Capitulo 26

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No podía creer que Alfred de repente estuviera así. Parecía que lo único que quería de mí era sexo y nada de su hijo aunque hoy parecía que se preocupaba aunque fuera lo mínimo. Aunque mi parte inteligente y que usaba la cabeza sabía lo que estaba intentando hacer y no estaba segura de poder pararlo, ya que ahora me guiaba algo que no era la cabeza...
Amaia: Alfred.

No me dio tiempo a decir nada más ya que rápidamente posó su boca sobre la mía mientras empezaba a besarme y esta vez con mucha más intensidad que antes. No pude evitar seguirle el beso. No sé qué tenía, pero desde que nos besamos por primera vez no he podido dejar de pensar en otra cosa que no fuera en sus besos y sus caricias. Nunca antes me había sentido de esta manera cuando estaba con él. No sé si era el hecho de que algo es más divertido si es prohibido, pero con él todo era así.
Siguió besándome y sentía como poco a poco la ropa iba sobrando. Cada vez tenía más calor y más necesidad de estar con él. No sé si eran las hormonas o la situación, pero llevaban a acercarme más y más a él. En mi cabeza no paraba de pasarse el hecho de que esta sería la última vez, pero siempre pensaba eso y ya no estaba segura de nada.
Cuando me quise dar cuenta ambos estábamos desnudos en su sofá. Notaba su erección contra mi sexo y como sus besos cada vez eran más profundos. No podía evitar tener más y más ganas de seguir. Alfred puso su boca en mi cuello y empezó a darme besos aumentando su intensidad.
Si seguía así acabaría antes de siquiera empezar así que rápidamente le dije.

Amaia: Por favor Alfred, ya…

Acto seguido me puse arriba suya e hice un movimiento con las caderas para sentirlo dentro de mí. Había echado tanto de menos esto que no podía parar. Seguimos hasta que acabamos llegando al orgasmo.
Salí de él y me tumbé a su lado mientras le miraba. Por una parte me daba vergüenza el hecho de estar desnuda frente a él. Se quedó mirándome con los ojos muy abiertos. Puso su mano en mi frente mientras bajaba por todo mi cuerpo hasta que se quedaba en mi barriga. La verdad es que había crecido considerablemente y se me notaba mucho. No sabía como habíamos llegado a este punto a pesar de tener esta barriga. Seguro que para él no resultaba nada atractiva.

Alfred: No entiendo cómo te puede sentar tan bien el embarazo.
Amaia: ¿Qué dices? Estoy súper gorda.
Alfred: Me pones un montón así con la barriga.
Amaia: Pero mira que eres tonto en.
Alfred: Te lo digo de verdad ahora mismo te haría el amor una y mil veces.
Amaia: Alfred… nosotros no hemos hecho el amor.

No sabía si había sido muy directa o no, pero cuando me fijé en la cara de Alfred se puso más seria de lo que había estado antes. No dijo nada más tan solo se puso a mirarme y se puso de pie para empezar a vestirse. No sabía que decir así que me puse de pie buscando la ropa que estaba esparcida por la habitación. Me sentí mal por la respuesta, pero es que a ratos me sentía así con él y no podía evitar sentirme usada con él como un simple objeto sexual aunque no estaba segura si ahora había sido yo la que lo había usado en vez de él a mí.
Cuando estaba completamente vestida y no sabía si irme de aquí o decirle algo. Me sentía muy mal por la situación y porque no fuéramos capaces de comportarnos como dos adultos que es lo que se suponía que éramos.
Alfred: Puede que para ti no lo fuera, pero para mí si…
Amaia: Alfred… no lo hagas más difícil.
Alfred: Amaia, siempre estamos discutiendo por lo mismo. Tú sabes lo que siento yo por ti.
Amaia: No Alfred, tú antes de venir aquí estabas con otra.
Alfred: Pero porque tú no querías saber nada de mí.
Amaia: Eso no es verdad. Es que contigo no sé que esperar. Hay momentos en los que estas muy bien y otros parece como si viniera tu otra naturaleza, esa que tienes que te hace no poder parar de acostarte con tías.
Alfred: No seas así. Sabes que yo no me comporto de esta manera con nadie que no seas tú.
Amaia: Alfred, yo creo que lo mejor es que nos portemos como mejores amigos e intentar criar a este niño lo mejor que podamos. Vamos a complicar las cosas sin necesidad.
Alfred: Amaia si sabes que esto que me pasa viene de mucho antes… pero no pude evitar que las circunstancias me cambiaran. Desde lo de mi madre me da más miedo que me hagan daño y sufrir, pero contigo.
Amaia: Alfred yo lo único que quiero es que el niño esté bien y lo que le pasó a tu madre tú no tienes culpa de nada
Alfred: Amaia, esto es algo que nunca voy a poder olvidar.
Amaia: Pero yo no digo que no, pero Alfred no puedes dejar que te condicione la vida.
Alfred: No quiero que este niño viva lo que yo viví.
Amaia: Y no lo hará, ya verás. Alfred de verdad pienso que serás un buen padre, solo tienes que proponértelo.
Alfred: No sé Amaia… ¿Y me dejarás que elija el nombre del niño?
Amaia: Ya hemos hablado de eso.
Alfred: Bueno, pero no te he dicho un nombre que me haría ilusión.
Amaia: ¿Y cuál es?
Alfred: Oliver, ese nombre siempre ha significado mucho para mí. Mi madre siempre quiso tener un segundo hijo y dijo que le hubiera puesto Oliver.
Amaia: Pues ese nombre no me disgusta.
Alfred: ¿De verdad?
Amaia: Bueno ya hablaremos de eso.

Alfred puso su mano en mi barriga y justo en ese momento empezó a moverse.

Alfred: Es increíble como este pequeñín se mueve. Bueno pequeño Oliver, ¿Te gusta ese nombre?

En ese momento noté una gran patada en lo más profundo de mi abdomen. No sé si habrá sido casualidad, pero era como si le gustara y respondiera a él. La verdad es que podía imaginármelo con ese nombre. Es la primera vez que me imaginaba al bebé con un nombre. Parecía como si cada vez estuviéramos más cerca y fuera más real.
Amaia: Creo que a él sí que le gusta.
Alfred: Ay ¿Le llamamos Oliver entonces?
Amaia: Por cómo se mueve diría que sí,
Alfred. Gracias, significa mucho para mí que le pongamos ese nombre.
En ese momento mi barriga empezó a sonar. Me moría de hambre y entre una cosa y otra ni siquiera habíamos puesto la pizza en el horno.  Así que se lo dije a Alfred y la pusimos. Parecía que estaba con un Alfred algo diferente, pero la verdad es que me daba miedo que durara poco tiempo. Sobre todo lo que me daba más miedo era el hecho de que hiciera esto mismo cuando nuestro hijo fuera mayor. Esperaba que de aquí a cuando naciera pasara algo en su mente para centrarse.
Comimos y eran casi las 5, pero poco nos importaba. Cuando terminamos de comer ya eran más de las 5 e incluso más cerca de las 6.
En ese momento me acordé de que había quedado con Luis para merendar y aunque acabara de comer la verdad es que me apetecía mucho. Lo que no sabía es como se lo contaría a Alfred teniendo en cuenta como se ponía cada vez que hablaba con él de Luis. No sé porque, pero nunca le ha caído nada bien.
Me despedí de él sin darle ninguna explicación de al sitio al que iba a ir.

¿Qué creeis que pasará? ¿Sigo?
Pd: he subido el capítulo 21  editado de amor pactado por si quereis leerlo ♥️♥️

Solo por esta noche (Terminada y Editando )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora