Celos con sentido

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Vane POV

— No existe una suma de dinero que puedas ofrecerme para comprar mi silencio porque lo callaré y no porque me lo pidas tú, sino porque no hay nada que me avergüence más en esta vida que haberme acostado con usted señorita Sánchez Benítez — Lancé el trozo de papel sin objetivo de colisión alguno pero el karma hizo acto de presencia y dirigió el recorrido del bollo de papel hacia el rostro de María Lucía.

Nada me preocupó en haber alcanzado su rostro con mi disparo, me di media vuelta procurando mantener la dignidad y con mi cuerpo realizando esa firme postura ingresé al elevador. Al voltear encontré directamente sus ojos sobre los míos, lo que nos llevó a disputar una guerra de miradas dónde ninguna quería resultar perdedora.

En cuanto los laterales de mi campo visual divisaron que el cerrar de las puertas comenzaba, mi sistema empezó a debilitarse. Podía sentir los ojos inundados por lágrimas que intentando cumplir con las órdenes de mi mente procuraban que no desbordaran por ninguna de sus orillas.

Las puertas terminaron por unirse y mi cuerpo entero se descompensó. En una vuelta de 180° la parte alta de mi frente descansó sobre el espejo y las lágrimas al fin liberadas se deslizaban por mi rostro.

Un sin fin de gotas saldas recorriendo una y otra vez el mismo camino dieron inicio a un llanto desgarrador.

Lo que María Lucía acababa de hacer conmigo era digno de una persona sin sentimientos, una persona sin corazón. Y yo que al descansar mi cabeza sobre su pecho creí percibir el latir de algo similar a un aparato de esa índole.

Y me atrevo a decir algo similar porque lo suyo es un corazón que simplemente cumple con la función para la que fue creado, mantener con vida y de pie a quién lo lleva en su pecho. Todas las otras cualidades que la vida va forjando y según esas experiencias se va moldeando, el corazón de María Lucía parecía no haberlas aprendido nunca.

Aunque si era cierto que una gran parte de mi llanto se debía a la actitud de María Lucía, ya que desde un tiempo atrás mis sensaciones no la veían como alguien más entre el tumulto de gente, en su mayor parte se debía a que me había fallado a mí misma.

Sabía desde antes de darle rienda suelta a todos esos deseos que las personas como María Lucía no están hechas para personas como yo. Sabía muy bien que el noventa y nueve por ciento de las posibilidades finalizaban conmigo llorando dentro de un elevador que estaba a punto de abrir sus puertas. Sabía muy bien que alguien como ella disfrutaría de jugar al te quiero con alguien como yo.

Pero de nada sirve saber, si vas a permitir que el instinto te domine, si le vas a abrir las puertas a la tentación a la primera, todo lo aprendido quedará resonando en tus lamentos luego.

La voz del computador comunicó que me encontraba en planta baja y me encontró dándole pequeños golpes al espejo con la parte alta de mi frente que unos segundos antes descansaba sobre el. Sequé las lágrimas y al mirar mis manos las encontré con delineador en varias zonas, primer momento en mi vida que me arrepentía de llevar ese delineado doble que tanto me gustaba.

— Hasta logra que odiemos nuestros delineado favorito —

— Tu cállate de una puta vez — El sabelotodo que nunca se equivoca se llevó un ataque por parte de mis labios, que ya cansados como todas las partes que me conformaban, no soportaban escuchar sus continuos reproches.

Las puertas me abrieron acceso y sorbiendo por la nariz salí fuera, con la cabeza baja, para evitar que quién estaba esperando subir no fuera capaz de divisar mi estado.

Comencé a caminar, con el riesgo de colisionar contra algún objeto que se encontrara con un poco de altura ya que mis ojos solo observaban a mis pies caminar, pero me vi obligada a detener mis pasos cuando percibí una presión sobre mi brazo.

Hablarán De Ti Y De Mi (VALÚ AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora