capitulo 6

814 59 21
                                    

Seguíamos abrazados, pero si seguía más tiempo así tenía la impresión de que nunca nos íbamos a separar. Me separé un poco y miré al suelo algo avergonzada por el rubor que adivinaba que había en mis mejillas, pero parecía que Alfred sí que quería mirarme ya que con sumo cuidado con sus dedos me elevó la barbilla para que lo mirara a él cara a cara.
Alfred: No te avergüences, no estábamos haciendo nada malo.
Yo no dije nada, tan solo cerré la puerta y esta vez sí que le miré cara a cara. Él hizo lo mismo y me dijo.
Alfred: Estás muy guapa.
Amaia: Gracias tú también- dije volviendo la mirada hasta el suelo.
Alfred: ¿Qué te dije de lo de mirarme a la cara en?

Mientras Alfred se acercó a mí y empezó a hacerme cosquillas como en los viejos tiempos y aunque las cosquillas no me gustaran ni lo más mínimo me alegraba de que entre nosotros las cosas pudieran ser como siempre. La mala suerte que tuve fue que fuimos en ascensor para bajar y Alfred no paraba de hacerme cosquillas, pero si seguía más no iba a poder soportarlo así que mi rodilla acabó en la entrepierna de él. Después de verle con tanto dolor me dio pena, pero es que él sabe lo que provoca en mí las cosquillas.
Me acerqué a mí para verle la cara y le dije.

Amaia: Bueno tú no querías hijos ¿no?
Alfred: Pero serás… pero bueno aunque no quiera eso no quita que me guste al menos intentar tenerlos.
Dijo esto y me guiñó un ojo. Desde luego que Alfred sabía que decir para sacarme de quicio. Ya veía al Alfred ligón y ese no me gustaba nada. Al menos que no se mostrara como lo hacía con uno de sus ligues y esperaba de verdad que yo no me hubiera convertido en eso por el simple hecho de haberme acostado con él la noche anterior. La verdad que fui muy tonta por haber sucumbido a sus encantos, pero en estos momentos prefería no pensar en eso así que seguí a Alfred que me hizo un gesto para ir por las escaleras, pero la verdad es que me daba bastante pereza ir andando.

Amaia: No, venga vamos en ascensor.
Alfred: Venga Amaia que aunque tengas un cuerpo de infarto eso no quita que no tengas ni siquiera un poco de ejercicio, aunque bueno supongo que estás agotada por lo de anoche. Acto seguido le di un codazo. No creía cómo estaba siendo capaz de comportarse conmigo como una autentica fulana. Me sentí humillada así que cuando dijo eso no pude evitar hacer otra cosa que ir hacia mi piso para quedarme allí. No tenía nada de ganas de aguantar tonterías y si él no era capaz de comportarse como un adulto no iba a aguantarlo esta noche, pero cuando iba a cerrar la puerta de mi casa noté como su mano se interponía y no me dejaba hacerlo. Era mucho más fuerte que yo, así que consiguió entrar en mi casa y se puso frente a mí.
Alfred: Venga Amaia, sé que no he sido precisamente un caballero, pero te prometo que no lo volveré a hacer. Bueno en verdad no puedo prometértelo porque es como si no supiera como actuar después de eso.
Amaia: Te dije que hiciéramos como si nada hubiera pasado.
Alfred: Sabes lo difícil que es eso Amaia. Entre nosotros hay una tensión que no había antes.
Amaia: No ves más allá de lo sexual.
Alfred: Y tú no ves más allá de lo que te dice tu cabeza y perdón de verdad vamos a disfrutar de la velada. Si no quieres andar pues venga que te cojo.
Acto seguido sin darme opción a respuesta me cogió cómo si yo no pesara nada y se puso a bajar las escaleras. Al principio intenté que me bajara, pero como estábamos bajando las escaleras no me atrevía por si perdía el equilibrio y acabábamos los dos en el suelo. Pero para mi mala suerte nos encontramos con unos vecinos. Eran Aitana y Roi, un matrimonio que tenía una preciosa niña de dos años que era exactamente igual que su madre. Eran algo mayores que nosotros, pero la verdad es que siempre me habían caído muy bien las pocas veces que había hablado con ellos. La pequeña Gala se nos quedó mirando sin entender nada, pero sus padres se quedaron mirándonos riéndose y nos dijeron adiós con la mano.
Me moría de vergüenza. No podía creer que Alfred me estuviera haciendo pasar por esto. Cuando salimos del edificio y me dejó en el suelo no le miré a la cara. Me había enfadado con él por tener que hacerme pasar ese mal rato con mis vecinos. Él sin embargo parecía que estaba disfrutando con el momento.
Miré hacia otro lado ignorándolo, pero justo él se puso detrás de mí y podía sentir su aliento en mi cuello. Estaba muy cerca y no sé porque empecé a ponerme más nerviosa.
Alfred: Venga Amaia, estate tranquila aunque sea por hoy.
Amaia: Vale, pero si prometes no matarme hasta llegar allí.
Alfred: Hecho.

Alfred me dio la mano y la cogí con sumo cuidado. Me gustaba esta sensación que me daba su contacto, pero a la vez me daba un poco de miedo. Me dejé llevar por él hasta que vi como entrabamos en un centro comercial. Me parecía muy extraño que Alfred me hubiera llevado de compras. El odiaba las tiendas y además estaban a punto de cerrar. Lo miré con gesto interrogante, pero él no dijo nada más solo siguió caminando y llevándome a él consigo.
Cuando se paró frente a la bolera no lo podía creer. Nunca antes había jugado a los bolos por el simple hecho de que me daba vergüenza hacer el ridículo delante de la gente. Sabía que con Alfred no tenía nada que temer, pero por otra parte me ponía nerviosa todo esto.

Amaia: Alfred yo no sé jugar…
Alfred: Yo te enseño.
Amaia: Soy muy torpe.
Alfred: Pero… ¿cómo lo vas a saber si nunca antes lo has probado?
Amaia: Pues porque soy Amaia y ningún deporte se me da bien…
Alfred: Bueno hay uno que sí.

Esto último lo dijo y me guiñó un ojo. Muy típico de Alfred recordar una y otra vez lo que sucedió el otro día. Yo intentando olvidarlo y él recordándolo una y otra vez. Me fui para dentro con gesto decidido ya que no tenía más ganas de aguantar sus comentarios ya que aunque me hubiera dicho que no los iba a decir más aquí estaba una prueba más de que aquello no era verdad…
Alfred se acercó y se puso atrás mía y me dijo susurrándome al oído.

Alfred: Venga no te piques y relájate.

No sé porque, pero ahora todo gesto que hacía Alfred me resultaba sumamente atractivo. No sé si era que mis hormonas se encontraban descontroladas por no estar con Alex, pero era estar cerca de él y todo mi cuerpo temblaba.  Nunca antes me había sentido así con Alfred. Supongo que también está el hecho de que nunca habíamos mantenido relaciones sexuales.
Fuimos hacia la parte en la que nos daban los zapatos y pagamos cada uno para jugar a una partida. Ambos estábamos poniendo los zapatos, pero de repente vi como Alfred empezaba a reírse sin parar. Yo lo miré sin entender nada y le dije.

Amaia: ¿Qué pasa Alfred?

Alfred: Pues que te has puesto los zapatos al revés. Tienes el derecho en el izquierdo y el derecho en el izquierdo. Anda ponte de pie.

Le hice caso y puse de pie y la verdad es que eran incomodísimos, pero antes supuse que era porque tenía que serlo. Alfred rápidamente se acercó a mí y me puso mis piernas encima de sus piernas y me quitó los zapatos para ponérmelos él. Me pareció un gesto muy tierno así que dejé que me los pusiera. Estaba súper concentrado haciéndolo y no pude evitar soltar una sonrisa. Cuando él quería podía ser el Alfred detallista que yo solía ver en muy pocas ocasiones. Conmigo siempre lo había sido, aunque cuando se le cruzaran los cables cambiara completamente.

Alfred: ¿Enserio antes no te molestaban?
Amaia: Bueno puede que un poco sí… pero creía que era normal…
Alfred: Mira que eres Amaia en. Desde luego que eres única. Estas cosas solo le pueden pasar a alguien como tú.
Amaia: No sé si lo de que soy Amaia tomármelo como algo bueno o malo en.
Alfred: Bueno, siempre bueno ¿Cómo si no te voy a describir yo? - dijo esto y puso su mano en mi mejilla sonriendo.

¿Cómo creeis que irá esto ? ¿Sigo?

Solo por esta noche (Terminada y Editando )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora