31 DÍAS DE JUEGO

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La otra no le respondió, simplemente le dedicó una mirada de atención.

-¿Quieres salir conmigo y una amiga?-

¿En qué estaba pensando?

-¿Una amiga?- ella era consciente de que el joven diamante era muy conocido y amado por varias personas y gemas de la galaxia.

-Sí-

°

Steven conducía, Spinel iba en el asiento del copiloto. No hubo charla de por medio, ya se les hacia costumbre sintonizarse al ritmo de la música. Prontamente aparcaron en la casa de Connie.

-Vale, ¿sales conmigo o te quedas a esperar en el carro?- cuestionó abriendo la puerta del coche.

-Claro que prefiero salir contigo- bromeó coqueta.

-Spinel, tengo que pedirte algo- retornó a colocarse nuevamente en su asiento, volviéndose a encerrar en el vehículo.

-Dime- la actitud del híbrido le estaba provocando un poco de molestia, la cual no demostró a pesar de ello.

-Necesito que seas muy discreta, recuerda, es una persona ajena a nosotros, no debe saber nada- tenía que recordarle las reglas de su pequeño "acuerdo", no quería que las cosas se descontrolaran tan pronto.

¿Cuánto tiempo iba a poder seguir sosteniendo esa mentira?

Salieron del carro para colocarse en frente de la casa de los Maheswaran, tocaron el timbre y esperaron pacientes.

-Steven- minutos después alguien les abrió la puerta.

Contenta, la chica le iba a abrazar, pero no pudo lograr su cometido debido a que había otra presencia que no esperaba.

-Connie, invité a Spinel con nosotros, si no te importa- mantenía las manos dentro de su chaqueta.

-Oh, no, claro, esta muy bien- vestía radiante y llena de positivismo.

-¿Ya nos conociamos?- la magenta dio unos pasos a la posición de la humana. Haciendo memoria, le había visto antes.

-Bueno...- la morena se rascó la nuca.- Cuando llegaste de visita a la Tierra puede que nos hayamos encontrado brevemente cuando, ya sabes, el inyector...-

-Claaaro, el inyector- también era vergonzoso para ella recordar dicho suceso.

-Bueno, ¿a donde quieren ir primero?- Steven se colocó entre ambas tratando de irrumpir en memorias trágicas.

°

El día transcurrió en Divertilandia, pasaron de juego en juego y comieron golosinas hasta hartarse. Aunque entre los tres circulaba un ambiente algo "interesante", fue entretenido.

-Me encantó conocerte, Spinel- le sonrió ampliamente.

-¡Lo mismo digo!- tampoco se quedaba atrás, mostraba esas perlas relucientes con orgullo.

-Bueno, nos vemos- su mirada se clavó en el chico de rizos, quería actuar impulsivamente, luchó por controlarse, se despidieron con un beso en la mejilla.

La morena entró a su hogar, ambos restantes entraron al auto. Por alguna razón, la percepción del momento ahora pesaba, ya no eran risas y buena vibra.

-¿Sabes?, aún me parecen extraños los besos y sus diferentes significados- la de piel rosa analizaba el paisaje de afuera con falso interés.

-¿Por qué lo dices?- el de pelo azabache empezó a entrar en duda ¿De verdad le iría a reclamar algo por la despedida?