Problemas

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Lamento la demora. Miles de gracias por leer.
Este capítulo está sin corregir, así que lamento cualquier error u oración sin sentido.
Pd; no soy muy buena haciendo peleas de hechizos c': lo siento.
¡Cuando tenga mas tiempo haré la lista de agradecimiento!

El patriarca  sacó su varita, con un movimiento todo desapareció y dos copas aparecieron en su lugar

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El patriarca  sacó su varita, con un movimiento todo desapareció y dos copas aparecieron en su lugar. Lucius resopló ligeramente, no iba a tomar nada que fuera aparecido por ese hombre.
Se hizo un poco para atrás notando como la mesa se transformaba en una más pequeña como para cuatro personas, acercando su silla de nuevo cuando terminó la transformación. Por algo era el mejor restaurante privado del lugar.
El silencio se mantuvo hasta que todo volvió a estar en orden, Greengrass agarró una de las copas dando un pequeño trago antes de ver con algo de molestia al otro patriarca.
—Es estúpido que ataques de esa forma, ya no tienes ni la mitad de prestigio que tenías antes de la guerra. Y es solo más tonto que trates de engancharte de la reputación de otro hombre. Nada, absolutamente nada te devolverá lo que tuviste, no importa con cuantos alfas te acuestes. — Lucius agarró la otra copa sin beber nada sospesando la opción de tirársela a la cara, no necesitaba que alguien de su misma línea y que solo había tomado una decisión que resultó ser mejor que la suya viniera a regodearse.
Sobre todo no alrededor de Draco.
— ¿Así de esto se trata de eso? ¿Hacerme enojar? — Presionó burlándose.
—Mi mundo no gira a tu alrededor. — Greengrass dejó la copa vacía sobre la mesa y lo miró con desdén.
— ¡Que novedad! ¡Espera, siempre estás siguiéndome! — Señaló furioso apretando la fina copa que no se rompió por los hechizos amortiguadores que tenía.
—Solo nos hemos cruzado un par de veces. —
—No me importa que esté pasando por tu cabeza, deja a Draco fuera de todo esto. — Tal vez alguna vez había estado interesado con que Draco pudiera dirigirse un poco hacia alguna de las muchachas. Eran Sangre pura y de primer categoría a pesar de que su madre era una beta, pero esas conversaciones se las había dejado a Narcissa porque había evitado a esa familia desde el incidente.
Un acuerdo hablado mientras tomaban té y con los niños que ni siquiera sabían leer un texto completo no contaba. No habían firmado nada y por ello no les debía nada.
—Tu hijo está marcado y casado, a ti no te corresponde luchar por él. Estoy aquí porque sabía que habría otros dos alfas y mis hijas son omegas sin unir. — Señaló sin perder su expresión, el rubio resopló sin mantener la compostura.
—Narcissa no sabía que venías por lo tanto Draco tampoco. — Acusó.
—Y eso no es un delito. —
—No juegues con mi paciencia Greengrass…— Amenazó dejando la copa sobre la mesa y mirándolo directamente a los ojos. Se sentía molesto, sabía que Draco podía manejarse solo pero su hijo nunca había logrado ser tan duro en los negocios.
Era egocéntrico, sabía dónde morder pero era muy confiado. Había cosas que solo la experiencia te daba y Draco aún no la tenía.
Podía sentirse tranquilo con que su hijo se mezclara con personas de su generación, que jugarían más o menos como él y que tuvo que conocer en Hogwarts ¿Pero jefes de familias que tenían las edades para ser su padre o su abuelo? No. Aun Draco no sabía manejarse con ellos.
Y estaba seguro que  Potter era mucho más confiado que su hijo por lo cual hacía que su protección fuera bastante efímera desde esa parte.
— ¿O qué? ¿Me hundirás? ¿Con que poder? Ahora estás bajo la protección de un hombre que estuvo en la orden del Fénix, mira no me interesa como lo enredaste. El señor Lupin es un adulto y él sabrá qué hacer con respecto a ti.
Ahora tu apellido no te da poder, lo que te lo da es que eres “posible pareja de…”— Se burló ligeramente y Lucius no pudo evitar sentir su rostro caliente de rabia.
No iba a dejar que le restregara en la cara como habían cambiado las cosas y como ahora, el apellido de Greengrass tenía la misma importancia que tenía decir Malfoy antes.
—Aun así puedo lastimarte. — Amenazó agarrando su bastón por debajo de la mesa y volviendo a una expresión más neutral.
Emocional, las hormonas siempre lo ponían más emocional y en los negocios eso no servía de mucho.
— ¿Por tu cuenta? Claro que no. El ministerio debe estar monitoreándote, no quieren que le hagan nada a su precioso salvador del mundo mágico. Y quien sabe, tal vez el señor Lupin es solo una ramita de olivo para tenerte más vigilado. — Lucius le sonrió con desdén al escucharlo.
—No tengo porque darte explicaciones de nada con lo que respecta a él y yo. — Bajó su mano casi por instinto hacia su vientre apoyándola solo unos segundos ahí antes de agarrar su varita.
—Eso está muy claro. Te agarraste de quien pudiste para salvar un poco de tu nombre, no sé cómo lo convenciste de ayudarte con el bebé que cargas y porque él parece tan atraído hacia ti. No me meto en los gustos de la gente de a quien llevan a su cama.
Oh ¿O tal vez lo convenciste del que bebé era suyo? ¿Qué excuso usaste para que no te marcara y así no perder el bebé? No, él es un hombre lobo. Debe saber que estás mintiendo. — Greengrass negó con la cabeza como si verdaderamente le importara.
— ¿Enojado porque busque su protección y no la tuya? —  Atacó donde sabía que aún dolía. Si aún no podía evitar sentir los destellos de miedo al ver los dientes de ese alfa entonces la vergüenza de haber sido rechazado debía seguir en él. Greengrass lo había demostrado varias veces y, aunque lo ocultara, no era un pan de dios.
Ninguno de salvaba de tener una vena caprichosa a pesar de su edad.
—Sorprendido que hayas elegido a alguien que piensas que está más debajo de los muggles. — El alfa respondió despacio luego de unos segundos de silencio pero por la dureza de su expresión Lucius notó que había dado en el blanco.
De alguna manera le recordaba las discusiones con Weasley, eran divertidas de alguna manera aunque terminar con un ojo golpeado no lo fue tanto.
— ¿Así que de esto se trata? ¿De orgullo? Lo elegí a él porque podía darme más de lo que cualquiera podía darme y era más fuerte. Mi omega ni siquiera dudó en dejarse marcar mientras que con otros… peleó hasta el final. — Tal vez si lo presionaba lo suficiente pudiera avergonzarse y así dejar en paz a su hijo de una vez.
No lo quería rondando a su familia sobre todo no por pleitos que debieron terminar hacía décadas.
—No escarbes viejas heridas, Malfoy. No está tu licántropo para protegerte. — Le recordó peligrosamente y aunque el omega notó las feromonas solo gruñó por lo bajo.
—Nunca lo he necesitado para protegerme. — Alzó su varita al notar que el otro llevó su mano al bolsillo, ambos se quedaron quietos observándose de forma desdeñosa.
—Sigues siendo el mismo egocéntrico de siempre, no estás ni a la altura de lo que eras antes ¿Por qué crees que los omegas en espera son tan vulnerables? No estás extenso de esto.
Creo que nuestra conversación terminó, no haré tratos contigo. — Se levantó haciendo para atrás su propia copa haciendo que chocara contra la de Lucius, derramando el contenido. El rubio se levantó antes de que pudiera gotearle y usó la magia para desaparecer la bebida.
— ¿Quieres hablar de ego? ¡Mírate a ti! Te hubiera encantado que fuera contigo y ofreciera lo que sea. Pero no. — No pudo evitar alzar la voz, sabía que el lugar estaba protegido con distintos hechizos de privacidad.
¡No iba a aceptar regaños de alguien que se estaba comportando tan inmaduro como él!
—Agarraste lo que pudiste. — Se puso su abrigo sacando su varita, Lucius se quedó dónde estaba sin acercarse y aun manteniendo su varita en su mano.
—Agarré lo mejor, una vez que todo comenzó ni siquiera pude pensar en rechazarlo hasta tener la marca. El instinto también es fuerte y él sabe que alfas son mejores. — Sonrió con burla.
— ¡Como te atreves! — El mayor alzó su varita haciendo que ambos se apuntaran, aunque estaban a varios metros la atmosfera se sentía pesada. Había demasiadas feromonas de estrés y enojo en el ambiente pero parecía que ninguno podía notar las del otro.
—Baja la varita, Greengrass. No olvides quien fui. — Y no pudo evitarlo, tocó la cicatriz de la marca oscura sobre la ropa solo un segundo pero lo suficiente como para señalar perfectamente a que se refería.
—Deberías estar en Azkaban. — Apretó la mandíbula sin bajar su varita, parecía que ambos tenían varios hechizos pasando por su mente pero ninguno estaba dispuesto a ser el primero en atacar y llevarse los platos rotos.
—Vete a llorar a otro lado, que para eso eres bueno. — Miró hacia la puerta notando que el alfa estaba más cercano a ella por lo que sería mejor que se retirara primero.
—No podrás estar bajo su sombra mucho tiempo, Lucius. — El castaño claro frunció el ceño y bajo la varita pero se notaba furioso.
— ¿En serio piensas que yo…?— No pudo decir toda la frase antes de tambalearse un poco, apoyando su mano en la mesa para mantener el equilibrio sintiendo esa sensación conocida. Pero no debería, había tomado todos los recaudos antes de venir. Los anti feromonas, la falta de síntomas. No tenía sentido. Ambos se quedaron congelados unos segundos pero el rubio fue el primero en reaccionar.  — ¡Expulso! — Debería estar más cerca de la puerta pero la sensación de querer ir hacia una esquina y acurrucarse ahí tiraba de él. Era patética esa sensación y solo hizo que la bilis subiera a su garganta.
— ¡Protego! — Greengrass era lo suficientemente rápido para evitar el hechizo — ¡Desmaius! —
— ¡Impedimenta! ¡Petrifi…—
—Fluctus. — Alzó la voz evitando los hechizos con dificultad, el lugar no era pequeño pero ambos sabían que no había nadie que interviniera. Ni aunque rompieran todas las decoraciones los escucharían. La mesa había quedado tirada a un lado y las copas habían rodado en el suelo sin romperse, varios cuadros de las paredes habían terminado en el suelo pero en ninguno había “una persona” que pudiera ser de ayuda.
— ¡Expelliarmus! ¡cru…!— Ni siquiera pudo terminar de decirlo antes de sentir nauseas, pero esos segundos de duda fueron suficientes como para que el alfa recuperara su varita.
—Expelliarmus. — La varita salió volando hasta golpear contra la pared, incluso ese pequeño ruido se sintió muy alto. Lucius miró al alfa con desdén notando por primera vez que tan lejos estaba su bastón de él ¿Cómo había podido pasar eso por alto? —En tu estado no puedes hacer maldiciones imperdonables, Lucius. Es una lástima que suelas usarlos casi siempre. —
El collar, tenía el collar. No iba a poder sacárselo ni removerlo.
Las feromonas del ambiente no dejaban de marearlo y eso evitaba que pudiera pensar con claridad, pero aun así cuando notó que el alfa bajaba su varita extendió su mano llamando la propia quien voló hacia él con velocidad.
— ¡Obscuro! — Había tantas maldiciones, hechizos de protección y defensa pero solo ese había pasado por su mente con la suficiente rapidez.
— ¡Expulso! —
El rubio se arqueó  al sentir el golpe contra la pared de nuevo aferrándose a su varita, se sentía confundido y asustado en partes iguales ¡No tenía sentido! Había sido un mortífago, una pelea no era nada para él pero en ese momento se sentía congelado.
Cuando lo notó quitar el hechizo de sus ojos sintió que la sensación de peligro lo superaba, sentía su corazón latir fuertemente y, a pesar de lo fuerte de sus feromonas, sentía un total rechazo contra la persona que se le acercaba.
Lejos de usar la magia le dio un arañazo en la cara haciendo que ambos se congelaran.
La última vez  que había hecho eso había terminado sangrando a punto de morir, se encogió y aunque el instinto parecía querer mantenerlo congelado ahí repitiéndose que tenía el collar pero sus miedos antiguos fueron más fuertes.
Desapareció.
Apenas apareció en la casa soltó su varita sintiendo la bilis en la garganta casi cayendo de rodillas. Respiró profundo el aroma a hogar que tenía su casa pero no logró tranquilizarlo, la sensación húmeda solo aumento.
Entre medio de su cabeza palpitante por el ciclo falso y el dolor que no sabía de qué parte provenía sentía que su visión estaba borrosa. Al buscar sentarse apoyando su mano en el suelo notó que esta se manchaba con sangre.
¿De dónde…?
Ni siquiera pudo terminar de preguntárselo.

No te metas con el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora