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Los días siguientes, las cosas estuvieron más tensas que nunca antes. El silencio era asolador, ninguno hablaba, y era imposible pasar por alto las miradas que Sam nos dedicaba cada que nuestros ojos conectaban con los suyos, unas que yo era incapaz de descifrar por completo, pues en algunos momentos encontraba en ellas un brillo contrariado; algunas otras veces desesperado, y en cierto momento, luego de que yo me dirigiese a Jackson para no sé qué, puedo decir incluso que fue despectivo. Recuerdo su expresión: nariz arrugada, ceño fruncido.

Como no podía ser de otra manera, aquel ambiente fue uno que Bryan no pudo ignorar tampoco. Ni siquiera pasó una semana entera antes de que nos increpase al respecto, preguntando qué sucedía de lo que no estaba enterado. Jackson estaba tan harto como todos los demás, por lo que, en cuanto preguntó, no dudó en decirle que se sentara porque teníamos que decirle algo muy importante y sería mejor que recibiese así la noticia, al menos si no quería «irse de culo, como Sam». Le advirtió, antes que nada, que no buscábamos reproches ni tampoco saber si su opinión iba en contra, que lo que iba a decirle era solo porque éramos amigos y deseaba que estuviese al tanto de cómo estaba el asunto.

Con justa razón Bryan se puso nervioso, no tuvo problema en decir que nos dejásemos de rodeos y lo escupiésemos de una buena vez, porque comenzábamos a asustarlo. Jackson se lo hizo saber con la mayor naturalidad del mundo, utilizando la palabra que yo llevaba tanto tiempo esperando que emplease.

―Alessio y yo estamos juntos. ―Dio un par de segundos, y como para no dejarlo a libre interpretación, agregó―: Somos novios.

No me asombró que pensase que le estábamos gastando una jugarreta, pues se rio, pero al ver que ninguno de los otros le seguíamos, se detuvo. Nos cuestionó con la mirada si era cierto lo que acababa de escuchar. Lo que sí me tomó desprevenido, fue que reaccionase mucho mejor que Sam; estaba confundido, pero no enfadado

―Bueno... eso hace que muchas cosas tengan sentido.

Él, debo decirlo, despotricaba más en contra de los homosexuales cuando el tema salía a flote, más que Sam, y aun así fue él el más respetuoso con nosotros luego de enterarse.

En aquella ocasión solo nos dijo que era muy extraño, y también hizo muchas preguntas respecto a si era algo en serio o si solo estábamos acostándonos, porque había escuchado de muchos otros que se movían en nuestro mismo ambiente y optaban por «divertirse» de ese modo. Sí, yo igual escuché esos rumores, secretos a voces de fiestas salvajes, con alcohol y drogas repartidas como si fuesen agua fresca y caramelos de menta; reuniones que siempre terminaban en orgías monumentales, donde poco importaba la diferencia entre hombres y mujeres. Le dije que era algo serio, Jackson me secundó en eso.

Pensándolo ahora, habiendo tenido tantos años para darle vueltas desde la distancia, incluso pese a todas sus malas y muchas veces hirientes bromas, tenía todo el sentido del universo que fuese Bryan el más receptivo con el tema. Aunque difícil de verlo si solo se nadaba en su superficie, tenía la mente bien abierta para los años que corrían: siempre dejó claro su rechazo al matrimonio y a la paternidad, además de su total apoyo a estilos de vida considerados más «libertinos». Sam, pese a ser tranquilo y un buen hombre, porque con todo era y es una gran persona, tenía ideas muy distintas. Él creció en una familia más conservadora ―y religiosa― que la mía, donde el único motivo por el que sus padres le dejaron hacer música, fue porque su padre, en su juventud, fue un talentoso pianista. Lo que su papá jamás esperó, fue que su carrera musical fuese a volcarse en algo como la música rock.

El asunto es que Bryan nos aceptó rápido, y al cabo de unas cuantas semanas, ya ni siquiera se sorprendía cuando Jackson se tomaba la libertad de darme un pequeño beso en los labios; cosa que, a Sam, le tomó meses procesar. Lo único que ambos nos cuestionaron en varias ocasiones, fue sobre Paige. «No sabía que habías roto con ella», a lo que Jackson respondía que no hizo.

Al final te quedas | DISPONIBLE GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora