capitulo 31

690 51 14
                                    

Fui hacia la cocina con mi madre. Sabía que lo que tenía que decirme no era nada bueno. Era muy de su estilo el hecho de hacerse la buena para decirme las cosas. Estaba segura de que sería algo del vestido o bien algo de Alfred. La verdad es que no sabía que era peor.
Mi madre es una persona excesivamente tradicional y le cuesta entender muchas cosas de mi vida ahora. Yo solía ser como ella, pero desde ese día me noto más cambiada. No sé si es Alfred, si es el bebé o lo qué es, pero soy muy consciente de que no soy la misma Amaia que solía ser.
Intenté parecer despreocupada, no quería mostrarle a mi madre que intuía el motivo por el que estaba aquí.

Javiera: Amaia-dijo intentando poner voz tranquila, aunque me la conocía muy bien y sabía que esa voz no presagiaba nada bueno. Era la misma voz que siempre usaba conmigo cuando me tenía que reñir, pero había personas que podrían estar escuchándonos. Mi madre las formas siempre ha sido algo a lo que le ha dado mucha prioridad y más el hecho de que alguien pudiera escuchar una conversación. Para ella es muy importante lo que la gente pueda llegar o decir de ella. Sinceramente muchas veces he pensado que ella se quedó en el siglo pasado en cuanto a demasiadas cosas.

Javiera. ¿Por qué has traído a Alfred aquí? Te he dicho muchas veces que no me gusta él.
Amaia: Mamá es el padre de este bebé- dije mientras me acariciaba la barriga.
Javiera: Amaia no sé lo que te ha hecho o dicho Alfred para que seas así. Tú nunca has sido así…
Amaia: No he venido aquí para discutir. He venido porque queremos hablar de una cosa.
Javiera: Pero vamos a ver y ese vestido. Se te ve demasiado Amaia. ¿Es esto lo que te he enseñado?
Amaia: Paso de verdad, me lo pongo porque quiero que tengo ya casi 30 años digo yo que podré vestirme como quiera.

Me fui de allí, estaba demasiado cansada para discutir más tiempo. Había venido para hablar con mi madre, pero nada de eso era posible cuando se trataba de ella. Siempre me pasaba lo mismo, pero otras veces me había callado por miedo. Me fui al jardín corriendo como llevaba haciendo desde pequeña. Mi casa es un sitio enorme, pero siempre las paredes se me hacían pequeñas y lo único que lograba relajarme era respirar aire puro. Me senté en el suelo y puse mi cara entre mis piernas.
Me quedé allí mientras solo escuchaba el ruido del viento y de los pájaros piar. De pronto escuché un ruido, me intenté levantar, pero me di cuenta que era muy complicado con la barriga. Cada vez me pesaba más. Me di la vuelta y me fijé en que estaba Alfred con su sonrisa tan bonita como siempre. No sé cómo lo hacía, pero brillaba con luz propia, pero de repente se le quitó esa sonrisa cuando me miró la cara. Me conocía como nadie y sabia cuando me pasaba algo.
Se acercó más a mí y cogió mi cara entre sus manos con suma dulzura que no estaba acostumbrada a ver, pero que si soy sincera me encantaba ver.

Alfred: Eh preciosa. No estés así por tu madre en.
Amaia: De verdad no aguanto más tiempo aquí con mi madre.
Alfred: Venga, vamos a decirle todo y si quieres después te recompenso como tú quieras- dijo eso mientras me mordía la oreja sensualmente. No sé cómo lo hacía, pero siempre sabía la manera en la que hacerme sentir mejor. Me volvía loca y es que de hecho había algo tan especial en él que creo que nunca me cansaría de mirarle, parece mentira que todo esto haya surgido de una noche de desliz.
Mientras estaba entre sus brazos me sentía segura. Justo en ese momento se abrió la puerta y apareció Ángela mientras decía.

Ángela: Uy, espero no estar interrumpiendo nada, pero bueno otro hijo ahora mismo no te puede hacer así que vamos al comedor que le tienes que decir a mamá el nombre de este pequeñín.
Amaia: Se me han quitado las ganas de hablar con mamá.
Ángela: ¿Te ha cogido por banda antes? Muy típico de ella, pero tiene que saberlo Amaia.
Amaia: Pues le enviaré un whatssap diciéndoselo o algo…
Alfred: Vamos Amaix, que se lo decimos juntos

Alfred no se había separado ni un milímetro de mí y me juntó más todavía hacia él haciendo que inhalara su maravilloso olor. Así no podía decirle que no a nada y lo peor es que él era muy consciente. Además no entiendo el interés de él queriendo decírselo cuando sabe perfectamente que mi madre no lo traga ni creo que lo llegue a tragar nunca.
Pero teníamos que mirar las cosas de frente y ahora mismo eso significaba ir a comer como si fuéramos una familia normal aunque fuéramos más bien todo lo contrario.
Cuando llegamos allí estaban todos sentados, pero al verme Cloe vino corriendo. Esta pequeña tenía ganas de un primito ya que nunca había estado tan cariñosa conmigo.
Una vez que empezamos a comer estuvieron hablando de cosas normales del día a día, pero estaba cansada de tanta hipocresía, así que tenía que decirles a lo que venía.

Amaia: Bueno, quería deciros que es un niño lo que estamos esperando Alfred y yo y se va a llamar…

Justo cuando iba a decir el nombre mi madre me interrumpió. Le encantaba hacer eso, me daba mucho coraje, pero más todavía lo que dijo. Si soy sincera me esperaba que dijera eso, ya que ella lleva diciéndomelo desde pequeña y yo nunca le he dicho que no, pero para que se callara un poco.

Javiera: ¿Y qué nombre le vas a poner Javier o Ángel?
Amaia: Ni uno ni otro, este nombre lo hemos decidido Alfred y yo ya que no sé si recuerdas el hijo es nuestro.
Javiera: Amaia que no te cuesta ningún trabajo.
Amaia: No entiendes nada y es que con esa actitud lo único que vas a conseguir es que nunca te visitemos y que aleje al bebé de ti.
Javiera: Pues mira si lo hacemos no pasaría nada por la deshonra que me has hecho al quedarte embarazada de alguien como él que ni siquiera tiene la decencia de casarse contigo.
Amaia: Ya no voy a tolerar estar aquí ni un minuto más. Ese nieto al que tú no quieres se llamará Oliver y tranquila que es lo último que sabrás de él.

Me fui con Alfred de allí y la verdad es que estaba destrozada. No creía que mi madre me hubiera dicho algo así. Sabía que lo pensaba, pero escucharlo de su boca no hacía que hacerme más daño. Es verdad que lo del embarazo en un principio fue una cagada, pero joder es un bebé y lo que menos tiene que hacer es aceptarlo y no meterse donde no le importa.
Alfred cogió el coche y nos fuimos para casa, pero yo me encontraba muy mal. No sé si había sido la discusión o el que, pero me encontraba muy mareada. Tanto que aunque el camino era corto no pude hacer otra cosa que avisar a Alfred para que parara.
Alfred paró rápidamente muy preocupado y lo único que me dio tiempo fue de abrir la puerta y vomitar en el suelo. Me sentía fatal, era una sensación muy extraña en el estómago y lo peor que a veces se irradiaba el dolor a la espalda. Alfred me sujetó los pelos mientras no paraba de vomitar. Me encontraba fatal, después de eso me empezaron a entrar escalofríos. Alfred cogió su chaqueta y me la puso mientras íbamos a casa. Necesitaba algo de tranquilidad, además no paraba de sentir calambres en el abdomen.
Llegamos a casa y Alfred me cogió en brazos, fuimos a mi casa. Me tumbó en el sofá y me dio un beso en la frente. Se notaba que estaba muy asustado porque no sabía lo que estaba pasando, pero si soy sincera yo tampoco sabía nada. Lo único que esperaba es que lo que pasara a mí no afectara al bebé.


¿Creeis que le pasara algo al bebé?¿sigo?
Pd: espero  que os esté gustando y comentadme lo que os está pareciendo en comentarios ♥️♥️

Solo por esta noche (Terminada y Editando )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora