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Cerca de un mes después de conocer a Jackson, llegó el momento de conocer también a su novia. Su nombre era Paige y no puedo decir que no era una mujer con encanto particular, pues por más que se escondiese detrás de pantalones de cuero, chaquetas con tachuelas y el cabello cortado por su propia mano, siempre estaba ahí un rostro delicado y lindo que contrastaba a muerte con su actitud afilada.

La llevó al ensayo una tarde y ella se sentó en uno de los sofás para preguntar todo el tiempo cuándo íbamos a terminar porque ya deseaba irse. Me molestó un poco su actitud, aunque en su defensa he de decir que cuando Jackson la llevaba nunca le prestaba atención; yo igual me habría fastidiado de haber estado en su lugar.

No era muy amigable y no ayudaba que yo no supiese como mantener conversaciones con personas desconocidas sin un intermediario, creí que con el tiempo la convivencia se volvería más sencilla, pero no fue así. Paige y yo no llegamos a hacer buenas migas y puedo arriesgarme a afirmar que se debió a que era observadora y muy, muy lista. Mirándolo en retrospectiva quizá no lo hizo por completo a propósito, debido a que ni siquiera yo fui capaz de darme cuenta, hasta mucho tiempo después, de que me trataba como eventualmente yo comencé a tratar sin querer a las groupies que se acercaban a Jackson al final de cada show: no con poca educación, sino queriendo que su contacto terminase pronto.

―Hemos estado juntos desde que tenía veintidós ―me dijo Jackson una vez la dejó en su hogar y regresó a nuestro estudio de ensayo que era, a la misma vez, su propia casa. Los demás ya lo sabían, por lo que solo tuvo que aclarármelo a mí. Tantos años no pasan fácil ni sin dejar huella, lo entiendo mejor ahora que a los veinte―. Ella fue la primera persona que conocí cuando llegué a la ciudad.

―Supongo que deben amarse mucho. ―No supe qué otra cosa decir. Él sonrió, mas no dijo nada al respecto.

Además de mis padres o las personas mayores en general, nunca una persona de mi círculo cercano estuvo en una relación tan larga antes de los treinta y cinco. Tuve la impresión de que era demasiado aterrizado y maduro para un hombre que estaba en sus veintisiete y aún tenía pósteres en las paredes y latas de cerveza regadas por toda su morada como si fuesen objetos de decoración.

―¿Y qué hay de ti? ―preguntó al cabo de un rato, ambos estábamos sentados hombro a hombro en su sofá mientras Sam guardaba su bajo; Bryan, aunque era el compañero de piso de Jackson, se fue antes para ver a sus padres―. ¿Cuánto tiempo llevas con tu chica?

―¿Cuál chica? ―Negué con la cabeza―. No tengo novia.

―¿Ah no? ―Me escudriñó durante un instante, hasta aquel momento nunca tuve la impresión de tener su atención absoluta―. Creí que sí, Bryan me dijo que George le dijo que salías con alguien.

No supe por qué mi vida amorosa era tema de conversación entre mis amigos, pero supe de inmediato por qué George poseía esa información. Yo conocía a George debido a que fui mejor amigo de Adam, su hermano menor, desde que tengo memoria. No hablábamos tanto desde que él se marchó a estudiar la universidad en Texas; durante las llamadas que realizaba de vez en cuando nunca tuve la oportunidad de contarle que terminé con Min.

―Bueno, solía hacerlo. ―Al principio no supe si debía contárselo o no, principalmente porque tendía a creer que, salvo mis padres o Adam, a nadie más podría interesarle mi vida o mis problemas. Busqué en su rostro alguna señal que me dijese que en realidad no esperaba tener esta conversación, pero no la encontré así que continué―. Se llama Min, estuvimos juntos como por tres años. Terminamos hace como tres o cuatro meses.

―¿Y eso por qué?

―Yo terminé con ella ―comencé encogiéndome de hombros―, fue cuando tuve todo este ataque de dejar la escuela y eso. Ella no lo tomó bien, y claro, sus padres la educaron para casarse con un médico o alguien que use traje en el trabajo, no con... ―No terminé la frase, no obstante él lo entendió a la brevedad.

―No con lo que tú quieres ser ―dedujo con una exactitud impresionante, aunque no era solo por eso.

―Exactamente. ―Desvié la mirada para ver cómo iba Sam, había comenzado a enrollar los cables del suelo para que no se hicieran un nudo imposible de deshacer―. Fue complicado, ¿sabes? Mis padres la adoraban. Mi papá cree que es la única capaz de convencerme de volver a la universidad. ―Me reí más por la incomodidad que cualquier otra cosa, razón por la que tampoco tuve las agallas de voltearlo a ver; no quise encontrarme con que mis problemas pudiesen parecerle tonterías de niños―. Ellos todavía me piden que considere volver con ella, sin embargo, a veces creo que ni siquiera estaba enamorado. La quiero mucho, es una chica grandiosa, pero... no.

―Lo entiendo, la quieres, pero de querer a amar hay un trecho del tamaño de Rusia por recorrer, y si ni siquiera puedes enamorarte de ella en primer lugar, pues tu viaje será como tratar de ir a la luna en un triciclo, ¿me equivoco?

Sus palabras me dejaron casi boquiabierto, puesto que él, casi un perfecto desconocido, consiguió poner en palabras los sentimientos que tantas veces le quise hacer entender a mis padres en la cena sin éxito alguno. Darse cuenta de que me dejó sin habla le dijo más que cualquier otra cosa que pudiese haber salido de mi boca.

―Por supuesto que no ―se respondió a sí mismo con una sonrisa, entonces buscó en su chaqueta un cigarrillo; quién sabe cuánto tiempo llevaría ahí, un poco del tabaco de la punta se faltaba y el papel estaba arrugado―. Me agradas, me recuerdas a mí. ―Lo colocó entre sus labios y luego lo encendió con un mechero. Inhaló con profundidad, exhaló un montón de humo gris y después me lo ofreció; yo me negué―. ¿Y sabes qué? Según lo veo, haces bien en ir por tu lado sin escuchar a tus padres, al menos en esto.

»Ellos creen que hacen lo mejor por ti, por supuesto, pero si dejas que ellos decidan a tu novia o a tu esposa, cuando seas mayor, tengas tus propios hijos y estés pasando por una crisis matrimonial porque te has dado cuenta de que tu mujer y tú ni siquiera se caen bien, te aseguro que no serán ellos quienes vengan y te ayuden a lidiar con las ganas de darte un tiro.

Fue y aún hoy en día pienso que es un gran consejo, sin embargo, Jackson, ¿me hablabas a mí o, quizá y solo quizá, me usabas como forma de hablarte a ti mismo? Cuando estuve por preguntarte cómo era que sabías algo así siendo que definitivamente no era tu situación, Sam anunció que estaba listo y era hora de irnos. De paso a su departamento él podía dejarme en casa.

Aquella vez me quedé con muchas cosas, pero por ahora vuelvo a una que creo vale la pena rescatar: Tratar de enamorarme de Min era como querer ir a la luna en un triciclo. Enamorarme de ti fue como estar montado en un cohete solo para atravesar la acera.

¡Hey, aquí el tercer capítulo! Se habrán percatado que por lo general los capítulos serán cortitos

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¡Hey, aquí el tercer capítulo! Se habrán percatado que por lo general los capítulos serán cortitos. Para quien esté leyendo, quiero avisar que la actualización tendrá lugar todos los miércoles, esta es una excepción porque no sabía de qué otro modo avisar bien. xd Como sea, gracias por leer. <3

Xx, Anna.

Al final te quedas | DISPONIBLE GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora