10.- Viajes

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—Ya todo está listo para mañana, Valravn —. Dratør colocó su mano en el hombro de la pelirroja que seguía con la mirada perdida en el atardecer. Un pensamiento había estado rondando su mente durante todo el día, el sueño de su amado, aquella pesadilla le había revelado un dato importante, bajó la mirada un poco dudando de sí misma y de él.

—Bien. —Se giró un poco hacia él, escondió sus manos temblorosas cruzándose de brazos —. Quería preguntarte algo —él retiró su mano para dejarla caminar y expresarse—. Tu sueño se conectó con el mío anoche, pude ver cómo te condenaron al exilio y también por un momento noté una marca, una cicatriz con muchos significados, tuve mis dudas sobre preguntartelo pero creo que tengo derecho a saberlo.

— ¿A qué te refieres? —preguntó él, ambos se sentaron en una enorme roca, ella desvió la mirada, arrepintiendose, no quería preguntarlo, realmente habría sido mejor ignorar el tema.

—Vi una marca de unión ¿quién...? —Sus palabras fueron interrumpidas por Racirya que llamaba a Dratør, él respondió gritando que en un momento iba.

— ¿Qué decías? —Se disculpó por la interrupción y le pidió que continuara pero Zerkanya no podía, sus palabras se trabaron y sintió que era una señal para no meterse en temas que no le incumbían. —Olvídalo —pronunció lo más calmada que pudo y bajó de un salto, su armadura rechinaba con sus movimientos—. Ve a ayudar a Racirya —Volteó a verlo sobre su hombro, el pelinegro se tragó sus palabras y la obedeció, el ambiente era tan tenso que lo enloquecía pero en el fondo sabía perfectamente lo que ella quería preguntarle, y esa, era una cuestión que sinceramente no quería explicar, al menos no en ese momento.

Zerkanya volvió perderse en sus pensamientos pero tan pronto lo hizo pudo escuchar una voz desconocida llamándola por su nombre, desconfió de la fuente y las escamas en su espalda vibraron advirtiéndole. Travien llegó caminando de entre las sombras e hizo una pequeña reverencia ante ella tranquilizando sus sentidos, recordó que ella se aventuró al bosque para buscar plantas medicinales.

—Me he topado con Lithia, me informa que tu padre se encuentra bien pero que ha fingido su muerte por lo que sería mejor que no se mostrara por ahora. —Ella le agradeció y le indicó que le diera el aviso a Dratør, además le pidió que avisara a los demás que daría un paseo por el bosque sola, tenía muchas cosas en las cuales pensar y no quería ser molestada.

****

— ¿Quién eres? déjame ir. —Pidió Seyrkan a la hechicera que recién entraba a la cabaña, intentó nuevamente liberarse de las cadenas mágicas sin éxito.

—No voy a hacerle daño —aclaró mientras machacaba varias especies de plantas en un mortero, preparando un ungüento.

—Eso no dicen las cadenas. —Replicó el otro, Lithia optó por ignorarlo para concentrarse en la nueva mezcla agregándole barro, en cuanto estuvo lista se giró para aplicársela a Seyrkan pero en cuanto su mano se acercó este rechazó el contacto haciéndose hacia atrás, él desconfiaba de ella y ella no podía contarle la verdad. Aprovechó su distracción para aplicar la mezcla sobre su rostro, Seyrkan se quejó haciendo una mueca de asco pero terminó por aceptarlo.

—Tiene que esperar a que seque —comentó limpiándose las manos. Pasado el tiempo necesario Lithia regresó para ver el resultado, pasó los dedos sintiendo la dureza de la máscara, Seyrkan por su parte se encontraba dormido, la hechicera pensó que la posición debía ser incómoda para él así que le desató las cadenas y lo llevó hacia la cama para dejarlo descansar.

—En nombre de mis dioses proclamo la magia se consuma en esta máscara, sólo aquellos a quienes yo considere los elegidos podrán observar su verdadero rostro, el resto percibirá la máscara como tal, así sea. —Concluyó su hechizo con un suave movimiento de manos y el molde se unió al rostro de Seyrkan para luego desaparecer.

Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora