El Primer Cumpleaños

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Aquellas palabras fueron susurradas en el oído del joven, y asintió, invitando luego a Erwin al balcón.

Los demás estaban sumidos en sus regalos y dejaron de prestar atención a Erwin y Levi.

Afuera, ambos hombres, se apoyaban sobre el barandal.

Ninguno sabía que decir o que hacer, pero Erwin, inició la plática.

—Yo... le agradezco su invitación, y también a su madre. Gracias por esta maravillosa velada—

—Ha sido un placer tenerlo en mi apartamento y compartir con usted...—

Ambos se miraron al notar que volvían a ser muy formales el uno con el otro.

—Lo pasé muy bien— continuó Erwin — hacía mucho tiempo que no me divertía así—

—Me alegra oír eso— comentó Levi mirando otra vez a la ciudad.

Erwin había perdido la cuenta de cuantas veces Levi se llevaba su cabello detrás de la oreja, cuando el joven lo hacia otra vez de manera un poco inconsciente.

Erwin, continuaba mirándolo, su mano se deslizó por el barandal buscando la mano de Levi cuando éste volvía a poner su negra melena detrás de su oreja.

Levi sobresaltado, ante repentina acción por parte del rubio, se volvió a mirarlo con el semblante enrojecido.

Intentó soltarse pero Erwin no lo permitió.

—No suelte mi mano por favor— pidió Erwin y devolvió su mirada azulina, a los grises que brillaban frente a él.

Levi desistió de soltar aquella enorme mano, Erwin la mantuvo entre la suya y continuó mirando a Levi.

Acercó su rostro al de Levi, acortando la distancia entre ellos. Y cuando sus bocas estaban a solo milímetros de la otra, el teléfono de Erwin lo interrumpió.

El rubio se apartó al instante de Levi, maldiciendo por lo bajo y un poco exaltado y regresó al interior para responder.

Mientras tanto, el corazón de Levi latía con una fuerza y rapidez irracional, lo que hizo que el menor llevara su mano hasta su pecho, intentando que su corazón se calmara.

Mientras que con una mano apretaba su ropa a la altura de su corazón, con la otra intentaba ocultarse de su propia vergüenza y nervios.

— ¿Qué demonios fue eso? — estaba temblando, y Levi era consciente que el frío no tenía nada que ver.

Varios minutos después, Levi oía que Erwin se disculpaba con todos porque debía marcharse, por asuntos del trabajo.

—Es mejor así, que se vaya pronto...— se dijo Levi temblando por los nervios.

Té Para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora