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-Ahhhh... estoy agotado- se dejó caer en el sofá mientras cerraba los ojos. 

Hacer la limpieza completa en cuestión de horas era una locura, pero lo había logrado. Sus piernas flaqueaban, se sentía sumamente satisfactorio el como regresaba la circulación a sus miembros. 

Debido al ligero ardor en sus ojos cerró los parpados, se dejó guiar por la tranquilidad del lugar y dio una profunda inspiración, seguido de una exhalación tenue. Su conciencia se desvaneció a la brevedad, dejó de escuchar cualquier sonido que proviniese del exterior.

°

Su mirada apenas lograba adaptarse al lugar, una gama de colores ocre teñía las paredes. Se colocó boca arriba, dedicó unos segundos a "restablecer" su memoria, ya que, hasta donde tenía entendido el no estaba en el mismo sitio, de hecho, ¿cuando había llegado a su habitación?

Se levantó del colchón, su estómago le demandaba atención. 

°  

-Chicas, buenos días- habló contento mientras visualizaba a sus amigas en la barra. 

La terna de gemas le respondió el saludo, una más energética que otras. 

-¿Cómo dormiste?- preguntó la de tez pálida. 

-Bien, creo que realmente caí desmayado, no recuerdo como llegue a mi cama- amplió una sonrisa. 

-Oh, Garnet te cargó, te quedaste tendido en el sillón, cuando llegamos no queríamos levantarte, te veías muy cansado- explicó Perla mientras buscaba en los cajones los utensilios para completar la comida del adolescente. 

Steven volteó su cabeza para observar a la mencionada quien le brindó una sonrisa serena. 

-Casi no las he visto en casa, ¿alguna misión?- empezó a hurgar en el plato que ahora tenía frente suyo. 

-No exactamente- fue la simple respuesta de la de cabello afro. 

-¿Entonces?- 

-Estamos haciendo vigilancia, hasta ubicar a todas las gemas que están encerradas en burbujas no podemos dejar que vaguen por allí- la figura delgada describió con más detalle el porqué de su ausencia. 

-Pero, de eso se podrían encargar Peridot y las demás en el Little Homeworld, ¿no?- limpió su boca con una servilleta dedicándole ahora toda su atención. 

-No podemos dejarle todo el trabajo a ellas, además, necesitamos cubrir más terreno, algunas incluso están caminando por la ciudad- terminó por completar la gema más alta. 

-¿Puedo ayudarles?- llevó otro pedazo a su boca con el tenedor. 

-Podrías, las gemas te ven como un icono, sería bueno que les dieras asesoría- Garnet acarició su cabello, de no ser por los lentes podría decirse que le miraba enternecida. 

-Viejo, eres famoso en todo el universo- Amatista le miraba divertida. 

-No, no- soltó una risa mientras fingía ruborizarse. 

Se quedaron un rato charlando hasta que Steven terminara el desayuno, era entretenido pasar el rato en familia. 

°

Los días transcurrieron, el humano-gema terminaba la jornada del día con mucho cansancio, ¿cuál era el motivo?, habían decidido liberar masivamente a las gemas que aún quedaban encapsuladas. En un principio el Little Homeworld se mantenía en un orden debido a la poca población, además de que varias edificaciones estaban en progreso. 

Ubicar a cada una de las gemas era un trabajo arduo, todas estaban desubicadas, habían pasado años sin saber que ocurrió en su ausencia, tiempo que prácticamente fue en un abrir y cerrar de ojos. Todas presentaban reacciones diversas, unas más violentas que otras. No sólo era vigilarles, era darles una asesoría medianamente completa de todo lo que era el "hoy".

-Empiezo a creer que fue una pésima idea- Amatista se tiró a la arena sin ningún cuidado. 

-No pensé que fuera tan difícil- dijo con resignación Steven mientras se sentaba al lado de su compañera.- ¿Cómo se hace para controlar un enorme rebaño de ovejas sin perder el control del mismo?- 

Ambos abatidos, se hallaban reposando a la orilla de la playa. 

-Podríamos organizar una pequeña dictadura y organizarlas- sugirió la gema de piel morada con desdén. 

-No, es precisamente lo que tratamos de evitar- él también estaba fatigado. ¿Cómo iba a hacer para ubicar a todas esas gemas en el menor tiempo posible?, ¿cómo explicaría a cada una lo sucedido durante su ausencia?, ¿cómo iba a enseñarles una forma de vida libre fuera de su propósito original?

"Enseñar", esa palabra prendió un foco en su cabeza. 

-¡Lo tengo!- se levantó de golpe asustando a la gema que ya se encontraba entrando al sueño profundo.- Una escuela, podemos abrir una escuela para gemas-

-¿Una escuela?, ¿hablas enserio?- su rostro dejaba ver su fastidio, no estaba considerando la idea como tal, el cansancio le impedía pensar positivamente. 

-¡Sí!, vamos, tenemos que comentarle a las demás- corrió con un brote de energía espontánea, Amatista le seguía renegando y arrastrando los pies. 

°

Había obtenido la aprobación de sus amigas, cada una apoyaba la idea. El plan era que se especializaran en un "área de enseñanza", todas diferentes para ampliar el campo de trabajo, de manera que, facilitara la introducción de gemas a la época actual y les ayudara a encontrarse a ellas mismas. 

-Eres un genio Steven Universe- habló consigo mismo mientras se colocaba la pijama para dormir. Sus ojos mostraban que realmente deseaba caer rendido, no despertar hasta que su cuerpo realmente lo pidiese. 

Levantó las cobijas y se metió bajo estas, listo para desvanecerse al silencio de la noche, pero algo interrumpió su cometido, la puerta de SU casa había sido abierta. 

-¿Chicas?- soltó aquella pregunta al aire, pero no fue respondida. 

De primera instancia se enderezó algo molesto y salió de la cama. Al bajar las escaleras corroboró que la puerta estaba abierta, sin embargo, no había señal de alguien en el lugar, incluso se asomó afuera para buscar algún indicio. 

Nada, solo el silencio y oscuridad de la noche. 

Un ruido se escuchó dentro de la casa, convirtiendo el enojo del joven en miedo. Cerró la puerta de golpe y se quedó estático unos segundos. 

-¿León?- nuevamente, no hubo respuesta. 

Caminó a paso lento y precavido, otro ruido se presentó, esta vez el origen era claramente su habitación. Tragó saliva y con un ligero temblor subió las escaleras, no vio nada fuera de lugar, y de la misma forma no parecía haber algún intruso, aunque, no bajo la guardia, se mantuvo atento a cualquier sonido anormal. 

-Steven- un susurró se escuchó en la habitación, el de cabellos rizados paseó su mirada por todos lados, el miedo le impedía mantener el control. 

De repente fue aprisionado por una especie de soga, en su boca y nariz se posó una mano, no podía estar en más pánico. 

-Soy yo- aquellas palabras le erizaron cada vello de la piel, tardó en reaccionar. Al girar su cabeza se percató de su secuestrador, Spinel. 



31 DÍAS DE JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora