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—¡Mira que hermoso vestido! —observé atentamente la ropa de aquella mujer, bueno, hombre. Connie y yo nos habíamos entretenido con los programas de Drag Queen. Incluso era Halloween y planeabamos ir a una fiesta de disfraces, así. Con ropas extravagantes y maquillaje exagerado. Miró su reloj —es pronto... —susurró —... ¿Nos preparamos? —apagué el televisor y le di uno de mis mejores guiños. Nos colocamos los vestidos.

El mío se trataba de una pollera con vuelos hasta arriba de las rodillas de color rosa y azul con puntos blancos, y un top de color azul junto a una chaqueta rosa con una línea horizontal blanca. Me puse unas botas blancas y unos tiradores negros.

Ella sacó de su mochila distintos elementos para el maquillaje: correctores, base, sombras, etc. Lo clásico.

Vacilante me aplicó el corrector y la base, soltando varias risas entre medio.

—¡Listo! —exclamó y se contuvo a extender su sonrisa. Abrió el estuche de sombras y comenzó a aplicarme colores como el azul, rosa y blanco principalmente.

Sin más me apliqué unos lentes de contacto rosa y me miré al espejo.

—¡Ula, la! ¡Bella! —gritó. Yo la miré de reojo y de nuevo a mi reflejo. Me sentí completo, me sentía hermosa. Era feliz. —Bien, ayúdame con el mío —asentí y comencé a maquillarla. Ella hizo varias muecas, causando risas por mi parte. Era muy divertido. Al terminar, la observé y sonreí.

Entré al baño y acomodé mi esponjoso cabello negro, comenzando a colocar algunos moños de los colores ya repetidos.

—¡Te ves precioso! —una punzada dio en mi corazón. Me giré inmediatamente.

—Preciosa —corregí, guiñándole el ojo. Ella rió y agarró su mochila. Imité su acción y salimos de mi habitación. —¿Y tu padre? —me detuve al verlo en el sillón durmiendo con la televisión encendida. Me acerqué a él y la apagué, besando su frente.

—Buenas noches, papi —susurré sobre su frente y salimos de la casa.

...

La música retumbaba por el lugar. Yo me agarraba de las manos junto con Connie, quién meneaba las caderas al compás de la canción. Le di un caderazo y levanté mi mentón orgulloso en ese momento.

—¡¿Puedes ir por algo de beber?! —gritó. Yo parpadeé varias veces y asentí. Comencé a caminar hacia la barra del bar. Pedí dos cocteles sin alcohol y esperé. La morena inmediatamente se puso manos a la obra.

Observé a mi alrededor. Toda la gente bailando e incluso alcoholizada. Era todo tan... Espectacular. Me sentía libre. Me sentí cómodo con esa ropa, pero también culpable. Esto no era lo que debía ser. Debía vestirme con un disfraz de hombre no con una estúpida falda o con un maquillaje horrible. Mis problemas fueron a la garganta y comenzaron a ahogarme. Llevé una mano a mi rostro y pasé dos dedos por mi mejilla, quitándome el rubor aplicado.

—Oye, nena —me sobresalté. Giré mo cabeza y observé. Aquellos ojos raros. Llamativos pero simples. Rosas, ámbar, cafés, qué importaba el color. Su cabello pelirrojo atado en dos bellos moños. —Por favor, no te lo quites —me detuve a verte. Tenías el rímel corrido por toda tu cara. Tenías un horrible y asqueroso olor a alcohol y parecías haber llorado. Dudé pero quité los dedos de mi mejilla, me agarraste de la mano y me atrajiste a ti, besándome la mejilla. Instantáneamente me toqué ahí —oh, no, no. Quiero que te quede la marca —me sonrojé. Me habías marcado tus labios en mi mejilla con tu barato labial. Suspiraste —¿sabes? Todos merecemos que nuestra primera vez sea especial —te aferraste a la barra —¡todos merecemos recibir amor, ¿no?! —soltaste un sollozo. Supe entonces que habías perdido tu virginidad. No sabía si era por aquella musculosa desgarrada o esa falda levantada. Supuse que tu disfraz era de zombie y por eso toda esa perfecta sintonía.

—¿Estás bien? —te tomé con cuidado del brazo pero temblaste, empujándome.

—¡No me toques! —mordiste tu labio con fuerza. No sabía si estaba rojo por morder tan fuerte o por tu labial —no... Me toques... —susurraste.

—Spinel, ven, vamos a casa —una mujer se aproximó a ti, tomándote en brazo. Tú negaste con la cabeza mirando a esa mujer. Ella te abrazó o te forzó a que la abrazaras y te arrastró fuera de ahí.

—¡Steven! —miré a mi lado y vi a Connie con una sonrisa y sudando. —¿Y mi trago? —vaciló. Asentí y volví a mirar a la barra, donde estaba su trago.

No dejé de pensar en aquella mujer que te llevó.

La hermanastra de mamá.

Pink.

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¿No les... Suenan conocidas las palabras que dijo Spinel? Oh, sí. Las dijo Steven en Nora. En el epílogo e incluso cuando estaba en la cama con ella. Siempre insistió a que aunque sea sexo causal, debía haber amor. Creo que esto aclara esto, ¿no?

Qué habrá pasado, ¿no? Para que Spinel llore y... ¿Pink? ¿Acaso hizo algo...? ¡Oh, por dios! Steven y Spinel se conocían desde antes. Bah, Spinel no lo recuerda porque estaba tomada.

Qué tétrico, ¿no?

Steven comenzó a vestirse de mujer gracias a las Drag Queen. Interesante.

Cualquier duda o teoría, díganmela.

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Spinel | Stevnel [Nora Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora