Un poco perdido

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¿Qué había sido eso?

Raoul no se dio cuenta al instante de lo que había salido de su boca en aquel momento. Le hicieron falta un par de segundos para que sus neuronas volvieran a reconectar y cayera en lo que realmente había sucedido.

Había dicho el nombre de su amigo. Cuando se vino. Follando con su marido.

Estupendo.

Rodrigo salió de encima suyo, poniéndose boca arriba junto a él en cuanto alcanzó el éxtasis también luego de unas pocas envestidas más. Pero el rubio estaba paralizado, no entendía por qué eso le había pasado.

Y de repente, cuando cayó, empezó la preocupación. Qué diría de eso su marido.

- Que pereza - dijo tranquilo, rompiendo por fin el silencio que sólo llenaban sus respiraciones cada vez menos agitadas - Pero no voy a dormir así. Ahora vuelvo - agregó antes de levantarse para ir al baño a asearse.

Raoul seguía paralizado ante la escena, parpadeando lentamente. No le respondió nada y simplemente se quedó observando el techo. Intentando entender la situación que se había desarrollado en los últimos minutos. Era todo un poco surrealista.

¿Qué debería hacer? ¿Darle explicaciones cuando él ni siquiera las había pedido? ¿Seguir haciendo como si nada hubiese pasado?

Raoul no sabía si en el calor del momento Rodrigo realmente no lo había escuchado o si el apodo de su amigo había escapado con un volumen mucho más bajo de lo que él creyó, haciendo imposible que lo distinga entre gemidos. Aunque lo más probable, y no quería pensar que fuera aquello, era que realmente sí lo escuchara y se estuviese haciendo el desentendido, como si no hubiese oído nada.

De lo único que sí estaba seguro el rubio era de que no quería ponerse a pensar por qué de su boca había salido aquel nombre en ese momento. Ese sería un problema para más adelante, cuando no estuviera tan preocupado por lo que pensara su marido.

No tardó en volver del baño, ya completamente limpio, con unos boxers puestos que había tomado antes de salir de la habitación. Se acostó nuevamente a su lado y tomó un cigarro de la caja que estaba sobre la mesita de noche mientras el rubio lo seguía con la mirada.

- Perdón, ya sé que no te gusta que fume en la cama pero uno después de un polvo siempre sienta bien - dijo antes de encenderlo. En verdad a Raoul ni siquiera le molestaba tanto y el moreno lo sabía, pero prefería que su habitación no oliera a tabaco antes de irse a dormir.

- No pasa nada - le contestó, no sabía muy bien cómo actuar. Se sentía incómodo - Pero te lo dejo pasar sólo por hoy eh - intentó bromear con naturalidad aunque hasta para él sonó poco creíble.

Mientras Rodrigo daba una calada tras otra, el silencio los envolvió.

Se sentía la presencia del enorme elefante en la habitación.

La tensión estaba presente en el denso aire que respiraban. Y sin embargo, parecía que ambos pretendían ignorar lo que había pasado.

- ¿No te vas a limpiar? - preguntó finalmente el moreno dando una nueva calada.

- Sí, sí. Ya voy - salió por fin de su ensimismamiento el rubio, levantándose finalmente.

Se decidió por darse una ducha, prefería alargar el momento de volver a compartir la cama con el mayor. Si cuando volviera estaba dormido hasta le parecería mejor.

Se tomó su tiempo, enredando las hebras doradas en sus dedos mientras su cabeza no podía dejar de pensar. Aunque no quería, no pudo evitarlo. Realmente había dicho el nombre de su amigo en ese momento. Le daba vueltas al asunto sin parar y, para él, sólo podía tener una explicación. Estaba pasando demasiado tiempo con él. Se veían prácticamente a diario, incluso ese mismo día lo había pasado completo con Agoney. No era tan descabellado que el nombre del canario rondara en su mente. Fuera la situación que fuera, aunque en la que lo había hecho pudiera ser un poco extraña. Pero no es que estuviera pensando en él mientras se acostaba con su marido.

Petricor | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora