Era la fase final de la batalla, Zerkanya e Iscán se enfrentaban dando todo lo que tenían, los movimientos de Zerkanya eran rudos pero torpes pues la ira seguía cegándola, esquivaba y bloqueaba de vez en cuando, Iscán parecía disfrutar bastante ver la expresión de rabia de Zerkanya, sentir su dolor, de alguna manera verla sufrir así por Dratør lo motivaba a querer dominarla más.
Zerkanya mentalmente revivió todo lo sucedido, los momentos en los que pudo llegar a ser feliz de verdad, reflexionó como todo pudo llegar a ese punto, recordó que había enterrado el anillo de Dratør junto a su cuerpo y esperó que siguiera ahí hasta que regresara por él. Volvió a concentrarse en la pelea, en un momento se hizo hacia atrás, su brazo derecho quedó en la trayectoria del filo de la espada, el arma era tan afilada que logró cortarlo por completo, la pelirroja gritó de dolor y retrocedió más para encerrarse en un escudo de magia.
—¡Sal de ahí!, aun no he terminado contigo —golpeó con fuerza el campo pero no logró atravesarlo, Zerkanya lloraba del dolor mientras aún observaba horrorizada su brazo sobre el suelo, intentó curarse con magia pero no pudo, arrancó un pedazo de tela del pantalón que llevaba y lo ató para evitar que la sangre saliera a chorros e intentar parar la hemorragia.
—¿Sabes algo? disfruté mucho matar a Dratør —volteó confundida, Iscán había tomado asiento justo al lado del escudo.—Me pareció ofensivo que no me dejaras tocarte pero a él sí, eso no debió ser así, tú te debías enamorar de mí, pero ese imbécil llegó primero —encajó ambas espadas en el suelo, la otra solo lo observaba mientras intentaba calmar su respiración.
—Todos tus amiguitos merecían morir, todos te seguían a ti, todos te amaban a ti, yo nunca pertenecí a ese grupo, me moría de rabia cada vez que escuchaba las noticias sobre la famosa rebelión que tú y él lideraban, yo no tuve lugar ahí, ni siquiera cuando nos volvimos a encontrar. No estuve ahí en tu boda, estaba de viaje y a nadie le importó mandarme un mensajero, pero fue lo mejor, si hubiera estado ahí habría arruinado toda la celebración para reclamarte como mía, que suerte tuviste —lo vio jugar con su brazo como si fuera un brazo de muñeca, mientras él jugaba ella iba acumulando su ira. Zerkanya se levantó primero, y, sin dejar de verlo a los ojos rugió, este era un rugido diferente, sus alas se estiraron, las espinas en su espalda vibraron a tal punto que rompieron su armadura y sus colmillos se hicieron más visibles, su sangre inmortal de Grallierita le daba la fuerza para estar viva después de estarse desangrando y la furia le daba el coraje para querer matar a la persona frente a ella.
—Un rugido de dragón, no sabía que tuvieras tal poder en la voz, interesante —el escudo poco a poco se fue desintegrando hasta dejarla libre, Iscán no desaprovechó la oportunidad y tomó ambas espadas, lanzó la de Zerkanya lejos y pretendió pelear con la suya.
—Deberías apresurarte, sería una pena que murieras desangrada antes de lograr hacerme siquiera un rasguño —la otra no respondió, simplemente se quedó quieta observándolo, algo le decía que no hiciera nada, que se mantuviera tranquila por unos minutos más, él no atacaba, simplemente estaban a tres metros el uno del otro, Zerkanya escuchó a lo lejos un graznido y supo que era el momento, fue retrocediendo lentamente hasta que se agachó y rugió al aire, el rubio la observó confundido hasta que un cuervo llegó volando a la escena, se aproximó a Iscán y se transformó en el aire en un lobo, por supuesto el otro no vio venir su movimiento y quedó indefenso debajo del animal, la recién llegada le mordió el cuello, eso no lo mataría pero ella sabía perfectamente qué cosa sí lo haría, se retiró de encima suyo y se llevó la espada con el hocico para entregársela a Zerkanya, ella agradeció con la cabeza y se aproximó a Iscán quien se retorcía y ahogaba en su propia sangre.
—Te diré algo, podrás matar a todos a mi alrededor, pero yo, jamás estaré sola, no de nuevo —sujetó la espada y la encajó directamente en el pecho de su oponente. Al verlo morir se sintió aliviada, se giró hacia Lithia quien ya se había convertido en humana y lloraba a mares al lado del cuerpo de su hermano, Zerkanya se aproximó y se agachó a su lado, excavó unos centímetros en la tierra y sacó el anillo, tomó una pequeña cuerda y lo ató a su cuello para portarlo siempre, esa batalla había terminado, pero ambas sabían que habrían nuevos retos y ahora estaban listas para afrontarlos.
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Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】
FantasíaCriada dentro de un palacio lleno de magia y seres espectaculares, entrenada para ser una guerrera; Zerkanya lucha contra las burlas de sus compañeros por ser hija de tres sangres, por ser la primogénita entre un humano y una híbrida. La discrimin...