Hablarán De Ti Y De Mi (VALÚ AU)

Tentativa de realidad alterna

Malú POV

Un viaje demasiado incómodo, con un silencio pesado que se apoderaba de cada rincón del coche, los labios de las cuatro personas que ocupábamos el automóvil estaban unidos y lo único audible eran los sonidos provenientes del exterior.

Abrí mi bolso, tomé una menta que coloqué en mi boca y luego busqué la base compacta Chanel Poudre Universelle al tiempo que bajaba la visera para retocar mi maquillaje observándome en el espejo, o al menos así quería que lo percibieran los demás. Acomodé el espejo en el punto exacto para poder contemplar a Vanesa en el ángulo perfecto. En verdad podía percibir como todos los sentimientos más puros que existen en el mundo se abrían camino en mi interior, seduciendo mis sentidos para congraciarme suya.

Cada línea que marcaba los límites de su rostros eran dignas de admiración, el hoyuelo en su mejilla izquierda cuando volteaba a mirar a Jennifer justo después de que la hiciera reír me quitaba el aliento de una sola bocanada.

— Hazla reír joder, hazla reír. — suplicaba en silencio mientras la apreciaba.

Y volvía a suceder. como si Jennifer hubiera escuchado mis súplicas, su humor innato le dibujaba una vez más otra sonrisa ladera en el rostro. Yo me perdía en ese gesto, que me desarmaba, que me rendía, y que replicaba en mi como efecto rebote, una sonrisa en los labios de Vanesa trazaba una en los míos, contagiosa como el bostezo.

Me resultaba imposible pensar en otra cosa que no fuera ella, mirar algo que no fuera ella; alimentaban los deseos más lujuriosos sus piernas cruzadas donde sus manos descansaban, invitándome a alucinar con cada beso y caricia que en su cuerpo se perderían si estuviéramos solas en ese coche.

Debería encontrar una excusa para que eso sucediera; el automóvil aparcado, ella y yo. La idea de mi mano enredada en su cabello jalando con la fuerza justa y mi lengua deslizándose en su espalda mientras sus uñas se aferran al respaldo del asiento trasero, con nuestras respiraciones agitadas empañando las ventanas me estaba enloqueciendo.

— Lleva media hora observando su reflejo sin hacer más. — Con ese comentario que cayó como un balde de agua fría, Carlos me alejaba de aquellos pensamientos, mientras señalaba la base de maquillaje que descansaba sobre mi mano a un lado de mi cuerpo — Bueno, media hora es mucho decir, pero quince minutos fácilmente. —

— Ya, es que no estoy segura de necesitarla. —

— O está pensando en otra cosa... — Y en el mismo momento que pensaba negar su comentario agregó con una velocidad increíble — O en alguien. —

Nuevamente volvían a hacerse audibles los sonidos que provenían del exterior y esta vez serían perfectamente acompañados por mi respiración pesada. Nerviosa comencé a pensar en una respuesta que no llegó si quiera a formularse porque Carlos volvía a hablar.

— La conozco desde que era una pequeña calva, sin dientes, tenía el mismo largo que el maletín de su padre y no sabía hacer más que llorar todo el maldito día señorita María Lucia, y me atrevo a decir que es la primera vez que la veo deslumbrante, es decir, siempre ha sido radiante, pero ahora hay algo distinto, sus ojos tienen un brillo especial y hace unos minutos ha sonreído sutilmente, es la primea vez que puedo apreciar ese gesto en usted desde que era pequeñita y me sonreía cuando le regalaba algún dulce de contrabando sin que su padre se percatara. —

El silencio se hizo aún más profundo, cuando parecía literalmente imposible que eso sucediera; unos segundos abrumadores que fueron despejados por un carraspeo de garganta por parte de Vanesa, sabiéndose culpable, la responsable de todos aquellos cambios que tan metódicamente había nombrado Carlos.