Capítulo diecinueve.

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Louis miraba meticulosamente el rostro del rizado que descansaba a su costado. Estaba a escasos centímetros de distancia del suyo, bastaba un ligero movimiento al frente para que ambas narices rozaran y tan solo un poco más para que ambos labios también lo hicieran.

¿Cómo es que el tiempo pasaba tan rápido? Aún recordaba perfectamente la primera vez que habían dormido juntos. Fue la tercera noche de su estadía en Londres, cuando ambos jóvenes habían decidido rentar un pequeño departamento con el préstamo que Bleta, jefa de Louis, les había hecho con intención de ayudarlos y así gastar mucho menos que en dos departamentos separados.

Debido a la escasez de muebles y tiempo, habían decido dormir en una cama individual que venía incluida en la pieza. No pasó mucho tiempo hasta que ambos cayeron rendidos, durmiendo plácidamente acurrucados con una gruesa manta, lo suficiente cálida para cubrirlos del frío. No había sido la mejor noche de sus vidas, pero definitivamente era un agradable recuerdo que ponía un tanto nostálgico al castaño, pues en un principio realmente no tenían nada, pero al lado del rizado sentía que lo tenía todo.

Llevó su mano cuidadosamente al rostro del ojiverde, despejando la piel de su frente de algunos mechones desordenados que estorban en la misma, y sonrió ante la expresión de completa calma en su rostro.

— Hazzie—. Susurró, llevando su pulgar a la mejilla expuesta del aludido, acariciando con dulzura.

Su mente intentaba procesar como es que Harry luciría el vestido que Charlotte había escogido, pues a pesar de que él había pagado por el regalo, no tenía la más mínima idea de cómo era. De cualquier manera, sabía que el rizado lo usaría con seguridad y orgullo, eso era lo que realmente importaba.

Cuándo la expresión de Harry cambió a una somnolienta en señal de que estaba despertando, el castaño dejó de mover su pulgar, cerrando sus ojos con la intención de fingir que seguía dormido.

Los párpados del rizado se levantaron con pesadez, sobresaltandose ligeramente ante la cercanía con el rostro del contrario.

Su mano tomó con suavidad el pulgar del castaño, acariciando después el dorso de su mano. Condujo sus dedos hasta el brazo del ojiazul, provocándole cosquillas. Una pequeña sonrisa se curvó en los labios del mayor, dándole a entender al rizado que estaba fingiendo. Continúo así hasta llegar a sus cabellos castaños y con una sonrisa maliciosa golpeó ligeramente su cabeza.

— ¡Auch!—. Se quejó Louis, frunciendo el ceño.

El rizado río en voz baja, acarició su cabeza por algunos segundos y después llevó su mano al borde de la manta.

— ¿Por qué me golpeas?—. Preguntó el castaño, abriendo los ojos a la par en que hacía un puchero.

— ¿No estabas dormido?—. Cuestionó el rizado, enarcando una ceja.

El castaño lo miró con los ojos entrecerrados, incrédulo. Sacó su lengua y arrugó su nariz, como si se tratara de un niño pequeño. Harry río, rodando los ojos enseguida.

La mirada de Louis se plantó sin disimulo en los labios del contrario. Relamió los suyos y volvió su mirada a los orbes del contrario. Harry lo miraba sin expresión alguna, pero dentro de su cabeza, el debate entre romper el espacio personal o alejarse, se había creado.

La mirada del rizado pasó, de igual manera, de los ojos azulados del contrario a sus labios rojizos. Tragó luego de relamer sus labios y volvió a mirar fijamente al castaño. Se incorporó con ayuda de sus codos, inclinándose hacía el rostro del ojiazul.

El corazón de Louis se había acelerado, las mariposas en su estómago habían despertado. Sus ojos se cerraron débilmente, preparándose mentalmente para lo que podría suceder a continuación.

| Pretty Lie |  Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora