Primicia

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—He ordenado que le lleven una muda para que pueda cambiarse, ya debería haberlo recibido— decía la grave voz de Erwin al otro lado del teléfono

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—He ordenado que le lleven una muda para que pueda cambiarse, ya debería haberlo recibido— decía la grave voz de Erwin al otro lado del teléfono.
Apenas y había terminado de decir aquellas palabras, cuando llamaron a la puerta del baño.
Con la camisa abierta y el móvil en su oreja, Levi fue hasta la puerta y abrió.
Allí estaba Petra con una bolsa para guardar la ropa, especialmente trajes.
La joven al ver a Levi, con la camisa abierta, mostrando su bien trabajado y perfilado cuerpo, enrojeció ante la vista que Levi ofrecía.
Carraspeando un poco su garganta, trató de mantener la compostura.
—Ó-órdenes del señor Smith, me ha pedido que le haga entrega de esto…— dijo sin apartar su vista de aquel cuerpo.
Tras entregarle la bolsa a Levi, Petra dio media vuelta y se marchó, nerviosa y tropezando con algunas mesas que habían un poco más allá.
Avergonzado por presentarse así ante una chica, volvió a cerrar la puerta del baño, una vez que la joven se perdió de vista.
Sin embargo, la reciente y vergonzosa situación se esfumó de su mente para dar paso al altercado que tuvo con aquella mujer en el hotel, y  razón por la que se hallaba ahora, con su ropa apestando a alcohol, y con un traje que su jefe le había enviado.
Por alguna extraña razón, empezaba a sentirse molesto, y para tratar de calmar su repentino enojo, decidió darse una ducha. Ya no le importaba si Erwin lo esperaba en el salón de eventos del café.
Era el baño de uso exclusivo del personal, y todos ellos sabían que Levi había entrado ahí y que no saldría por un buen rato.
Media hora después, Levi salía radiante del baño en cuanto a aspecto, pero aún molesto. Su enojo no se iba.
Farlan e Isabel lo llamaron, pero él los ignoró, caminando raudo hasta donde lo esperaba Erwin y los demás.
Al entrar, Erwin estaba solo en la sala, lo que pareció extraño a Levi.
—Señor Ackerman…— dijo y se levantó de su silla para recibirlo — lo siento… Hanji y Mike han tenido una emergencia… me han pedido que los disculpe con usted por marcharse tan repentinamente…—
Levi, sin decir nada aún, se sentó frente a Erwin y se quedó observándolo intensamente.
— ¿Sucede algo señor Ackerman? — preguntó Erwin nervioso al ser observado con tal intensidad.
—Tiene bonitos ojos…— soltó de pronto Levi, y sin preguntar de quién era el vaso que había frente a él, lo bebió hasta el fondo al notar la osadía de sus palabras.
— ¿Disculpe? —
—Nada…— susurró y se llevó sus manos hasta su cabeza.
— ¿Se encuentra usted bien?— preguntó Erwin y fue hasta Levi rodeando la mesa, que aún no se había sentado en su lugar.
—No… no lo estoy… por alguna estúpida razón me siento enojado…— y espantando un poco a Erwin, Levi se levantó y tiró contra el piso el vaso que acababa de vaciar.
— ¡Señor Ackerman…!— dijo Erwin dando un paso atrás para apartarse un poco de Levi.
—Yo… lo siento…— susurró y abandonó la sala.
Al pasar frente al mostrador, tanto Isabel como Farlan se sorprendieron de ver a Levi en ese estado.
—Isabel, por favor envía a alguien a limpiar el salón de eventos—
—Levi…— lo llamó Farlan, pero el joven salió del café sin hacerle caso por segunda vez.
Erwin, lo siguió tras despedirse y disculparse con los jóvenes.
Al salir a la calle, vio a Levi que estaba a sólo unos metros del café.
El repentino actuar de Levi, no dejó indiferente, se preguntó que pudo haber pasado para que reaccionara así.
Erwin estaba nervioso. No sabía cómo actuar ante una situación como esa.
—Señor Ackerman…— volvió a llamar Erwin, pero esta vez Levi lucia mucho más tranquilo.
Apenas Erwin llegó junto a él, Levi alzó sus ojos a esa azulina y temerosa mirada.
—Lo siento… fui… fui grosero… lo… lo siento…— dijo Levi — creo que mi estrés llegó a su límite y…—
—No, no. Está bien. Todos colapsamos  en algún momento…—
Ambos hombres se sentaron en una banca cercana, y aunque Levi aparentaba calma, aún estaba alterado.
Se quedaron en silencio un momento, viendo pasar a la gente de un lado a otro, cargados de bolsas y enormes paquetes. Pues Navidad estaba a sólo dos días.
— ¿Ya está mejor? — preguntó con cautela el mayor.
—Si…— mintió y soltó un largo suspiro — realmente lamento mi comportamiento grosero… no debí…—
—Se lo dije antes, no podemos aparentar todo el tiempo que estamos bien, somos humanos y tenemos límites, es solo que algo hizo que usted llegar al suyo—
Levi solo lo miraba.
—Veo que acerté en la talla de su ropa, ese taje le queda muy bien— sonrió Erwin.
El frío empezaba a calar los huesos, y empezaba a nevar.
Levi llevó sus manos hasta su boca para darles calor. Erwin notó aquella acción y propuso:
—Supongo que no querrá regresar a ese café, ¿puedo invitarlo a beber algo a otro lugar? —
— ¿Qué? —
—Acompáñeme— dijo Erwin y tomó la pequeña y fría mano de Levi y caminó con él un poco.
Erwin, levantó su mano y un taxi se detuvo al acto.
—Por favor suba— dijo invitando a Levi a subir.
Algo perplejo, Levi subió seguido de Erwin.
—Llévenos al mejor bar de la ciudad— dijo Erwin, y el coche emprendió su marcha.
— ¿Qué está haciendo? —  preguntó Levi de pronto.
—Voy a darle su regalo de navidad con anticipación, no hay nada de malo en eso o ¿sí? — Dijo y luego añadió con algo de vergüenza y sonrojándose levemente — por cierto… no sé si lo que dijo antes lo dijo en serio o solo fue el calor del momento…— carraspeó.
Leví se sonrojó a más no poder y ocultó su rostro entre sus manos.
—Maldición…— dijo sin quitar sus manos de su rostro — no… no fue cosa del momento… de verdad creo que… que tiene bonitos ojos…— admitió.
Si Farlan o Isabel lo escucharan, se estarían partiendo de la risa. Pues sabían lo tímido y torpe que podía ser su amigo en situaciones como esta. Aunque  solo estuviese  alagando a alguien.
“Que hombre más encantador” pensó Erwin, tratando de controlar sus emociones ante el hecho de que Levi, pensara que sus ojos eran bonitos.
Parecía un crío al que una muchachita se le había confesado. Cubrió su boca con una mano y evitó la mirada de Levi. Aquel sueño regresaba a su mente.
No dijeron nada más durante el resto del viaje. Y finalmente el chofer se detenía ante un enorme edificio.
—Bienvenidos al bar “Laguna Azul”
Era un edificio bastante común, pero según las investigaciones de Erwi, era un recito muy popular.
Tras pagar la carrera, ambos hombres bajaron del coche y se quedaron mirando el lugar.
Era un lugar como cualquier otro en cuanto a apariencia. Mesas que abarrotaban el lugar, se esparcían por cada rincón de este. Lámparas colgantes  de velas que iluminaban el salón, se mecían con suavidad desde el techo de madera que había sobre sus cabezas.
Una barra se divisaba al fondo del recinto, donde había varias personas bebiendo, y donde un clie
nte parecía estar coqueteando con la mujer que atendía el bar.
—Es un lugar acogedor — dijo el mayor, con una sonrisa.
—He estado aquí antes… o eso creo… siento que ya he estado aquí antes…—
— ¿De verdad? — Erwin pareció algo decepcionado.
—No estoy seguro pero siento que antes estuve aquí…— dijo Levi y llevó su mano hasta su cabeza pensando.
—Bueno — decía Erwin —  ¿prefiere ir a una mesa o a la barra? —
Levi se volvió a mirarlo.
—Supongo que la barra estará bien—
Sin duda, Levi era un hombre difícil de tratar pero que, con paciencia se podía llegar a tener una charla amena con él.
Cruzaron el local hasta llegar  a la barra, y Erwin llamó la atención de la mujer para que los atendiera.
— ¿Qué desea beber señor Ackerman? —
—Lo mismo que pida usted— dijo sin más el menor.
Tras pedir un “Julep de Menta” (un coctel) la mujer buscó dos vasos y preparó dicho coctel, para finalmente poner los vasos frente a ambos hombres.
La mujer lucia algo nerviosa, o al menos eso daba a entender. Erwin quiso preguntar qué era lo que le ocurría, pero luego recordó que ese no era asunto suyo y prestó toda su atención a Levi.
—Seré honesto con usted señor Ackerman— comenzó Erwin y Levi volvió  a fijar sus adormecidos ojos en el rubio —la verdad lo invité aquí porque quería disculparme debidamente con usted por lo ocurrido esta mañana en el hotel… y agradecerle por su ayuda a pesar de que hoy iniciaba con sus vacaciones—
—No es algo que ocurra a menudo pero, no hay nada que agradecer, solo hacía mi trabajo— respondía Levi.
— ¡¿Es usted?! —
Un repentino grito hizo que Levi y Erwin dieran un pequeño brinco en sus butacas. Ambos hombres se volvieron a ver a quién causaba tal alboroto.
Un hombre alto, rubio de barba larga al igual que su cabello, con varias arrugas en el rostro, se quitaba sus anteojos  y un pañuelo de su largo abrigo, para limpiar el cristal de sus lentes, pues el hombre actuaba como sin creer lo que veía.
Volvió a ponerse sus lentes, y luego del bolsillo interior de su abrigo, sacó lo que parecía un periódico y se los enseño  a ambos hombres.
— ¿Es usted Erwin Smith? — preguntaba aquel hombre y señalaba la portada de la revista que traía con él.
A Erwin se le desencajó el rostro. Claro que era él el de la portada.

“Famoso empresario dueño de uno de los hoteles de la cadena Freedom Wings, es visto en compañía de una misteriosa mujer”

Levi al notar la expresión de Erwin, arrebató de las manos de aquel desconocido el periódico que este les mostraba.
El desconocido empezó a reír ante la expresión de Erwin, que no  salía del shock ante la situación.
—¡¡Si es él!! Es Erwin Smith!! —
— ¿Cuál es el problema? — decía Levi tratando de reconocer a la mujer que aparecía en la fotografía.
La calidad de la imagen era bastante mala, lo que en parte aliviaba un poco a Erwin al descubrir que la mujer de la fotografía no era reconocible, solo su rostro sorprendido, era legible.
— ¿De qué está hablando? — Decía aquel extraño — ¿no sabe quién es el hombre que esta junto a usted? —
El enojo de Levi regresaba, no era la primera vez que la gente armaba escándalo por asuntos personales de algunos famosos, ya fuesen artistas o empresarios.
— ¿Y quién es Erwin Smith según usted? — pregunto con la voz cagada de enojo.
— ¡Este hombre aparte de ser el hijo de una de las familias más ricas del país, también se descubrió que tiene tendencias “raras”! — decía aquel hombre. Era como si le diera vergüenza hablar claro, pero Levi no estaba teniendo la paciencia para seguir escuchando tanta estupidez.
Levi bajó de su taburete y de inmediato jaló a aquel extraño por el cuello del abrigo, pasando por alto la diferencia de estatura. Pues Levi era bastante pequeño en comparación a aquel sujeto.
— ¡Habla claro o piérdete! — susurró con furia.
El hombre, algo nervioso por la reacción de Levi, levantó sus manos doblando sus codos para calmar al menor.
—Digo que es raro que este hombre — señaló a Erwin — sea visto con una mujer, cuando  todo el mundo sabe que los hombres son su debilidad—
Sin duda era algo que no esperaba oír del hombre junto a él, y que era su jefe.
Levi, sin soltar a aquel hombre, se volvió a ver a Erwin que ahora le daba la espalda.
— ¿Y qué? — Replicaba Levi — ¿Cuál es el maldito problema con eso? —
Se volvió a mirar al sujeto desconocido otra vez, y esta vez Levi lo tiró contra el piso del bar.
La mujer se escabullo detrás de la estantería de licores, mientras que otros clientes rodeaban a quienes estaban causando problemas.
— ¡A ti que te importa cuales sean sus tendencias y gustos! Cuando te afecten entonces ven a buscarlo para que puedan arreglar sus diferencias, pero si no, no fastidies—
Se levantó tras decir esas palabras, sacudió un poco su traje y tiró el periódico en la cara de aquel hombre.
—Vámonos señor Smith— dijo Levi y dejó unos billetes sobre el mesón para pagar por los tragos que nunca bebieron, y tomó tal como habían hecho con él antes, de la mano a Erwin y quitarlo de la mirada curiosa y reprobatoria de los clientes.
“Maldita manera de finalizar un periodo de trabajo” se dijo mientras ambos hombres salían del bar.
Sin duda, todo estaba saliendo mal.
Fuera del bar Erwin pareció recuperar el habla.
—Esto no es lo que tenía planeado…—
—Lo que diga esa gente de mierda me tiene sin cuidado…— dijo y ambos se detuvieron un  minuto.
—Señor Ackerman…—
—Es su vida privada y nadie tiene el derecho de meterse en ella, aunque sea para vender— dijo y bajó su mirada a la nieve que cubría el suelo — no quiero ese estúpido regalo, y supongo que no querrá volver al hotel—
Levi, era ahora quien intentaba levantar el ánimo a su jefe, y tras tomar una vez más otro taxi, fueron hasta su apartamento.
Ahora todo encajaba, ahora Erwin, sabia porque Hanji y Mike, se habían ido tan repentinamente.
El rubio estaba en shock. No parecía poder salir de ese problema, y Levi al notarlo solo hizo un gesto de pena.
Una vez que llegaron hasta el apartamento, Levi encendió la calefacción, y luego encendió la cocina para poner la tetera y beber algo caliente. Ni toda la tensión del momento podía subir un poco la temperatura.
Llevó luego dos tazas de humeante té negro, y entregó una de ellas a Erwin.
—No puedo saber qué es lo que siente en este momento, pero si puedo entender un poco aquel sentimiento— dijo — pero, no debería darle importancia, mientras haga su trabajo como se debe no habrá razón que darle a esos estúpidos periodistas… lamento mi vocabulario de hace un rato… no suelo ser, solo que seguía enojado y me desquite con ese tipo…—
Erwin miró su taza mientras Levi se la entregaba.
—De hecho, creo que no encuentro las palabras para agradecerle del todo…— lo interrumpió Erwin —primero se interpone y me protege de la agresión de María y ahora esto…—
— ¿Cómo podría no salir en su defensa si yo soy igual que usted? —
Erwin, apartó la mirada de su taza de té, y la clavó en Levi.
— ¿Igual a mí? ¿De que habla? —
Leví se apartó de Erwin y fue hasta el ventanal que daba al pequeño balcón. Erwin le siguió.
—Me refiero… — comenzó y apretó entre sus manos la taza que a pesar de estar caliente, Levi parecía no sentirlo — Me refiero a que…—

 
—Me refiero… — comenzó y apretó entre sus manos la taza que a pesar de estar caliente, Levi parecía no sentirlo — Me refiero a que…—

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