Spinel | Stevnel [Nora Au]

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Soltaba unos cuantos sollozos, mirando mis rodillas y varios moretones en mis brazos y piernas.

—Para que sepas que no te debes meterte conmigo, nena —se burló uno de los adolescentes, alejándose. Me levanté con dificultad y palmeé mi cabello enrulado largo, sintiendo mis lágrimas bajar. Nuevamente había pasado lo mismo: se habían burlado de mi pelo y yo los enfrenté. Mala idea.

Corrí hacia casa, entrando y apoyándome en la puerta. Comencé a gritar con fuerza, llamando a mi madre. Ella se asomó y se me acercó, agarrándome en brazos. Al ella ser más alta y grande, podía sostenerme incluso con yo tan solo catorce años.

—M-Mamá... —ella me miró a los ojos y me besó la frente.

—¿Qué ocurrió? —ella miró mis rodillas y me dejó en el sillón, abriendo un botiquín.

—Lo mismo —me limité a decir. Ella suspiró y agarró un algodón.

—Esa institución es demasiado irresponsable, es la quinta vez en el mes —habló entre dientes. Su pelo enrulado, rosado, bajando por sus hombros como cascada. —Debería denunciarlos —la miré. Ella me miró y me sonrió. Se acercó a mí y me besó la frente, acariciando las dos coletas que estaban en mi cabello.

—No hagas eso... —susurré. —... ¿Y papá? —ella me colocó varias curitas e incluso en el rostro.

—En el autolavado, no entiendo por qué sigue trabajando, tiene una empresa de autolavado y es dolorosamente rico —se encogió de hombros. —Es muy... Humilde —sonrió enamorada.

—Lo sé —sonreí también. Ella se paró y me agarró de las mejillas, besando mi frente y rostro. —¡Basta! —chillé entre risas.

—Eres tan lindo, pichón —así ella me llamaba. Mirándome con una sonrisa y abrazándome. Yo me subí encima de ella, y me apegué, cerrando los ojos. Ella desató mi cabello y lo acarició. —Te amo mucho, pichón —yo cerré los ojos.

—Yo igual.