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Sentí mi cuerpo arder en un momento. Sentí mi cuerpo mojado. Estancado. Movía mis manos a través de espasmos y solo tocaba la calidad de una tela. Fina, podía sentir un pecho plano. Intenté abrir los ojos y no pude, ¿cansancio? Sí, es probable. Esperé y esperé. Hasta que sentí aquella suavidad de otra tela mucho más suave. Terciopelo. No pude adivinar el color pero me forcé a abrir los ojos. Bueno, a entre cerrarlos. Podía oír la lluvia golpear la ventana pidiendo a gritos entrar. También podía oír los truenos fuertes que lentamente me despertaban. Iluminaban aquella habitación en penumbra. ¿Qué hora es? No estaba seguro si lo pensé o lo dije, ya que oí una voz algo conocida pero irreconocible para mí. Decía eso. Pude ver una mano algo bronceada, no demasiado, tocar un botón y la habitación se iluminó por una lámpara. Intenté removerme, pero seguía cansado. Estaba paralizado. De costado. ¿Dónde estaba? En una cama seguro. Pude ver bien unas delgadas piernas enredadas en unos pantalones de jean. Connie no era. ¿O sí? Parecía ser de noche. Connie no llevaba pantalones de jean pero quizás ahora sí. Un suspiro salió de la boca de aquella desconocida, ¿o desconocido? No sé. Hay miles de sonidos que no logro entender en esta habitación. Mis ojos parpadeaban de manera lenta, llegando a durar segundos. Terciopelo rojo. No, ¿azul? ¡Espera! Lila. Un suave lila apagado. Es una combinación entre pastel y gris.

-Calma, calma... -aquella voz me apaciguó y acarició mis rulos, enredándolos. -... Pareces cansado, deberías dormir -logré percibir como mi cuerpo apenas asentía y volvía a dormir.

...

Me acomodé nuevamente en aquellas sábanas de terciopelo. Abrí los ojos con pereza, pero no la suficiente. Suspiré y me senté en la cama. Pasé una mano por mi rostro, para de repente ver todo un líquido pegajoso. ¡Maldita base! Observé a mi alrededor y miré al lado mío. Una cabellera pelirroja. Mi corazón se paró. No sabía si era por la oscuridad o qué pero estaba apunto de volverme loca, ¡digo! Quiero decir, loco. Uy, apuesto que debo parecer un asco pero... Me volví a acostar y observé los hombros de aquella persona. Me acurruqué entre las sábanas y aspiré su olor. ¿Canela? Nunca fui fan del olor a canela pero era delicioso, debía admitirlo.

Espera.

Esta persona huele a canela. Es pelirroja, tiene hermosos hombros, piernas largas y...

-¡¿Lars?! -grité y caí de espaldas, llegando a chocar con el piso. Por suerte, la cama era baja. Él se removió en la cama y abrió los ojos, sentándose. Me miró y yo me cubrí el rostro con aquellas sábanas. ¿En serio me vio vestido de mujer? Pensará que soy un ridículo. Bueno, lo soy pero...

-Steven... -masculló -... Son las cuatro de la mañana -habló mirando el reloj -vamos a dormir.

-¡¿Acaso tuvimos sexo?! -me alarmé más.

-Deja de gritar, tienes suerte que mis padres no estén -palmeó la cama y comencé a respirar agitadamente. Tuve sexo con Lars. Aquel chico que me gusta -y no, no tuvimos sexo -mierda. Mis esperanzas de dejar de ser virgen con justo el chico que me encanta se fueron al caño. -Solo Connie me llamó y me dijo que te fuera a buscar al cementerio... Te encontré y... -un bostezo -... Te traje aquí -sus párpados tambaleaban. No podía culparlo. Era una carga. No podía hablar de todo esto a las cuatro de la mañana -por favor, vamos a dormir -asentí y palmeé mi cuerpo. Oh, dios, estaba completamente desnuda. Corrección: desnudo. Solo estaba en bóxers. Busqué el baño y entré, lavándome la cara. Con dificultad, logré sacarme el espantoso maquillaje que quedaba. Apreté los puños. Pobre Lars. Estaría odiándome.

Spinel | Stevnel [Nora Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora