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Bracelet (castellano)
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Bracelet (castellano)__________________________________

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(Recuerdo)

Una habitación amplia, iluminada por una chimenea rústica, y adornada con mobiliario antiguo, recargado.
En ella se encuentra una anciana, con el pelo lacio recogido en un pequeño moño. Con sus ya viejas manos teje una bufanda, para la niña que se encuentra a sus pies.

- ¿Sabes? Tu abuelo me regaló este collar cuando aún éramos unos polluelos inexpertos- ríe divertida- Siempre me dijo que era un collar muy importante, que albergaba mucho poder, pero nunca le entendí-.

Hace una breve pausa para acariciar la mejilla de su nieta.

- Pensé que era una manera suya de encandilarme, pero él insistía en que no. Además siempre me decía que nunca me lo quitara, que con él siempre estaría protegida- sonríe, pero su expresión se vuelve nostálgica-. Puede que tuviera razón, por eso ahora quiero entregártelo a tí- deja en sus piernas su trabajo y procede a quitarse el collar-. Ya no tiene mucho que proteger, no me quedan muchos años de vida-.

- Pero abuela...- le interrumpe la niña.

- Lo sé, no quieres que me vaya, no lo haré, por ahora. Simplemente extiende tu mano- le dice de manera dulce-. Quiero que lo cuides mucho.

- Lo haré abu- le responde mientras observa el collar. Una flor de cristal, perfectamente modelada y coloreada, verdaderamente agradable a la vista.

(Fin del recuerdo)

Un día lluvioso, gris, sin vida alguna. En él una serie de personas se encuentran de luto, atendiendo a la ceremonia de entierro de su persona querida. La más pequeña de ellas parece observar un collar, con gran tristeza, mientras recuerda algo.

(12 años después)

Un día normal y corriente, como cualquier día de invierno. Es temprano por la mañana, pero aún así no hace demasiado frío; un día templado se presenta.

La cafetería de siempre se encuentra llena, algo que no es de extrañar. Es de las más bonitas de la ciudad, al lado del río, con una terraza para esos días de verano y un inmenso salón para esos días de invierno. Además está decorada de una forma tan sencilla, pero a la vez tan bonita, que es muy agradable a la vista. Por eso, no es de extrañar que esté llena.

- Un café cortado- pide una chica joven, unos dieciocho años aparenta tener. Su pelo lacio combina perfectamente con su gabardina, color pardo. Parece tener prisa, no para de mirar su reloj.

Tardan unos minutos en darle el café, pero en cuanto se lo dan, lo coge, da las gracias rápidamente y va hacia la puerta apresurada.
Con las prisas, sin darse cuenta, choca con alguien cuando estaba a punto de salir. De milagro no se le cayó el café, pero la otra persona no corrió tanta suerte.

- Perdona...- dice mirando hacia la persona con la que se chocó, dispuesta a disculparse como es debido. Pero, en ese momento, se le cortan las palabras. Sintió que ya la conocía.

- No pasa nada, yo también iba distraída- dice una chica de también unos dieciocho años, que se dispone a recoger lo que se le cayó.

Con esto, comienza a ayudarla. Su mirada se posa en la única pulsera que lleva la mujer, una piedra perfectamente modelada y coloreada, de colores muy parecido a los de su collar.

Sería la primera vez que la vería, pero también la última (o eso llegó a creer ella).

(60 años después)

Una habitación amplia, iluminada por una chimenea rústica, y adornada con mobiliario antiguo, recargado.
Como un "déjà vu", en ella se encuentra una anciana, con el pelo lacio recogido en un pequeño moño. Lee un libro entretenida.
De repente entra una niña muy agitada en la estancia.

- Mira abuela, mira- le dice a la anciana enseñándole su muñeca. En ella lleva una pulsera, una piedra perfectamente modelada y coloreada.
El semblante de la anciana cambia a uno de mucha sorpresa

- ¿Quién te la dió?- le pregunta atónita.

- Una señora en la floristería, me dijo que te haría mucha ilusión verla- le responde animada.

- La verdad es que sí- le contesta con una amplia sonrisa, como respuesta a su alegría.

Tanto la buscó para que ella la acabará encontrando antes, dejándole aquello que tanta intriga le daba.

La examinó por unos días, pero llegó a la misma conclusión que con su collar, simplemente era una pulsera. Aquello no tenía nada más que una carga sentimental, para la persona que se lo había dejado. Pero gracias a ello, ahora podía descansar en paz, sin pensar más en aquella pulsera.

- E.B.

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