Capítulo final.

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[8 meses más tarde]

— ¡Debe de ser una broma!—. Exclamó el rizado, mirando con frustración la montaña de prendas acumuladas en el cesto.— ¡Es increíble! ¿Cuántas veces le he dicho que no debe mezclar las prendas sucias con las limpias?.

El rizado gruñó, dirigiéndose con pesadez al cesto, colocándolo encima de la cama para poder dividir las prendas.

— Louis... ¿Podrías, por única vez en tu vida, acomodar la ropa en su lugar?—. Cuestionó en voz alta, sabiendo perfectamente que no recibiría respuesta alguna.— ¿Cómo puede ser tan distraído y terco?, aún compartiendo la habitación se niega a hacer las tareas domésticas correctamente—. Continuó refunfuñando, colocando las prendas sucias del lado izquierdo de la cama y doblando las prendas limpias, colocándolas del lado derecho.

Al llegar a la última prenda y luego de sacudirla, el sonido de lo que parecía un objeto cayendo de la misma lo sobresaltó.

— ¿Ni siquiera puedes vaciar los bolsillos?—. Se quejó en voz alta nuevamente, incrédulo.

Luego de doblar la camisa y colocarla encima de las demás, llevó su mirada al interior del cesto llevándose una gran sorpresa.

Podía sentir como sí su corazón subiera a su garganta, impidiéndole así respirar propiamente. ¿Era lo que estaba pensando? ¿O acaso era una mala broma del castaño, utilizando esa pequeña caja para introducir algún otro accesorio lejos de ser un anillo de compromiso?

Su hambre de curiosidad le suplicaba tomar la caja y abrirla para así averiguar lo que se encontraba dentro, pero su desconfianza y costumbre a las malas bromas del castaño le suplicaban que hiciera caso omiso a lo ocurrido y saliera de la habitación. En ese momento descubrió qué, aún después de los momentos amargos que el castaño le había hecho pasar, existía una pequeña pizca de esperanza en su interior.

Acercó sus manos temblorosas al interior del cesto y tomó en ellas el pequeño estuche forrado de terciopelo color negro. Acto seguido, acarició con sus pulgares la textura de la caja, esbozando una pequeña sonrisa ante la satisfactoria sensación.

— ¿Sabes algo? En un inicio la idea de contraer matrimonio no se encontraba en mis planes—. Comenzó a explicar el castaño, sobresaltando nuevamente al rizado.

Harry se dió la media vuelta al escuchar los pasos del ojiazul en el interior de la habitación, preguntándose si el motivo por el que su corazón palpitaba tan rápido era a causa de la inesperada aparición del mayor, o por la emoción de pensar que una de las más grandes ilusiones que tenía siendo pareja de Louis estaba por ocurrir.

— El hecho de casarme no era realmente mi mayor sueño en la vida por obvias razones, pero después de conocerte, la perspectiva que tenía sobre la vida cambió por completo, me has enseñado tantas cosas de las cuáles estoy muy agradecido, pero lo estoy aún más con el destino por habernos puesto en el mismo camino.

Harry contemplaba con ojos desorbitados y labios entreabiertos al castaño, sosteniendo aún el estuche entre sus manos.

— Una persona me dijo que siguiera la brújula de mi corazón, la brújula que me lleva a mi verdadero hogar.— Continuó, tomando la caja de las manos del rizado con delicadeza.— Por más que intente desviar mi camino o alejarme de él, siempre terminaré llegando a ti porque tú eres mi único y verdadero hogar.

El rizado cubrió su boca con ambas palmas, sintiendo sus ojos cristalizarse ante la fascinante escena qué Louis le ofrecía, inclinándose lentamente para apoyar una rodilla en el suelo.

| Pretty Lie |  Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora