Penhouse

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Ha pasado mucho tiempo, lo sé, pero he tenido mucho trabajo y hoy celebré mi cumpleaños (sí, es mi cumple aunque sé que no les importa xD)

Apenas y tengo tiempo para poder escribirSeguiré actualizando pero tardaré debido al poco tiempo con el que cuento. Esperando que les guste este capítulo nos vemos en la próxima actualización. 




Aquella lengua exploraba con intensidad la cavidad contraria, y aunque ya había pasado bastante tiempo desde su última relación, jamás un beso le había parecido tan excitante.
Un cosquilleo afloraba a la altura del ombligo de Levi, la intensidad con la que su boca era apresada era increíblemente  placentera.
Su mano seguía presa de la de Erwin, pero la otra se posaba sobre el torso mojado y desnudo del rubio, mientras que Erwin, llevaba su mano libre hasta la cintura de Levi y lo acercaba a su cuerpo.
Erwin, comenzó a guiarlo hasta su cuarto, más específicamente a su cama.
—Ya le di su oportunidad, y no huyó, interpretaré eso como una invitación a seguir— se dejó caer con Levi sobre esta, atrapando las piernas del moreno entre las suyas.
Sin embargo, los nervios le jugaron en contra a Levi.
Erwin lo empujó con suavidad sobre la cama y volvió a besar aquella boca sin recato alguno. Pero la ansiedad y los nervios de Levi, lo hicieron colapsar.
Se sintió mareado y llevó sus manos hasta su cabeza y cerro otra vez sus ojos.
—Demonios...— murmuró el pelinegro, al tiempo en que Erwin se levantaba de la cama y se sentaba en el borde.
—Lo siento...— dijo Erwin al ver que había ido demasiado lejos.
—Estoy mareado— susurró Levi e intentó levantarse de la cama  — lamento haber venido sin avisar... me voy—
Erwin sentado también junto al menor, jaló de su mano con suavidad cuando Levi se levantaba para marcharse.
— ¿De verdad cree que lo dejaré ir después de lo que he hecho esta noche? Además es su cumpleaños ¿cierto? ¿Por qué no me deja darle el obsequio que no pude darle en su apartamento?
Levi se volvió al rubio en cuanto este lo tomó de la mano para detenerlo.
La  toalla que cubría la cintura de Erwin estaba suelta y cubría apenas sus partes íntimas y parte de su pierna izquierda.
Al notar que Levi miraba en especial aquella zona, Erwin acomodó un poco la toalla para cubrirse del todo.
— ¿Por qué me besó? —  dijo sin intentar siquiera soltarse del agarre y volviendo su mirada al frente.
— ¿Acaso no es obvia la respuesta? — respondió Erwin con otra pregunta.
—Lamento haberlo molestado señor Smith, me retiro — repitió, e intentó soltarse esta vez, pero Erwin no lo dejó.
—Usted me gusta.... —
Levi no daba créditos a sus oídos. Seguro ese hombre estaba jugando con él.
—Usted me gusta señor Ackerman...— soltó la pequeña mano del joven y se levantó de la cama.
Acomodó la toalla sobre su cadera y salió de la habitación hasta la sala de estar, donde tomó un vaso y se sirvió wisky.
Levi seguía en la habitación  de quién era su jefe. Llevó su mano hasta su cabeza. ¿Qué demonios le estaba pasando?
Al sentir un escalofríos recorrer su piel, se estremeció placenteramente al notar la razón de aquella sensación.
Abandonó también la habitación y siguió a Erwin hasta la sala de estar. Se detuvo a unos pasos del rubio y como un niño a punto de hacer algo que sabe que podría salir mal, quitó de las manos el vaso de wiski que Erwin tenía y lo bebió de un trago.
El amargor y el ardor del líquido, quemaba su garganta al beberlo de un trago. Se estremeció levemente  y soltó el vaso que rodó suavemente sobre la alfombra.
El líquido que se escapó por la comisura de su boca, lo  limpió con el dorso de la mano, y no pasó mucho tiempo para empezar a sentirse mareado.
No era que no tuviera resistencia al alcohol, pero estaba en una situación en que la agitación, el cansancio  y aún estaba algo débil por su fuerte gripe y reciente asalto a su residencia, estaban exigiendo a su sistema trabajar más intensamente que de costumbre.
La distancia entre ambos desapareció. Levi ahora estaba a centímetros de Erwin, pero como este era varios centímetros más alto que él, Levi se puso de puntillas sobre sus pies y acercó su boca hasta la del mayor rosando aquella boca que antes había besado la suya.
—Espero no arrepentirme de esto...—
Observó por un momento a Erwin, su cabello cayendo sobre su rostro con el agua escurriendo por todo su torso, la toalla peligrosamente  atada a la cadera del mayor, Levi terminó  por caer ante tal vista frente a él.
—Señor Ackerman...— susurró Erwin mientras veía como Levi lo devoraba con la mirada.
Levi soltó su corbata y desabrocho su camisa en la parte superior dejando parte de su torso expuesto, y con su mano libre, sujetó la toalla de Erwin y jalo de ella haciendo que el mayor acercara del todo su cuerpo al del menor.
—Que quede claro que usted inicio esto—
Apresó esa boca besándola con la misma intensidad con la que Erwin lo había hecho antes y ambos se dejaron caer sobre el sofá de la sala de estar.
Levi se montó a horcajadas de Erwin y este inmediatamente  lo tomó por la cintura.
El moreno sin separar su boca de la de Erwin, llevó sus manos hasta el rostro del rubio, asegurándose así de que no huyera de su beso.
—Señor Ackerman...— volvió a susurrar Erwin, pero Levi lo interrumpía besándolo una y otra vez.
Entonces, Erwin perdió totalmente el control sobre sí mismo.
Erwin era quien volteaba la situación, y ahora era él quien controlaba la misma.
La toalla se soltó del todo cuando Erwin se posesionaba sobre Levi. No iba a dejar pasar la oportunidad de tomar al joven, cuando este había ido voluntariamente a buscarlo al hotel.
La corbata de Levi se deslizo por un costado del sofá, mientras Erwin empezaba a quitar  el abrigo y el resto de la ropa del joven.
Cuando quitaba la camisa, un estridente y molesto sonido los alertó.
A lo lejos, el sonido del móvil de Erwin los interrumpía... otra vez.
—Le juro señor Ackerman que asesinaré a quién nos ha interrumpido— dijo con voz ronca y molesta.
Besó con intensidad la boca de Levi antes de levantarse y coger la toalla, para atarla a su cadera y empezar a caminar hasta su escritorio.
Era la segunda vez que los interrumpían cuando iba a iniciar con algo, incluso Levi se molestó de  la impertinencia de algunos.
Mareado, se quedó recostado en el sofá y cubrió sus ojos con su brazo. Aunque se sentía algo ebrio debido al wiski y todo lo que había bebido en su apartamento antes de salir, no era excusa para justificar que estaba cometiendo una locura al haberse ido a meter al hotel, y dejarse hacer por su jefe cuando apenas lo conocía. 
Al notar que su pantalón tiraba en su entrepiernas, cubrió su carita que se sonrojaba por la vergüenza de sentirse así de excitado por un hombre.
—No... no es cualquier  hombre... es mi jefe...— se dijo y enrollo su cuerpo como si de una bolita se tratara.
—Después de esto, no cabe duda de que debo renunciar...—
Se sentó con sus rodillas flexionadas y pegadas a su pecho, y las rodeó con sus brazos.
De pronto toda la adrenalina del momento se desvaneció. Ahora lo invadía el frio  y su pequeño cuerpo empezó a temblar.
Cogió su abrigo que estaba en el suelo y se lo hecho encima mientras esperaba a que Erwin regresara.
Los minutos pasaban y Erwin seguía en su escritorio.  Así que al entender que esa llamada tardaría en terminar, empezó a vestirse otra vez.
Pero cuando se levantaba para recoger su ropa, Erwin apareció en la sala de estar vistiendo solo una bata negra y una toalla colgada de su cuello
En sus manos, traía una humeante taza de té y la dejó sobre la mesita de centro y luego se sentó junto a Levi que había empezado a vestirse.
Erwin, lo miró con algo de tristeza y abrazó a Levi con tanto cariño que Levi soltó la corbata que acababa de recoger.
—Yo... ya me regreso a mi apartamento señor Smith...—
—Puede quedarse aquí. Es ya muy tarde y afuera hace mucho frío, además usted aun no se ha recuperado de su resfrío y su mano... — dijo y tomó la mano de Levi y besó otra vez aquella cicatriz.
—Señor Smith...— comenzó Levi hablando bajito.
—Lamento haberlo forzado a esto...— lo interrumpió Erwin — lo obligue  a venir aquí y...—
Levi se apartó de Erwin y lo miró.
—También tengo culpa en esto...  me aproveche  de que antes me hubiera besado  y de que me dijera... que le gusto...— nervioso con mano temblorosa llevó su mano hasta su cabello para quitarlo de su cara —no quiero que piense que me revuelco con cualquiera—
—Puede estar tranquilo no pienso de esa manera en usted. Conozco a su madre y sé que ella hizo un buen  trabajo con usted, y en el poco tiempo que lo conozco, he visto a un buen hombre no tiene que preocuparse de nada—
Ambos se quedaron mirando.
— ¿Puedo abrazarlo señor  Ackerman? —
El hombre de negocios, ya no estaba. Ante él, había un hombre que extendía sus brazos hacia él a la espera de un gesto tan inocente.
Levi se inclinó, y acomodándose entre  las piernas de Erwin, rodeo el torso del rubio y este  apoyo su rostro en el pecho de Levi.
Erwin lo abrazó también con cariño. Erwin nunca imaginó que Levi estaría abrazándolo, y mucho menos que hubiera respondido a  sus besos y caricias.
Erwin apoyó su cabeza sobre la melena oscura de Levi y se quedaron así por un rato. Disfrutando la calidez del menor.
—Gracias... y lo siento señor Ackerman—
—Ya no diga nada o lamentaré haber venido—

Mientras  Kenny, Farlan e Isabel se divertían, Kuchel se preguntaba donde andaría su hijo. Ya que era tarde y él aun no regresaba.
Mientras pensaba en eso, el teléfono del apartamento sonó.
Los demás, hicieron caso omiso al teléfono y Kuchel contestó.
Levi llamaba para hacer saber a su madre que no llegaría a casa hasta la mañana y que no lo llamaran.
Sin darle tiempo a responder cortó la llamada.
—Este niño...— sonrió al colgar el teléfono.

Afuera, la nieve no dejaba de caer cubriendo más y más con su manto blanco a la ciudad.
Pronto el apartamento de Levi quedó vacío y ordenado. Kenny y Kuchel regresaron al hotel en que se estaban hospedando. Farlan e Isabel regresaron a su apartamento donde continuaron celebrando la festividad en la intimidad.

Sin embargo, a unos cuantos kilómetros del hotel Freedom Wings, dos mujeres vomitaban bilis al ver que su invitado no había llegado y no contestaba su móvil.
Una, alta, esbelta hermosa y de largo cabello negro, estaba sentada a un extremo de la mesa.
Iba vestida con un hermoso vestido rojo oscuro que se ajustaba su perfecta silueta, su brazo estaba apoyado en la mesa y entre sus dedos, tenía una boquilla con la que fumaba su cigarrillo.
La otra, un poco más baja, de larga melena rubia atado en una elegante coleta, y ojos oscuros e inexpresivos. Su expresión dejaba en claro que todo aquel que no vistiera con ropas lujosas o tuviera una buena situación económica, no merecía siquiera respirar el miso aire que ella.
— ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué  tu hijo no vino? — la pelinegra estaba sentada frente a la mesa que estaba servida, pero no se había probado nada de los manjares allí preparados.
—Ese estúpido hijo mío... hasta cuándo va a obedecerme— respondía la rubia.
La mujer daba un golpe a la mesa mientras refunfuñaba.
— ¿Dónde demonios estará? —
—Te dije que recuperaría a Erwin, pero si tú no pones de tu parte eso no será tan fácil y lo sabes—
La morena movía su pierna y exhalaba el humo de su cigarrillo. Apartó su cabello negro dejando a la vista su bonita cara.
La otra mujer le dirigía a su receptora una mirada asesina. Era consciente de lo que sucedía y no necesitaba queella se lo restregara en la cara.
— ¡Lo sé! No tienes que decírmelo María...— dijo echando chispas — ¿Qué hay de nile? ¿De verdad te abandonó? —
—Lo dejé, ya te lo dije. Ese bastardo no era capaz de mantener  el dinero en la cartera mucho menos iba a poder mantenerme a mí—
— ¡Ah! Así que quieres seducir a Erwin por su dinero— se indignó la mujer.
— ¿De qué hablas? ¡No seas ridícula! Tengo derecho a una oportunidad con él tras el fracaso de la primera vez que salí con Erwin ¿no? —
La mujer solo miraba a la otra que le devolvía una mirada algo nerviosa. La madre de Erwin tomó una copa y sirvió en ella un poco de vino, pero la mujer estaba tan molesta que tiro la copa contra el suelo, destruyendo la copa y manchando la fina alfombra con el líquido oscuro.
—Señora—
Una suave voz temerosa habló en la sala en que estaban ambas mujeres.
— ¿Qué quieres? — pregunto rabiosa la mujer.
La mujer, temerosa, inclino la mirada.
—Tiene una llamada urgente, puede recibirla en su despacho señora—
La mujer temblaba ahora con gran brusquedad. Pero para su suerte, la mujer solo pasó por su lado dándole un golpe en el brazo.
Al entrar al despacho, cerró la puerta con seguro y se sentó detrás del escritorio y contestó la llamada.
Una voz grave hablaba al otro lado de la bocina.
—Está en el hotel, con su secretario Levi Ackerman,  se quedarán allí esta noche—

Té Para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora