Petricor | Ragoney

Hasta que un día no dio para más

La tensión invadió la cocina en cuanto esas tres palabras salieron de la boca de Raoul.

Las cosas habían estado lo suficientemente mal entre ellos últimamente como para que esa frase pudiese significar otra cosa que no fuera algo malo. Sin embargo, el moreno no quería aceptarlo tan rápido.

— ¿Qué pasa amor? — preguntó consternado — No me asustes.

Raoul suspiró. Les esperaba una charla muy difícil por delante y de verdad le asustaba mucho dar ese paso que tanto necesitaba.

» ¿Es por la pelea que tuvimos antes de que me fuera? Está todo bien ya, no te preocupes por eso.

— No Rodrigo — le frenó antes de que continuara — Necesito que hablemos de algo que me pasa. Es importante.

— ¿Estás bien?

— Sí, tranquilo — el moreno se preocupaba por él y Raoul se moría un poquito más de culpa cada vez que lo hacía — ¿Puede ser cuando vuelva del trabajo? ¿O tiene que ser ahora?

— Ahora. Lo necesito — dijo serio. Por un momento lo dudó. No quería que después de la noticia que iba a recibir tuviera que ir a trabajar, pero necesitaba hacerlo ahora porque le aterraba que si pasaba más tiempo toda la valentía que había juntado se esfumara y no pudiera hablar con él de una vez.

— Me estás preocupando — se le notaba en la cara el susto — Venga, vamos a sentarnos al salón — agregó al no obtener palabra por parte del rubio.

El paso hacia la sala se sentía en cámara lenta. No sabía si por la ansiedad o el miedo de hablar. Quería que el tiempo pase rápido y lento a la vez, estaba en una dicotomía constante. Tenía miedo de lo que venía después, pero a la vez necesitaba soltarlo ya.

— Dime — lo apuró en cuanto tomaron asiento ambos en el mismo sofá, un poco de lado para poder mirarse.

— Espera — suspiró removiéndose en el lugar — No es fácil.

— Raoul, habla porque me estás asustando de verdad. — ahora sus palabras habían tomado la misma seriedad que las del menor.

Todo se estaba volviendo muy real de repente.

— Uf es que es tan complicado — bufó bajando la mirada.

— Dime amor, sabes que puedes decirme lo que sea — intentó tranquilizarlo.

— A ver es... Es tan difícil hacer esto. No sé por dónde empezar pero quiero que sepas que ojalá no me estuviera pasando esto pero me pasa y de verdad que intenté evitarlo pero no pude porque no depende de lo que yo quiera o no, pasa y ya está — la verborragia se hizo presente como cada vez que los nervios invadían su cuerpo — Y no quiero que sufras ojalá pudiera evitarlo pero sé que es imposible así que-

— Pareciera que vas a dejarme — lo interrumpe ya con los ojos azules humedecidos. Claramente se había dado cuenta de lo que estaba queriendo decirle.

— Es que es eso Rodri. Quiero que nos separemos.

Lo soltó de una vez, intentando no darle más vueltas. No podía seguir soportando que fuera tan bueno con él sabiendo que estaba a punto de dejarlo. Tenía que decirlo, sin dejar pasar ni un segundo más.

— ¿Qué dices? — primero el rostro del mayor se desarmó, la mirada llena de dolor, y al segundo, sus ojos se llenaron de lágrimas — ¿Qué estás diciendo Raoul?

— Estuvieron pasándome muchas cosas últimamente. Y lo pensé un montón, te lo juro, pero no podemos seguir juntos — los ojos miel también se inundaron de lágrimas. Ver a la persona que tanto había querido durante tantos años así de triste le partía el alma.