33.- Exilio

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Luego de que todo terminara, Lithia ayudó a sanar el brazo de Zerkanya, no pudo recuperarlo pero cicatrizó la herida, ella agradeció y juntó los cuerpos de sus amigos en una montaña.

—Espero encuentren su camino al más allá, hoy se convertirán en uno con la naturaleza —con ayuda de magia comenzó a cavar un enorme agujero para enterrarlos a todos, antes de cubrirlo por completo Lithia hizo un hechizo para aparecer una semilla, taparon por completo el agujero dando final al ritual. Los demás también cavaron sus propios agujeros para sus seres queridos, era una tradición de los Skitnú que Zerkanya había aprendido luego de que Juvrel muriera unos días después de la boda.

—Es tu culpa —se acercó uno, ella no respondió nada .—Por tu culpa fuimos atacados, muchos de los nuestros murieron, incluyendo a nuestros alfas, ya no mereces estar aquí —los demás se acercaron y comenzaron a decir cosas similares.

—Exílienla —sugirió una mujer de cabello blanco, esa mujer que decía querer mucho a Zerkanya y a los demás.

—Zerkanya, después de hablarlo con nuestra comunidad, o lo que queda de ella, hemos decidido exiliarte, por favor, recoge tus cosas y vete —nuevamente la pelirroja se quedó callada y asintió, recogió las armas y pertenencias de sus amigos y ella y con ayuda de tres caballos se las llevó, dejando atrás los recuerdos que tenía sobre ese lugar, nuevamente había provocado una catástrofe y esta vez, había perdido a quienes amaba.

—¿Por qué sigues aquí? —preguntó al aire sin dejar de caminar, sabiendo que la hechicera estaba detrás de ella

—Porque soy tu amiga —respondió la otra.

—No, no lo eres, debes odiarme, por mi culpa tu hermano murió, sólo déjame sola como los demás, vete, estaré bien, después de todo, a mí sola no me va tan mal —se giró para encararla, Lithia negó y se quedó parada ahí.

—No te odio, mi hermano murió en batalla como todos los demás, no tienes la culpa de nada, Iscán estaba obsesionado contigo y todo esto es su culpa —la otra se dio vuelta nuevamente y continuó con su camino.

—Gracias, por curarme —pronunció sin voltear, ahora le quedaba un largo camino pues no tenía rumbo fijo ni a donde ir.

Ambas caminaron durante horas, a veces Lithia se transformaba en un caballo y llevaba a Zerkanya y cuando se cansaba se transformaba en un ratón y viajaba sobre el hombro de su amiga. Tras unos minutos más de viaje llegaron a un pueblo a los pies de un terreno montañoso, fueron detenidas en la entrada por dos elfos armados.

—¿Quién eres y cuál es tu intención al venir a este lugar? —preguntó uno de ellos, el otro se acercó a su compañero para susurrar algo a su oído, ambos se pararon firmes.

—Vete, no puedes pasar —Lithia se adelantó para quedar frente a ellos . —¿Por qué? —preguntó sin dejar de verlos.

—No te dejaremos entrar a nuestro pueblo, hemos escuchado sobre ti, traes muerte y desgracias a donde quiera que vayas, no permitiremos que algo le pase a nuestro hogar —Lithia gruñó y estuvo a punto de decirles algo pero Zerkanya no lo permitió.

—Vamos —se dieron vuelta y siguieron caminando, Zerkanya se la pasaba metida en sus pensamientos, con una mirada triste y seria, Lithia odiaba que el ambiente estuviera tan tenso, pero no podía hacer nada al respecto, incluso comenzó a llorar y a lamentarse por no haber despertado antes para salvar a su hermano. Ahora ambas vagaban sin rumbo y por el momento solo necesitaban un lugar para dormir, por suerte entre las montañas encontraron una cueva donde decidieron pasar la noche. Ataron a los caballos, encendieron una fogata y cocinaron un poco de carne que Zerkanya había guardado, todo lo hacía con torpeza pues a falta de su brazo derecho, tenía que hacerlo todo con el izquierdo, esto era todo un reto para la diestra muchacha. Ambas durmieron esa noche en aquella fría y solitaria cueva.

***

Del otro lado del terreno, Alexandrya partió al amanecer en busca de Zerkanya, al enterarse de que los Skitnú la habían exiliado se sintió mal por no haber avisado antes del ataque de Iscán, de todas maneras su prioridad en ese momento era encontrarla y convencerla de que fuera al territorio dragón pues ahí estaría a salvo ya que nadie más que ella se atrevía a entrar.

Aulló para intentar localizarla, para su buena suerte, al haber convivido por años con los lobos, Zerkanya logró reconocer el aullido, mandó a Lithia a ver qué sucedía mientras ella preparaba las cosas para partir. Minutos después de haberse ido volando, Lithia regresó en forma de lobo junto con otro lobo más, ambas se transformaron de vuelta en humanos para pararse frente a Zerkanya.

—Es Alexandrya, quiere ayudarnos —la pelirroja hizo una seña para indicarle que escucharía sus palabras.

—Tienes que ir al territorio dragón, nadie se ha atrevido a entrar al reino de las sombras y yo creía eso hasta que escuché que tú puedes entrar y salir sin problema alguno, es un lugar seguro para ti a pesar de los monstruos.

—Me niego —pronunció seca, la otra hizo una mueca.

—Estaré bien mientras pase de incógnito por los pueblos, obtendré un disfraz y vagaré por ahí hasta encontrar un lugar donde me acepten a pesar de lo que hice y la mala suerte que provoco.

—Pero es arriesgado, si descubren tu identidad querrán capturarte para llevarte con Astrel, he visto los carteles de recompensa por todos lados.

—¡No me importa esa recompensa!, ¡No le tengo miedo a Astrel ni a sus hombres, lo que quiero es vivir tranquila por una maldita vez en mi vida! —gritó harta, la otra suspiró.

—Bien, pero si necesitas mi ayuda puedes llamarme, yo estaré siempre aquí, ya sabes, de híbrida a híbrida —volvió a transformarse y se alejó, Lithia miró con desaprobación a su compañera pero a ella pareció no importarle, no quería más problemas y habría aceptado estar sola de no ser porque Lithia se ofreció a acompañarla sin dejarle opción. Ambas terminaron de preparar todo e iniciaron su travesía para buscar algún lugar que las admitiera. 





Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora