20 | hello, aubrey

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20 |HELLO, AUBREY

Allison y Lydia se habían ido ya desde hace rato, dejándome sola en mi habitación, donde cerré minuciosamente las ventanas y me cubrí completa con mis cobijas, respirando agitada y con mis manos temblando. En realidad era Lydia la única que se fue a casa, porque Allison se había esperado a que llegara Scott para ir a charlar con él a su cuarto, probablemente para reconciliarse o algo. Sabiendo que todos estaban en casa, igual seguía estando terriblemente ansiosa.

Todavía no olvidaba a la persona que se escondía entre los árboles para vernos. Apenas lo noté, mi primer instinto fue correr hacia mis chicas y subirnos al auto en un santiamén. Si era la misma persona que me acechaba fuera de mi casa, entonces mi última intención era ir tras él a averguarlo. No pude ver mucho. Claramente era una persona, y su complexión era la de un hombre, estoy segura de eso. Atisbé una melena un poco más larga de lo habitual en el sexo masculino y la ropa era negra en su totalidad. Cualquier hombre mayor de veinte años en Beacon Hills es un posible sospechoso, lo que reducía mi lista a... bueno, muchas personas.

Debería decírselo a Scott, o a Derek, en un último caso a Stiles, pero hay algo que me lo impide, como si quisiera convencerme de que solo estoy actuando con paranoia y todo lo que veo es falso, porque no hay ninguna lógica razón por la que alguien me estuviese vigilando. ¡No soy nadie! Mi grado de popularidad es relativamente normal, no estoy involucrada en asesinatos que lleven a vengarse de mí, no soy millonaria ni mucho menos conozco los secretos más oscuros del presidente. Tengo dieciséis tristes años, un bote de Hershey's líquido bajo mi almohada y un alto grado de demencia en mi sangre, como cualquier adolescente.

Quizá ya saben que soy hermana de un hombre lobo. Quizá es alguno de los Argent, estudiándome para saber si soy como mi hermano. No lo sé, pero estoy asustada. Aun así, creo que debería esperar antes de contárselo a Scott, hasta asegurarme de que lo que veo es cierto y no alucino acosadores.

Pego un grito ahogado que me hace morder mi lengua y me tapo hasta la cabeza, como si así nada me pudiera pasar, cuando la puerta se abre de golpe. Aprieto los ojos insegura, las delicadas pisadas abriéndose paso por mi habitación hasta que se detienen a mi lado. Y entonces, con una fuerza bruta, la cobija sobre mi cuerpo es tirada fuera de mí con vigor.

Abro los ojos.

—Hola mami.

Melissa me observa con los brazos cruzados y las cejas alzadas, así que me incorporo en mi cama y la veo mejor. Me sorprende verla vistiendo algo que no sea su característica filipina del hospital, sino un pantalón formal, un saco negro bastante chic, y su rizado cabello atado en medio cola. Incluso distingo el gloss en sus rosados labios y la máscara de pestañas.

Wow, mi mamá es preciosa. Esperen, ¿por qué se ve más preciosa?

—¿Qué hacías cubierta así?— me pregunta curiosa, y yo me limito a negar con la cabeza.

—La pregunta aquí es por qué luce tan bonita, señorita— mi mamá sonríe como colegiala y me da una especial alegría verla así de entusiasmada. En un gesto de nerviosismo plancha las arrugas inexistentes de su saco y toma una profunda inhalación.

—Hoy fue un representante médico al hospital— me cuenta—. Charlamos un poco y cuando menos lo esperé ya había aceptado ir a cenar con él. Es la primera cena a la que voy con alguien del género masculino que sea mayor de dieciséis años, así que estoy un poco nerviosa.

Mamá y yo salimos de mi cuarto para meternos al suyo, donde continuamos arreglando los últimos detalles de su look mientras me sigue contando del susodicho afortunado. Oírla hablar tan feliz me pone el corazón a mil, porque Melissa más que nadie se merece la oportunidad de conocer a alguien, de volverse a enamorar y ser irremediablemente feliz. Ella ha dado todo por nuestro bienestar, así que lo mínimo que puedo hacer es llevarme bien con su pretendiente.

Cry Wolf | Teen Wolf [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora