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Durante las últimas fechas del tour experimenté el máximo verano que Jackson pudo ofrecerme; con sus días soleados, brisas frescas y agua clara. Su atención era toda mía, así como sus besos, sus caricias y cualquier buen gesto que pudiese provenir de él. Algunas veces ni siquiera le importaba que estuviésemos con los chicos. No me besaba, claro, pero sí que se sentaba cerca de mí y actuaba como si fuese la única persona con la que le interesaba charlar en el mundo. Casi todas las noches se colaba en mi recámara, a veces para tener más de eso que parecía habernos vuelto adictos, otras para recostarse a mi lado hasta quedarse dormido.

Me hizo sentir tan especial, que cuando me botó a un lado fue difícil incluso recordar mi nombre.

Experimenté el punto clímax de la montaña rusa y debí esperar la bajada, pues como todo en la vida, las estaciones también cambian. Cuando volvimos a Nevada, llegó mi otoño. Era hora de dejar atrás las copas verdes de los árboles para pasar a ver sus hojas muertas y secas regadas por el suelo, como el recuerdo de algo que no mucho tiempo atrás fue muy hermoso, pero ahora solo era basura estorbando por la banqueta.

Recibí un baldazo de realidad que atentó directo a mi estabilidad en todos los aspectos, pues lo primero que vi apenas salir del aeropuerto, fue a Paige corriendo en dirección a Jackson. Ella saltó a sus brazos en un gesto de romanticismo que se me antojó antinatural hasta la médula, pues a aquellos dos nunca antes los vi hacer algo similar. Se besaron una y otra vez sin importarles las burlas de Sam y Bryan, o mi incomodidad disfrazada de cansancio.

Durante muchos meses fue como si hubiese bloqueado su existencia de mi memoria, cosa que nunca debí dejar que sucediera, pues fue por ello que permití a mi mente hacerse la idea absurda de que Jackson era mío, cuando no. En realidad, él no era de nadie, no obstante, yo tuve la impresión de que le pertenecía a ella.

No estaba preparado para eso, así que me fui incluso bajo la insistencia de Sam ―pues Jackson ni siquiera pareció voltearme a ver cuándo anuncié que me iba― en que me quedara para que fuésemos todos a tomar algo. No deseaba permanecer más tiempo ahí, sintiéndome como el mayor estúpido de todo el universo.

En casa me recibió mi madre, con la que platiqué un rato tratando de parecer lo más calmado posible. Comenzaba a sospechar que el resto de mi semana tendría un sabor amargo, hasta que de pura casualidad ella me hizo saber que la mamá de Adam le había dicho ―en una de sus tantas salidas a comer― que mi amigo se encontraba en la ciudad durante un par de semanas. Eso me levantó el ánimo, decidí llamarle e invitarlo a algún sitio para charlar, llevábamos muchos meses sin vernos y yo preferí ocuparme antes que quedarme encerrado en la oscuridad de mi habitación, pensando en cosas que acabarían por deprimirme.

Dos horas después nos encontramos en Paul's Pizza, donde la comida no era tan buena, aunque nos recordaba a los buenos tiempos cuando ambos íbamos en la secundaria y era todo lo que podíamos pagar al salir después de clases. Creí que jamás en la vida lo extrañé tanto, y si bien pudo tratarse de lo mal que estaba antes de encontrarnos, fue un gran apoyo.

Adam me hizo saber lo mucho que disfrutaba la universidad y que conoció a una chica con la que las cosas iban muy en serio; era feliz y a mí me alegraba que lo fuese. Me preguntó, a pesar de mi aversión a hablar sobre mí mismo, cómo era salir de gira o que me reconocieran por la calle. También me contó que su compañero de dormitorio poseía una copia de nuestro disco y enloqueció cuando le dijo que éramos mejores amigos.

―Tuve que mostrarle una de las fotos de fin de curso para que me creyera, es una locura.

Hablamos de un montón de temas varios hasta que terminamos de comer. Temí que dijese que entonces se marchaba, en lugar de eso dijo que quería pasar a saludar a mi madre así que me acompañaba a casa. Lo hicimos a pie para aprovechar al máximo posible el tiempo. Me resultó extrañísimo descubrirnos haciendo lo mismo que cuando éramos adolescentes.

Al final te quedas | DISPONIBLE GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora