de nuevo sintiendo que un nudo se le formaba en la garganta. No era el momento así que se forzó a respirar y a dejar de lado esos pensamientos.
-Sí, fui informado de eso. Lo peor de los efectos secundarios ya pasó y el pequeño parece estar sano, por supuesto ya no está dormido y ha estado desarrollándose normalmente en estas dos semanas, sin ser afectado por ninguna de las dos pociones.
Pero aun así te aconsejó descansar bastante y tomar nutrientes, te daré una lista de las pociones que están prohibidas para ti desde ahora, tu magia estará un poco más débil de lo usual luego de lo que ha pasado pero se repondrá.
Creo que ambos sabemos que romper un enlace incluso cuando es uno normal es difícil y lo que enfrentan luego también, sobre todo para el omega. Muchas de las pociones que podrían ayudarte son imposibles se suministrar por el embarazo pero creo que no tendrás grandes problemas, aunque suena bastante irónico el hecho que estés en espera hace que tu parte instintiva se concentre en el bebé y no en el alfa perdido, aunque puede que manifiestes esa sensación de abandono y tristeza luego de que el bebé nazca como efecto tardío. - Explicó de manera suave, el omega suspiró y asintió.
-Entonces... cualquier emoción de extrañar o tristeza en este momento...- Dijo resignado sintiendo que su estómago se revolvía.
-Serían absolutamente tuyas, no empujadas por el instinto. - Asintió el anciano sonriendo de manera suave.
-Oh. - Porque no había más que decir, la tristeza y la culpa no eran por el instinto y no sabía si sentirse asustado por ello.
-También debo recordarte que cualquier poción que se te haya suministrado contra tu voluntad o sin que supieras de ella es ilegal, lo cual es perfectamente denunciable. - El medimago parecía algo incómodo y curioso al decirlo así que Lucius supo que había sido Severus quien puntualizó que se lo recordara.
Se quedó callado unos segundos y asintió, no tenía ninguna intención de denunciar a su amigo. Era la forma extraña de disculparse que tenía Severus y él la aceptaría, aunque no estuviera contento con el hecho de que se lo ocultara sabía que sabiendo del bebé o no, hubiera tomado la poción para romper el enlace entre su pánico y sin la poción hubiera sido bastante fatal.
-Entiendo. - Pero no dijo nada más respecto al tema.
Luego de varias recomendaciones más y de que le recomendara algunos libros el patriarca volvió a estar solo. Muy dudoso se sentó en el sillón y apoyó su mano sobre su vientre tratando de empujar la sensación de terror dejando que la curiosidad ganara. Aun no podía sentirlo, tampoco su magia, pero saber que estaba ahí lo llenaba de una mezcla de asombro y alegría, claro, quitando las emociones negativas.
Se levantó y empezó a caminar por la mansión pensando en lo que debería hacer. Podía sentir la culpa persistente dentro de él y se preguntó que tal estaba Remus, ni siquiera se había dado el tiempo de escribir ninguna carta para al menos explicar algo o decir adiós.
Trató de decirse que eso no era necesario pero luego de los meses de confianza se sentía casi como una traición haber corrido sin ningún miramiento. Esperaba que el alfa no sufriera mucho físicamente aunque se sorprendió deseando que no encontrara a nadie en un tiempo cercano.
¿Y porque el querría eso?
Se preguntó si estar con otras personas lo harían olvidarlo, tenía un enamoramiento con él y debía aceptarlo, una vez encapsulado el problema podía resolverlo. Recordó brevemente el acuerdo de no tener a nadie más y de pronto pensar si quiera estar con otras personas lo hicieron sentir un pinchazo de culpabilidad.
Si se conseguía a otro le estaba dando punto final, no podría volver, pisotearía cualquier posibilidad de reconstruir lo que tenían antes ¡Y eso era exactamente lo que buscaba! ¡Lo que era correcto! Era tan fácil terminar con todas las posibilidades... pero no quería hacerlo.
Se sintió desanimado por lo que apuró el paso mientras trataba de pensar y analizar.
¿Qué haría ahora?
Remus iba a ser parte de su vida quisiera o no, el bebé los unía de una forma tenue. Él podría simplemente darle toda la custodia al licántropo y hacer lo que quisiese pero si iba a llevar al bebé por nueve meses y pasar por todas las molestias no iba abandonarlo con su padre para no volverlo a ver, pensándolo detenidamente se le hacía un poco cruel.
Por lo que si el ex profesor conseguía otra pareja él lo sabría y debería vivir con ello, lo cual no sería difícil si lograba salir de su enamoramiento. Pero se conocía y sus pocos enamoramientos habían durado años y se habían desvanecido por el hecho de no ser correspondido.
¿Podría ser que la paciencia y confianza de Lupin habían sido una trampa? ¿Había tratado de enamorarlo para luego tirarlo y así mostrar el punto de que era más fuerte? Incluso cuando fue él quien se fue no pudo evitar sentir miedo de que todo hubiera sido un plan elaborado.
¡Pero era un Gryffindor! No solían jugar con los sentimientos de la gente pero Lucius sabía que no era en absoluto querido por los de esa casa y él había jugado con el licántropo en Azkaban. Las personas solían tener rencores.
-Veo que lo has estado haciendo bien, Lucius. - La voz irónica lo detuvo y casi quiso resoplar al notar que pasaba por el pasillo de los retratos, la que hablaba en particular era su bisabuela quien lo miraba con desdén. -Siempre les dije a tus padres que no estabas a la altura, debieron tener otro hijo ¡Acostándose con un mestizo y engendrando un niño sucio! ¡No fuiste capaz de unirte a un sangre pura y bien que pudiste enlazarte con un hombre como él! - Reclamó la mujer, tenía los rasgos distintivos de los Malfoy y largo cabello rubio, pero su hermoso rostro estaba deformado por la mueca de asco que mostraba.
Lucius la observó pero antes de que pudiera contestar otro respondió.
-Los omegas siempre han sido asiduos a ser madres, ya tuvo al pequeño Draco. Déjalo en paz. - Su abuelo se apuró a decir, el patriarca notó el nerviosismo del hombre al enfrentarse a su madre y sonrió ligeramente. La mayoría de los otros cuadros hacían como que si miraban hacia otro lado pero sabía que estaban escuchando atentos.
Lucius no se atrevió a mirar al cuadro de sus padres.
- ¡Mezclo nuestra sangre con un mestizo sin valor! Que nunca tendrá nuestra pureza de sangre, que será una mancha permanente para nuestro apellido, como un maldito insecto. - Gritó con tanta furia que el patriarca no pudo evitar recordar a la señora Black. - ¡No fuiste capaz de enlazarte con alguien de nuestro tipo! Y creímos que porque ninguno estaba a tu altura. Y mira con que nos vienes.
Maldito omega sin valor, el único hijo que tienes en tu vientre y vale menos que nada, mestizo, con sangre maldita, que solo traerá más impureza a esta casa. Debieron haber tenido otro hijo que heredara todo, tú nunca fuiste capaz. - Siseó con furia.
El rubio apretó los labios sin contentas mientras rodeaba su varita con sus dedos, escucharla decir eso era como la verdad directo a la cara y eso hizo que un malestar se asentara en él.
Se horrorizó al notar que el realmente quería defenderlo, quería defender a Lupin y al bebé.
-Fue por la sangre Veela de Lady Duquesa por la cual nuestros omegas son puros, pero los hombres lobos suelen tener alfas de primera categoría que pueden ser compatibles. Fue solo un accidente. - Miró hacia la mujer que habló, ella estaba más alto en la pared y sonreía de manera suave. Lucius sabía que ella era una omega y que era la única razón por la que saltaba a defenderlo.
- ¡Accidente y que va! ¡Ese niño no tendrá nuestro apellido! - Su bisabuela lo miró con tanto odio que sintió ganas de retroceder pero no lo hizo. Era solo una pintura, él podía con los gritos de una pintura.
-Y no lo tendrá ¿Verdad, Lucius? ¿Verdad que se lo darás a su padre después? No tienes por qué hacerte cargo, estos deslices nos pasa hasta a los alfas. A veces algunas personas con sangre sucia son demasiado hermosas o suficientemente buenas en la cama, lo único que hay que hacer es no dar el apellido y pagar el silencio.
¿Ves cómo ya no tiene las marcas de enlace? Solo fue un capricho circunstancial. - Su abuelo se apuró a decir mientras lo miraba y luego miraba hacia su propia madre, Lucius sintió que la voz se le escapaba mientras todos los ojos se clavaban en él.
No, no había pensado en eso como posibilidad, pero ellos tenían razón.
Era el primer camino que debió haber pensado, era simplemente tan fácil.
- ¡Si, igual que la maldita marca que tiene en el brazo! ¡Agacharte ante un mestizo, que buen ojo tienes, Lucius!
Fue tan degradante que estuviera en nuestra casa, te quitó tu varita, esa bestia estuvo por todos lados y esos asquerosos mortífagos inundaron el lugar.
Nunca puedes estar del lado ganador ¿Verdad? Omegas, siempre yendo tras la persona incorrecta, solo sirven para dar bebés. - Su bisabuela movió su mano enguantada con desdén y Lucius enrojeció de rabia sabiendo que hablaba del señor oscuro.
- ¡Pues ninguno de ustedes se quejó! Cuando vino con sus ideas ¡Estaban muy felices con él! - Reclamó con cierto rencor.
- ¡En la segunda guerra ya era obvio que iba a perder! - Otro de los retratados se metió y Lucius lo odió.
- ¿Entonces porque ninguno dijo nada? ¡Ah, no! ¡Ninguno de ustedes trató de escupirles en la cara o decirles lo estúpidos y asquerosos que eran! ¡Si no tuvieron la valentía para gritarlo y arriesgarse a ser quemados entonces la cobardía viene de familia!
Me enlace con un héroe de guerra, evadí Azkaban por segunda vez en mi vida, incluso habiendo estado en el lado incorrecto todo el tiempo logré mantener nuestra riqueza. - Lamentó no tener su bastón para golpearlo contra el suelo y sacó su varita, hablando con un profundo desdén.
Ahí todos habían sido cobardes y no iba a dejar que unos malditos retratos hablaran así de sus decisiones cuando ellos estuvieron apoyando estás.
-Draco también se casa con un mestizo. - Habló de pronto Abraxas mirando a su hijo de forma seria, Lucius miró hacia el cuadro de sus padres quienes lo observaban sentados en sus cómodas sillas, su madre no lo miraba y prefería ver la ventana que estaba pintada.
El patriarca sintió un peso en su estómago.
-Harry Potter es el héroe del mundo mágico. Aunque es un mestizo es la persona más importante e influyente de aquí, creo que mi hijo movió sus cartas y se llevó el mejor premio. - Alzó su voz para que todos lo escucharan, no iba a dejar que insultaran la decisión de Draco. Su hijo podía hacer lo que quisiera con quien quisiera.
-Potter, siempre los he odiado. - Su abuelo frunció la nariz como que si oliera algo desagradable.
-Le dará un buen estatus, es el hombre más importante aquí. - Repitió irguiéndose lo mejor que pudo, su bisabuela resopló.
-Draco se salva ¿Pero tú? - Atacó una vez más.
-Ya ha dicho que el bebé fue un error ¡No volveremos a saber de ese niño! - Su abuelo se apuró a responder por él.
-Él no ha dicho nada. - Culminó su bisabuela volviendo sus ojos cansados al omega. Lucius se sintió pequeño como la primera vez que había pasado por ahí, todas las personas retratadas lo observaban, incluso las que no habían participado del pleito esperando una respuesta exacta.
Carraspeo y asintió.
-Por supuesto. Es una tontería pensar que lo mantendría o que le daría mi apellido. - Notó la sonrisa torcida de su bisabuela y el rostro aliviado de su abuelo, su padre sonrió como que si de pronto todo el peso que sostenía se hubiera esfumado y su madre lo miró antes de pararse. Los retratos podían moverse hacia otros aunque solo hacia algunos específicos, sus padres eran los únicos que podían moverse a cualquiera de los retratos de la mansión.
-Cariño, hablemos en la sala este. - Y dicho esto desapareció por el borde del retrato, Lucius asintió y empezó a caminar, podía escuchar los murmullos y se preguntó brevemente como se habían enterado de Remus, del bebé, sobre Draco casándose. Desde que la segunda guerra había terminado había sido casi tacita la regla de no volver a pasar por ahí.
Caminó por varios minutos y abrió la puerta del salón, un hermoso retrato de un camino de piedra que llevaba a una mansión estaba pintado y su madre se encontraba ahora parada entre medio del camino, con un perro que le ladraba y corría a su alrededor. Ella sonrió y le dio unas palmadas al can antes que este corriera hacia los pastos.
- ¿Qué harás ahora? - Preguntó observándolo. A Lucius nunca le había gustado hablar con los retratos sobre todo de sus padres, eran solo pinturas y nunca sabía hasta qué punto se apegaban a los originales.
-Yo...- Trató de articular aun sintiéndose aturdido.
No quería apartarse totalmente de Remus y del bebé pero era lo correcto, dicho por cuadros o no, él realmente estaba ensuciando su sangre de manera abismal.
-Puedes unirte a Greengrass, sé que está casado pero creo que dejaría a su esposa por ti. Sobre todo sabiendo que podría hacerse de nuestro dinero y que cualquier error tuyo puede enviarte a Azkaban.
Sí, creo que podríamos confiar en él. - Habló con tono normal pero Lucius supo que estaba siendo irónica.
-Madre...- Gruñó, casi con advertencia.
- ¡Oh, espera! Todos los sangre pura estarían contentos de casarse contigo o tener un enlace para vaciar tus bóvedas y enviarte a Azkaban. - El rostro de la mujer se endureció. -No puedes confiar en ellos. - Le dijo lo que ya sabía.
-Que no tenga enlace no quiere decir que busque otro. - Reclamó sintiéndose ridículo, casi como un niño que era regañado.
-Trajiste al mestizo aquí. - La dama alzó la barbilla y Lucius se tensó.
-Para ver los jardines, sí. - No pudo evitar que sus mejillas se calentaran un poco al recordar lo que había pasado después.
-Luego te encerraste con él varias horas en tu habitación matrimonial y hay rumores que algo ocurrió en el pasillo.
Nunca, jamás, dejaste entrar a ningún amante a tu casa. - Ella parecía severa y el trató de imitar su gesto para no revelar sus emociones.
-Fue deshonroso, sí. No volverá a ocurrir. - Acomodó su túnica sintiéndose de pronto angustiado al darse cuenta que había elegido apartarlos.
- ¡Es tu maldita casa, Lucius! ¡Si quieres tener sexo en cada maldito rincón con un mestizo, licántropo, Gryffindor puedes hacerlo! ¡Incluso delante de los retratos y tendrías todo el derecho! - Gritó de pronto, furiosa con su respuesta.
Lucius retrocedió un paso haciendo una mueca confundida.
- ¡Querida, no lo alientes! - Reclamó su padre desde otro cuadro de la sala.
- ¡Cállate, Abraxas! - Gritó con determinación y Lucius casi sintió nostalgia. Su madre siempre había tenido carácter fuerte sobre todo cuando se trataba de presionar su punto.
-Padre tiene razón, madre. - No titubeó mirando los ojos grises del retrato.
-Que gran Malfoy, dejando que unos retratos le digan que hacer. - Su madre fue dura y desdeñosa, Lucius apretó los labios al escucharla y envolvió su mano en su varita pero sin levantarla, sintiendo la furia de nuevo embargándolo pero respiró profundo antes de hablar.
-No mancharé nuestro apellido por un capricho. - Su voz sonó neutral y se sintió orgulloso de ello, pero aun así no pudo evitar el pensamiento de que Remus era mucho más que un capricho.
-Bueno, por la forma en que gritas y gimes yo diría que manchar el apellido valdría la pena. - Se burló.
- ¡Madre! - No pudo evitar chillar, completamente sorprendido y avergonzado.
- ¿Recuerdas lo que te dije cuando quisiste llenar el jardín de esas malditas aves? - Lucius parpadeó, sorprendiéndose por el cambio tan radical de tema. Miró hacia el cuadro donde estaba su padre y este se encogió de hombros como diciendo que tampoco entendía.
-Dijiste que eran basura. - Recordaba perfectamente ese día.
-Y tu respondiste "Puede que sean basura ¡Pero es mi basura!" - Ella sonrió con cariño y Lucius levantó su varita para apuntarle.
- ¡No compares a Remus con unas aves! ¡Él...!- Tragó, sorprendido de su arranque y su indignación.
-Un Malfoy consigue lo que quiere, sea un pedazo de basura o el mismo cielo. Ahora quiero que te preguntes ¿Qué es lo que quieres, Lucius?
Y debes ser sincero contigo mismo, que no te he criado para lloriquear por algo que aun puedes recuperar. Así que quiero que alces esa cara y hagas lo que quieras hacer.
¡No importa si es un capricho! ¡Conseguimos lo que queremos cuando queremos y eso es parte de ser un Malfoy! Así que déjame de avergonzarme y decídete, alza esa maldita cabeza y deja de arrodillarte ante las personas o lo que es peor, ante tu miedo. - La dama lo miró con ferocidad y Lucius esquivó su mirada.
-Manchara el apellido. - Abraxas apenas alzó su voz.
- ¡Cómo que si uno pudiera mancharlo más! ¡Unirse a Voldemort fue tu idea, Abraxas! Tú pusiste una marca permanente en el brazo de nuestro hijo y nuestro nieto. El apellido ya está roto y manchado, al menos ese tal Lupin no ha tocado un galeón cuando pudo apoderarse de todo.
La lealtad Gryffindor es lo que necesita esta casa ahora, es lo que puede darnos seguridad. - Y por primera vez ella pareció algo insegura pero se recompuso.
- ¿Cómo sabes que se llama...?- Frunció el ceño confundido.
- ¡Gritas Lupin muy alto! - Incluso siendo una pintura, las mejillas de la dama se sonrojaron.
- ¡Madre, deja de gritarme! - Lucius sentía sus mejillas calientes y que la vergüenza lo embargaba pero trató de hacer de lado esa sensación.
-Está bien, lo siento. Lucius a lo que quería llegar es que... ya tuviste el heredero perfecto. El tendrá bebés perfectos y todo eso. Si quieres irte al mundo muggle y casarte con uno no hay problema, cumpliste con tu deber, si, sería totalmente asqueroso pero... es tu vida, retoño.
Si quieres que el padre se quede con el bebé y no verlo nunca más, está bien.
Pero... si lo quieres a él y quieres que sean una familia... también deberías intentarlo.
Además, no se puede decir que sus niños no serán bonitos, ese hombre no está feo. - Lady Malfoy sonrió divertida.
-Si es un alfa heredará la maldición de su padre. - Apoyó su mano en su abdomen sintiéndose vulnerable, sentía desdén de sí mismo. Tenía una criatura en su interior que debería aborrecer pero el hecho de que fuera de Remus lo hacía sentir... bien, como un pedacito de ambos y la idea era tan romántica que sentía que vomitaría arcoíris.
-Piensa y elige, Lucius. Incluso el menor de los caprichos vale la pena ser cumplido. - Ella lo miró con tanto cariño como cuando estaba viva y eso removió sus recuerdos.
-Lo pensaré, madre. - Se inclinó amablemente recordando cuando lo hacía, aunque también besaba su mano pero ahora ya no podría hacerlo.
-Lucius. - Llamó Abraxas, ganándose la atención de su hijo.
- ¿Si, Padre? - El patriarca lo observó con seriedad sin saber que esperar del retrato.
- ¿De verdad pudiste unirte con él... aun cuando rechazaste a tantos alfas antes que él? - Él dudó al preguntarlo y Lucius suspiró.
-Sí. - Era algo irónico pero era la verdad.
-Ya veo. Es irónico pensar que si el fuera un sangre pura y no tuviera esa maldición nunca hubieras tenido problema en manejarlo porque no sería un alfa de ese calibre. - Abraxas suspiró con cansancio mientras negaba con la cabeza.
-Yo también lo creo. - Salió cerrando la puerta tras él, se sentía de pronto muy cansado. La discusión con sus antepasados le habían tirado a la cara cosas que él mismo pensaba pero el consejo de su madre seguía presente.
Miró hacia el elfo cuando este apareció y agarró la carta notando que era un aullador, suspiró y lo abrió.
- ¡Lucius Abraxas Malfoy! ¡Déjame entrar la próxima vez que vaya o voy a romper tus protecciones en miles de pedazos para luego hacerlo contigo! ¿¡Cómo se te ocurrió la estupidez de escapar así!?
¡Cómo te atreves a preocuparnos tanto! ¡Draco y yo tuvimos dos semanas llenas de estrés! Así que sacaras tu trasero aristócrata de donde lo hayas puesto y me harás frentes ¡Maldita sea, Lucius, voy a matarte! -
El rubio empezó a reír al escuchar la voz de su ex esposa. Si, tenía que hablar con Cissy, aunque no sería ese día.
Prefirió evitar su habitación matrimonial y entró a una de invitados, suspiró caminando hacia una de las sillas dejándose caer en ella mientras observaba el pergamino y la pluma que había sobre el escritorio. Él necesitaba averiguar que era la que quería y que estaba dispuesto a aceptar.
Sería fácil empezar por las razones por las cuales sería bueno no volver, no ser parte de la vida del niño que había concebido. Dudando por unos momentos buscó la tinta y luego presionó la pluma contra el papel antes de empezar a escribir dándose el tiempo, manteniendo su letra elegante y pulcra aunque esté haciendo una lista. Lucius apoyó con más fuerza de la necesaria la punta de la pluma al notar que había terminado antes de lo previsto, la quita haciendo una mueca ante la mancha de tinta y dejó la pluma a un lado antes de leer.
Sabía que sus razones se parecen demasiado a las de su bisabuela, pero también sabía que todos habían sido criados así. Hubo un tiempo donde era legal destruir los errores, la gente moría, era algo normal pero cuando empezaron a aparecer gente más especializada para investigar los Malfoy habían empezado a pagar por el silencio. Lucius sabía que muy hacia atrás en el tiempo debía tener un antepasado que había matado a alguien con sus propias manos y con total sangre fría, pero las generaciones se habían ablandado y habían decidido ser inteligentes y ricos sobre letales.
Todavía recordaba que la primera vez que vio al Señor oscuro torturando a alguien estuvo a punto de vomitar, lo hizo al llegar a casa y había tenido pesadillas por demasiadas semanas. Se había sentido bastante débil y patético, pero los Malfoy en última instancia le pagaban a alguien para que hiciera el trabajo sucio, no lo hacían ellos. No había necesidad de mancharse las manos.
Torturar él mismo tampoco había sido algo que disfrutara particularmente, solo se sentía aliviado de no ser el que recibía las maldiciones pero aun así las primeras veces habían sido difíciles, había tenido que consumir muchos Sin sueños por varios días e incluso se hizo adicto a la poción por un tiempo. Creyó que el tiempo le traería el placer, pero había comprendido que aunque ser cruel y pisotear a la gente psicológicamente también era malo, no disfrutaba de hacer un daño físico pero había aprendido a fingir, las náuseas las había convertido en sonrisas y las pesadillas empezó a ignorarlas.
Nunca le había gustado ser un soldado pero Voldemort lo había forzado a hacerlo y ni siquiera se atrevió a pensar en abandonarlo hasta el final, demasiado temeroso de su vida y la de familia.
Sí, no era un buen hombre. Pero la sangre no era para él, aunque eso no le quitara su parte cruel y... sus prejuicios.
Leyó una vez más las razones y suspiró con fuerza.
Su sangre, su legado, su herencia. Siempre las mismas razones.
Draco podía renunciar a esas cosas y estaba seguro que no había tenido que pensarlo tanto como él, pero era normal que se le hiciera difícil dejar de lado esas ideas ¡Él era el actual patriarca Malfoy! Draco no tenía sobre sus hombros todo lo que él tenía y podía dejar de lado la pureza de la sangre y casarse con Potter, tener niños que tuvieran sangre mestiza y hacer lo que quisiera hacer, pero que él lo hiciera no era simplemente correcto.
Tampoco es como que si lo deseara.
Pensó brevemente que debía escribir las razones para hacerlo pero se negó mientras se levantaba ¡No había razón para volver! No había razón para quererlo más que el inexplicable e incorrecto sentimiento.
Gruñó ligeramente al notar la bandeja con la comida aparecer sobre el escritorio y negó con la cabeza una vez más. Hacía menos de veinticuatro horas que estaba despierto y ya sentía que su cabeza iba a explotar.
Aun debía hablar con Severus de nuevo y con Cissy, también debía hablar con Draco y no tenía idea de lo que iba a decir. Iba a tener que ver al medimago en un mes para que revisara el progreso del bebé y alguna vez iba a tener que enfrentarse a Remus.
Podía terminar eso al día siguiente, hablaría con su amigo, con su ex esposa y luego iría a la casa del licántropo. Le diría lo del bebé y le notificaría que se lo daría cuando naciera y que él no quería saber nada más de ellos, incluso podía solo mandar una carta y ya, aun debía disculparse por irse así pero no iba a dejar que la maldita culpa patética le ganara y trataría de actuar lo más digno posible.
Comió con rabia al notar que no era lo que quería, no quería cerrar la opción totalmente.
Si, podía ser que sus pensamientos hubieran sido más suaves antes de hablar con los retratos pero no podía evitarlo. Se sentía como un niño de nuevo que estaba haciendo todo mal, que estaba embarrando su apellido una y otra vez por no entender cómo mantenerlo limpio.
Él había odiado a los sangre sucia, ellos ni siquiera deberían haber ido a Hogwarts. Los mestizos eran pasables pero aun así no era dignos excepto, tal vez, Severus, pero él era simplemente el mejor maestro de pociones de Gran Bretaña y tal vez del todo el mundo. Él era útil.
Si hubiera sabido que Voldemort era un mestizo se hubiera quedado neutral, ya podía entender porque el imbécil había perdido.
Además Remus no solo tenía sangre dudosa si no estaba la maldición. Sangre Veela era aceptable ¿Pero licantropía? ¿Qué algún Malfoy naciera y que padeciera de eso? Sería escandaloso y desagradable.
Pero "desagradable" no era una palabra que pudiera definir al Gryffindor ni a sus meses de enlace. Se sentiría mejor si solo extrañara el sexo pero no solo era eso.
Se pasó la mano por la cara antes de dejar el plato vacío donde estaba y caminar a la cama dejándose caer en ella, oliendo ligeramente por costumbre y tratando de deshacerse de la sensación de decepción.
Sabía que debía hacer y que si no estaba dispuesto a aceptar las razones de porque quería volver entonces simplemente debía cortar por lo sano y ya. Destrozar cualquier camino que le permitiera volver debía ser una buena opción pero sabía que en cuanto le diera el cierre al alfa él lo superaría y empezaría a centrarse en otras personas.
Era terriblemente egoísta pero quería que lo extrañara.
Pero esa sensación era solo por celos, no quería que estuviera con nadie más pero él tampoco quería estar con él.
Decidió que al siguiente día daría punto final.
Por supuesto, no lo hizo.
Cuando Narcissa llegó al día siguiente para verlo no parecía molesta, ambos tomaron el té en los jardines como que si nada hubiera cambiado. Hablaron brevemente de algunas cosas sin valor y luego de los preparativos para la boda de Draco, ella parecía estar conteniéndose para no saltar directamente al tema en cuestión y Lucius lo agradeció.
-Es en cinco meses. - Comentó Cissy, hablando de la boda de Draco.
-Veo. - Tenía tiempo, si o si debía encontrarse con él ahí entonces podía idear una estrategia plausible.
-Él necesita que seas parte de quienes lo ayudan en esto, Lucius. - La dama lo miró de manera dura y Lucius asintió.
-Volveré a colocar a ti y a Draco en las protecciones, no te preocupes. - Sonrió de manera suave tratando de tranquilizarla.
-E irás a la boda o te prometo que no verás más la luz del sol. - Su gesto no cambió en lo absoluto lo cual lo desconcertó sabiendo perfectamente que la amenaza era legítima.
-No me la perdería por nada. - Tomó otro trago de su té sonriendo ligeramente.
- ¿Ni por Lupin? - Ella atacó, bastante concisa. Lucius tomó su té en un intento de hacer tiempo para elegir que responder.
-Su presencia no hará que me pierda uno de los días más importantes para Draco. - El patriarca se quedó callado unos segundos antes de volver a hablar. - ¿Él... cómo está? - para su disgusto no estaba hablando de Draco, odiaba el hecho de que tener esa preocupación por el licántropo pero no podía evitarlo. La duda lo había acechado por demasiadas horas y aunque tratara de aparentar lo contrario realmente quería noticias de él.
Narcissa lo observó dejando la taza cuidadosamente.
-Según supe salió hace un par de días de San Mugo, Draco y su prometido lo fueron a visitar. Tu hijo estaba decepcionado del hecho que no hubieran terminado juntos. - Sonrió de manera suave, pero no había burla en su tono.
-Ese niño siempre ha sido un romántico internamente. - Trató de sonar divertido pero no pudo evitar el ligero dolor en el pecho.
-Te ama y quería que fueras feliz. - La rubia lo observó con seriedad.
- ¿Con un mestizo? - Trató de sonar desdeñoso pero su tono apenas salió con tintes de molestia.
-Con quien sea, Lucius. - Ella suspiró, cansada. -Por lo que escuché Severus siguió de cerca su recuperación ya que fue su poción lo que causo esto. Los medimagos dijeron que el alfa absorbió lo peor de los efectos secundarios y que tú, hipotéticamente, te llevaste lo más leve. Supongo que tardaste más en recuperarte porque no viste a un medimago. - Explicó.
-Yo estaba bien. - Trató de no endurecer su gesto, sintiendo la mezcla de culpabilidad y temor. No quería causarle un mal permanente.
Ambos se quedaron callados por varios minutos y se observaron mutuamente, ella parecía estar buscando algo en él y trató de parecer lo más recompuesto que podía. El suave tintineó de las tazas lo distraía apenas y sabía que debía informarle antes de que ella se enterara por otros medios o los cuadros, los retratos la adoraban.
-Estoy encinta. - De pronto sintió la culpa punzando al pensar que debió habérselo dicho primero a él y no a ella, pero trató de tirar lejos esa sensación.
-Oh. - No hubo sorpresa en su tono y Lucius agarró casi con furia una servilleta. - ¿Qué harás? - Ella alzó una ceja de manera interrogante.
-No lo sé. - Fue sincero, no había ningún plan. Bueno, sí, el cual era dejar al bebé cuando naciera con Remus y luego olvidarse de ambos, pero aún no podía sentirse bien con ese camino.
-Debes decírselo. - Narcissa apretó los labios.
-Lo haré. Cuando tenga tiempo. - Prometió, aún no quería pensar en cuando tendría que verlo. Primero debía tomar una decisión.
-Está bien ¿Cuándo se lo dirás a Draco? - Oh, Draco. No sabía cómo reaccionaría a una noticia así.
-En algún momento. - Cuando se sintiera listo.
-Bien. - Ambos volvieron a sumirse en el silencio y Lucius empezó a sentirse incomodo, el jardín y estar tomando el té así con esa normalidad antes le hubiera dado tranquilidad pero ahora no.
-Sabes si él... ¿Está viendo a alguien? - Se tensó al esperar la respuesta y se sintió disgustado consigo mismo.
- ¿Quieres que lo investigue? - Cissy levantó una ceja.
-No, solo preguntaba. - murmuró sin ser capaz de mirarla a la cara sintiéndose de pronto muy disgustado consigo mismo por ser tan débil. Debía sacar a Remus de su sistema cuanto antes y odiaba el hecho de no querer hacerlo.
Podía recordar perfectamente cuando lo había traído al jardín, las aves se habían ido espantadas tal vez sabiendo lo que era el licántropo pero eso solo le causo gracia. Él le habló sobre las flores, de cuales les gustaban y cuales eran del gusto de Narcissa, incluso dio una breve explicación de los arboles más antiguos de sus antepasados.
Luego, por una tontería de verlo por un balcón, lo había llevado a su habitación matrimonial. Si, vieron el jardín desde ahí pero luego se habían distraído rápidamente y podía sentir el fantasma de sus besos solo al recordarlo. Se estremeció y cerró su mano en un puño tratando de cambiar esa ola de cariño por ira, pero no pudo deshacerse de la sensación cálida y triste que le dejaba recordar esos momentos juntos.
Ambos hablaron un poco más y Lucius prometió hablar con Draco aunque no alargaba la invitación para Potter. Luego de eso solo volvió a encerrarse en su habitación releyendo las razones que tenía para mantenerse firme en su decisión pero cada vez parecían más ridículas.
¿Estaba en serio poniendo la pureza de sangre sobre todas las cosas?
¿Era incluso cuerdo hacer eso?
Siempre había estado orgulloso de su sangre y había sido desdeñoso con cualquier debajo de él, pero se había sentido feliz con Remus.
Aunque tratara de decir que lo que más extrañaba era el sexo no era cierto. También extrañaba sus besos, sentir su mano entrelazada contra la de él, sentirse rodeado y seguro entre sus brazos. Recordaba bien sus palabras suaves, sus pequeñas caricias en su rostro o cuando simplemente apoyaban su frente en la del otro y se quedaban ahí como que si el mundo no existiera, como que si no importara nada más.
Lo extrañaba todo, su presencia y su aroma, habían llegado a un nivel de confianza suficiente como para sentirse cómodo.
Había disfrutado de los pequeños detalles, incluso los últimos días de enlace se había acercado a la cocina para verlo cocinar. Incluso contra sus principios se sentó en la mesada y observó, sintiéndose de pronto muy absorto por él, sintiéndose algo divertido por los pequeños besos que recibió a cambio.
Le gustaba ser el centro de su mundo.
No pudo evitar imaginarse como sería, seguir viviendo en esa casa. La habitación de invitados tendría que transformarse en la del bebé, tal vez deberían pensar que colocar en las paredes, él sería un buen padre. Podía imaginar al alfa teniendo un bebé en brazos y adorándolo, y lo que más odiaba era el hecho de que él quería ser parte de ello.
Quería ser parte de esa familia.
Pero eso estaba mal y entonces volvía a meterse en ese círculo.
Eligiera lo que eligiera iba a decepcionar a alguien, sabía que los retratos no eran las personas en sí pero reflejaban bastante bien lo que pensaría su familia. Su madre lo había instado a hacer lo que quisiera, pero de nuevo, ella fue una Malfoy por matrimonio no por nacimiento.
Por Merlín ¿Estaba siendo prejuicioso con su propia madre?
Masajeó su frente sintiéndose de pronto muy cansado y triste, sabiendo que la realidad era que incluso si no hubiera ningún bebé él buscaría una excusa para tratar de volver a verlo.

No te metas con el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora