Capítulo 15

1.3K 193 89
                                    

Dos jóvenes se hallaban caminando hasta el parque, uno estaba más nervioso que el otro.
Tweek era el que más lo estaba, por otra parte Stan no era nada más que el humano más feliz de toda la Tierra e incluso decir del Universo.

El clima y el ambiente era perfecto.

— El clima se siente cálido, jamás lo he sentido así o tal vez nunca le he a prestado atención —dijo el rubio con serenidad.

— Yo tampoco... —sonrió—. ¿Quieres helado?

— ¡Cla—claro! —dijo con emoción, tal como un niño pequeño lo haría. Esta actitud sobresaliente provocó que el pelinegro sonriera con ternura.

Tomó a Stanley de la manga de su campera, guiándolos hacia el carro de helados que, por casualidad se encontraba por allí.

— ¡Oh, niños! ¿Vienen por helados, verdad? —interrogó el vendedor. Stan iba a responder pero fue interrumpido por el rubio.

— ¡Sí! —rió Tweek.

— ¿Son pareja, jovencitos?

— ¿Qué? —inquirió el azabache.

— ¿¿Qué?? ¡No, cla—claro que no! —titubeó el pequeño rubio, esa pregunta lo tomó por sorpresa.

— Solo es una salida de amigos —interfirió Stan. ¡Auch! Eso dolió. ¿Por qué era doloroso?

Pensaba Tweek. De cualquier modo aquello le había dolido internamente, se preguntaba por qué, si tan solo eran amigos, tal como había dicho Stanley.

— Sí...

— ¡Oh! ¡Mis disculpas! por un momento pensé que lo eran —acomodó su moño—, ¿qué sabores pedirán?

| | | | | |...ᘛ⁐̤ᕐᐷ

Los dos reían a carcajadas, casi quedándose sin aire por la situación que tuvieron que pasar— ¡Viste su cara! —soltó una gran carcajada— ¡Estuviste genial, Stan! —Tweek no paraba de reírse, causándole más risas a Stan.

— Naaa. No es ci—cierto...—rascó su nuca, haciéndose notorio un leve rubor en su rostro por la vergüenza. Su risa era contagiosa y bonita llegando hasta un punto en la que te quedarías escuchándola por mucho tiempo.

Los dos soltaron un gran suspiro al mismo tiempo, no estaban cansados, se sentían tranquilos, sentían tranquilidad.

— Me la he pasado genial, Stan. Es la primera vez que me río tanto... Mucho más de lo normal —rió muy suavemente. 

— Sí Oy-

El teléfono del rubio dio una sonora alarma, posiblemente eran notificaciones— OH, son mis padres... Creo que es momento de que me vaya —miró la pantalla y luego a Stan con cierta pena—. Esto... Lo siento, la he pasado bien como ya he dicho, gracias.

Tweek retrocedió algunos pasos hacia atrás, casi alejándose del azabache, sus padres eran un poco insistentes cuando su hijo se hallaba lejos de casa. 

— No te preocupes, Tweek. Nos veremos—...

— ¡Mañana! —irrumpió su última frase—. ¡Gha! Perdón, ya me voy yendo. 

— Sí, adiós Tweek... —sonrió de lado.

No estaba del todo contento al saber que su momento a solas junto a Tweek había terminado. Pero sabía que no era el único, habría más momentos oportunos.

Tweek, a mitad del camino, quedó estático. Pensó por unos segundos si lo que estaría por hacer sería correcto, así que lo hizo.

— ¡Stanley Marsh! —corrió hasta a él. 

— ¿Tweek...?

El rubio lo había besado, había besado su mejilla. El azabache abrió sus ojos con suma sorpresa al tanto que sus mejillas se ruborizaban un poco. Tocó aquella zona en la que recibió aquel pequeño beso y, teniendo frente a Tweek de la misma manera, sonriendo con pena. 

— ¡Ha—hasta luego!

— Sí... —nuevamente se dirigió hasta a su casa, con una gran sonrisa en su rostro. Mañana sería un gran día.

En la parada del autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora