Una vez más, había de dos; hacerle caso a Connie y dormir, que bien le hacía falta; la otra, torturarse a sí mismo con todo lo que estaba a punto de venirsele encima.
-No, no, Steven Universe, hoy tendremos que ser egoístas, nada de distracciones.- puso su celular en silencio y lo dejó en un mueble lejano.- Ya nos preocuparemos después- se acomodó dispuesto a dormir.
Cumplió su palabra, en menos de lo que pensó se entregó al sueño profundo, no se percató de que su dispositivo móvil se ilumino por segundos, un mensaje entrante.
°
Se levantó tratando de ignorar el hecho de que probablemente unas miradas fieras le amenazarían apenas bajara de su pedestal.
-Steven, buenos días- dulzura matutina, es lo que necesitaba, no dudo en responder amablemente.
-Buenos días, Perla- al menos había alguien en esa casa que no le juzgaba.
-¿Qué te apetece desayunar?- se acercó para acariciar su cabello.
-¿Hay masa para Hot cakes?-
-Claro, deja te preparo unos-
°
Pasaron el rato charlando de cosas triviales, hace tiempo que no compartían tanto diálogo. Ahora mismo, la delgada untaba la masa en el sartén en circunferencia.
-Listo, servido- acercó un plato con el alimento.
-Gracias- su boca se sentía salivar, el olor empezaba a deleitar sus sentidos.
Su comida transcurrió tranquila. Hasta que...
-Debo irme, sería bueno que nos hicieras una visita en el Little Homeworld- su figura materna se despidió con cariño.
-¡Claro!- agitó la mano unos segundos, dio la vuelta para retornar a su café.
-Hey Amatista, hay masa para Hot cakes en la cocina, no te la comas cruda- voces que venían de afuera, seguido de ello, la puerta principal se abrió.
-Sí, sí, lo sé, no te pongas histérica desde temprano- se dirigió a la más alta que ahora emprendía su viaje de ida, daba un vistazo a su trayecto.
El chico se tensó rápidamente, no quería cruzar palabras.
-¿Y... Qué planeas hacer ahora?- sin invitación, se sentó al lado del híbrido.
-¿Sobre qué?- claro que sabía, se hacia el tonto.
-Viejo, no te hagas- no le quería decir nada, se vio obligada a insistir.- ¿Estas consciente de qué Connie te ama, verdad?- esas palabras le taladraron la mente.
-Claro que sí...- comenzaba a sentirse mal.
-¿Tú no la amas?-
Estaba frígido, empezó a sudar frío.
-Claro que sí- recordaba poco a poco los momentos compartidos, el pasado le absorbía, era su pareja soñada.
-¿Entonces por qué le haces esto?-
-No sé de qué hablas- ya no se sentía a gusto en la sala, se levantó del asiento dispuesto a subir a su cuarto.
-¡Amigo, te éstas besando con otra persona!- le siguió en su trayecto.- Ni siquiera una persona, ¡una gema!-
-¿Qué tiene de malo el que sea una gema?-
-El problema no es sí es un alíen, mutante, monstruo- le tomó del hombro.- Estamos hablando de Spinel, ¡ya sabes cómo es ella!-
Se giró molesto.
-¿Ahora qué rayos estás diciendo?- su ceño se frunció en evidente disgusto.
-Vamos, sabes que ella es una gema explosiva, tiene un trauma, es un peligro cuando pierde el control-
-¿Tú qué sabes?- sus pasos fueron amedrentando el valor de la otra, empezaba a intimidarle.- Tú no estuviste a su lado desde el principio. Ha estado tratando de superar ese "trauma", ha luchado por ello, no es fácil, ¿si quiera te has percatado de su progreso?, no- su piel poco a poco se encendía en un tono rosa.
La morada cayó en cuenta de sus palabras, sentía miedo ¿Qué estaba pasando?
Él siguió su camino, la de cabellera albina no fue detrás.
°
Ahora se sentía con pesadumbre, su perfecto desayuno había quedado en el olvido después de ese mal sabor. Tenía que despejar su mente, debía recoger a Connie, no especificaron una hora, pero tampoco quería que salieran tarde.
-¿Amatista?- al momento de revisar los cajones, unos pasos se escuchaban subiendo a su habitación.
-No, soy yo- la gema de corazón hizo acto de presencia en el lugar.
-¿Spinel?- inmediatamente la otra se lanzó a él en un abrazo.- ¿Qué haces aquí?-
-Que seco- sin quitar los brazos de sus costados se apartó un poco.- ¿Olvidaste que hoy me ibas a enseñar a terminar esa canción?-
Maldición...
-Oh... cierto- efectivamente, no lo recordó.
-Lo suponía, te mandé un mensaje en la noche, pero no contestaste- sus manos se deslizaron lejos del otro. Se dirigió a su cama para sentarse.
-Oye, de casualidad, ¿Amatista está abajo?- preguntó nervioso.
-No, de hecho cuándo llegué todo estaba en silencio-
-Qué alivio- suspiró y se sentó al lado de la magenta.
-¿Piensas ponerte camisa, muñeco?- le sonrió de forma divertida mientras le miraba.
-No me llames así, es extraño- no se había percatado de que dejó olvidada su labor anterior por ver a su recién invitada.
-¿Por qué no?, me recuerdas a uno- ese sobrenombre venía acompañado de una anécdota de cuando husmeaban los pasillos de un centro comercial.
-Ya sabes lo que pienso de los apodos así- la otra se soltó a reír, le gustaba molestarlo, normalmente lo hacía por ver su cara, aunque también porqué...
-Esta bien, ya entendí, muñeco- volvió a resaltar lo ultimo con malicia.
El otro no dijo una palabra más, se abalanzó sobre su compañera y le sujetó por las muñecas. Con determinación él se acercó a su cuello, con los dientes mordía tenuemente, en cuestión de segundos aumentó aquella presión causando un respingo en la de cabellos magenta, le gustaba cuando el humano-gema hacía eso por alguna razón. A veces se le daba por querer hacer lo mismo, aunque sus intentos eran vanos. Le atraía la idea del chico teniendo el control sobre ella en ese tipo de situaciones.
Con el paso del tiempo, sus pensamientos fueron cambiando, la inocencia acerca del tema se estaba perdiendo, ya no eran tan ingenuos, el tiempo que pasaban juntos lo empleaban para aprender más el uno del otro, en muchos sentidos...
Las manos de Spinel recorrían la espalda desnuda del joven, la piel era ligeramente fría debido a la desconsiderada exposición, no como normalmente solía ser debido a las prendas que le mantenían abrigado. Sus manos seguirían un trayecto más avanzado, esta vez quería deslizarse más abajo de lo permitido, además, si él podía, ¿por qué ella no?
Un ringtone perteneciente a algún celular les hizo parar.
El de rizos se separó de la otra para atender la llamada, por otra parte, la de coletas se sentía un poco frustrada, estaba por tomar la iniciativa, pocas veces se le daba, ahora tardaría para recobrar esa confianza.
-Hola- trató de sonar normal.
-Steven, ¿a qué quieres que vaya a tu casa?- le interrogó Connie del otro lado.
-No, no, yo pasaré por ti, no te preocupes- se había puesto un poco intranquilo, tenía que recobrar sus planes con la morena.
-Spinel- llamó el nombre de la gema.

ESTÁS LEYENDO
31 DÍAS DE JUEGO
FanfictionSteven se encuentra en una etapa de "crecimiento" muy peculiar, tiene una lucha constante debido a sus pensamientos "incorrectos". En una de sus visitas a Ciudad Playa, sin quererlo, Spinel termina involucrada en la confusión de su joven amigo, arr...