Tal vez ni yo pueda saber lo que quiero

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Los abrazos de Miriam siempre fueron de lo más reconfortantes. Cuando Jonay les abandonó lo primero que hizo Agoney, en cuanto fue consciente de que eso era lo que había sucedido, fue ir con el pequeño Dani hacia el piso de la única persona que tenía allí en Barcelona a parte de su ahora ex. Allí, en sus brazos que no dudó en brindarle, se descargó llorando todo lo que le hizo falta mientras le oía quejarse de lo que ese hijo de puta le había hecho. Y ahora, que otra vez necesitaba compañía, allí estaba ella, una vez más a su lado y dispuesta a soportar todo junto a él.

— Todo va a ir bien, ya verás — intentó animarlo cuando finalmente dejó de abrazarlo, aunque en su rostro el moreno no mostrara ninguna emoción — Es un hombre casado sí, pero las cosas no van bien ¿no? A lo mejor en algún mome-

— ¿Sabes qué Miri? Creo que la hora me hizo decir tonterías — le interrumpió el canario con un tono neutro.

— ¿Qué dices? — preguntó la rubia con el ceño fruncido, sin comprender a su amigo.

— Eso. Que ya es tarde y estoy cansado y ahí es cuando empiezo a decir tonterías. No pasa nada con Raoul, es mi amigo — afirmó convencido.

— ¡Pero qué dices hombre! — elevó la voz indignada — No vas a volver a negar que te gusta el rubio, ya me lo admitiste. No vamos a volver a atrás — se negó la gallega.

— Fue una estupidez Miri, déjalo. Ya te dije que es el cansancio — le restó importancia el tinerfeño — Si ya tengo una cita y todo.

— ¿Ves? Ahora sí que el sueño te está haciendo decir tonterías. ¿Con quién tienes una cita tú si no sales a ningún lado si no es con el rubio? — le preguntó desafiante, de verdad no le creía.

— Con el rubio-

— ¿Cómo que con el rubio si está casado? ¿Qué estás haciendo Agoney? Además, acabas de decir que no te gusta y no sé qué, no te entiendo, de verdad — soltó una pregunta tras otra sin darle tiempo a responder.

— Con el rubio y su marido. Si no me dejas terminar cómo quieres entenderme — respondió ofuscado. Pero al parecer eso no acababa de aclararle las cosas a Miriam que seguía mirándolo desconcertada — Es una cita doble. Me presentarán a un amigo suyo, lo sugirió Raoul.

— Ay amiga estás jodidísima — dijo apenada, apoyando una mano sobre su hombro ­— Lo vas a pasar fatal ¿cómo es que aceptaste ir?

— Es una buena idea Miri, hace mucho tiempo que no estoy con nadie — respondió no demasiado entusiasmado — Tu misma me los dijiste muchas veces.

— Claro. Pero te gusta Raoul — le recordó como algo obvio — Nada de esa cena puede salir bien.

— Todo va a ir bien porque ya te dije que eso fue una tontería, no sabía ni lo que estaba diciendo.

— Que lo niegues no va a hacer que dejen de pasarte cosas con el rubio.

— No me pasa nada con Raoul Miriam, ya no sé cómo quieres que te lo diga. Es mi amigo, nada más — se levantó furioso del sofá — Y mejor me voy a dormir, que estoy muy cansado.

— Vale, has lo que te dé la gana — rodó los ojos la rubia — Adiós — le saludó mientras se alejaba por el pasillo sin despedirse.

» Y ten cuidado con lo que sueñas — agregó antes de oír el sonido de la puerta cerrarse.

Estaba nervioso, no se lo iba a negar, aunque tenía todo bastante claro. Lo de Raoul era una tontería. Lo que necesitaba era conocer a alguien y olvidarse un poco de todo. De Jonay, de Miriam, de Raoul y hasta de Dani (al menos por un rato, aunque su hijo siempre estaría primero). Así que se propuso que esa noche haría todo lo que estuviera a su alcance para pasárselo bien, después de todo las dos semanas que pasaron le sirvieron para dejarse claras las cosas a sí mismo.

Petricor | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora