España.

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Por el tratado de Versalles, suscrito en 1783, Inglaterra reconocia finalmente la independencia de los Estados Unidos. Antes lo habían hecho España y Francia, naciones éstas que tan valiosa ayuda brindaron a las Trece Colonias en su lucha por la emancipación.

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La Guerra de Independencia empieza (estrictamente hablando) la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el padre Miguel Hidalgo da el llamado "Grito de Dolores" y termina el 27 de septiembre de 1821 (11 años después) con la entrada triunfal del Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, a una jubilosa Ciudad de México. 

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España estaba fuera de sí, hace apenas un año en el cual su Nueva España afirmaba que la nación había alcanzado la madurez necesaria para bastarse por sí sola; que la Independencia de la misma debería ser un acontecimiento tal y como se da cuando un padre ve separarse del seno familiar a un hijo después de haberlo educado y engrandecerlo, tal y como la había hecho España con él.

Inglaterra miraba serio al español que reclamaba y exigía una solución de manera inmediata a la vulgar acción que había cometido su hijo Trece Colonias o como desde hace veintisiete años se ha venido presentado, Estados Unidos de América.

Corría el año de 1822 y México no sabía qué hacer con él mismo, estaban cerca del invierno y hace apenas dos meses se volvió a encontrar con un viejo amigo de cuando apenas se había vuelto colonia de España, los años le habían favorecido en mucho y eso lo comprobó hace un mes, cuando la lujuria les ganó y decidieron entregarse en un juego de caricias y penetración, lastimosamente no habían alcanzado el clímax cuando España los descubrió y después de eso sus días solo han sido grises.

— ¡Casarlos!

El gritó de su padre lo había sacado de sus pensamientos y miró a su padre con terror.

— España, te pido que te sientes ya has dejado en claro tu punto.

Pidió Inglaterra totalmente cansado y aturdido de tanto gritó.

— No padre.

Pidió el tricolor y los tres hombres restantes le miraron directamente, Estados Unidos no decía nada, se limitaba a mantener la frente en alto y conservar sus palabras.

— Nueva España, osaste tener relaciones con él, sin estar casados, mucho menos comprometidos, no tienes siquiera derecho a hablar, vergüenza deberías tener y mantenerte rezando por perdón.

— ¡Pero de que me culpas si tú has hecho lo mismo!

México no esperaba recibir una bofetada de su padre, solo sentía su mejilla demasiado caliente, no sabía si era por el dolor o por la vergüenza de que otros le mirarán.

— No te atrevas a hablarme así. Escucha bien, tienes dos opciones Nueva España, te casas con él o vuelves a ser mi colonia, ese documento tuyo no es válido fácilmente lo puedo anular.

Amenazó y México sintió un escalofrío atravesar todo su cuerpo.

— ¡No!

Gritó y todos le juzgaron con la mirada.

— Lo siento México, yo no quiero que Estados Unidos y yo entremos en conflictos bélicos con España.

México agachó la mirada, quince minutos de placer le estaban saliendo demasiado caros.

— Vean el lado positivo — Volvió a hablar Inglaterra refiriéndose a los dos afectados — Su territorio va a creer, Estados Unidos esta creciendo rápidamente y si ambos se apoyan mutuamente serán pronto una potencia.

— Esperen.

Dijo levantándose del sillón dónde le habían estado juzgando junto al americano.

— ¿Qué sucede ahora Nueva España?

Habló molestó España.

— Ok, para empezar, pa', soy México, segundo, acabó de independizarme hace apenas un año, no quiero volver a perder esto que tanto me costó, fueron once años.

Dijo con frustración viendo a Inglaterra, España y por último al americano. Quería, no, deseaba que comprendieran, que valoren su esfuerzo.

— Nueva España, esto es una gran oportunidad, ustedes juntos podrían ser el inició para volver a lo prometido, ser Pangea de nuevo.

Dijo con obviedad e ilusión, México no quita su mueca, frustración, desilusión, enojo, quería gritar, no era justo, España igual se acostaba con muchas personas y jamás lo vio teniendo que casarse con ellos por hacerlo, jamás perdió por voluntad todo sus terrenos, su identidad, su todo y a él le querían obligar.

— Nos casaremos como ustedes piden, con su bendición y todo lo que conlleva, pero lo vamos a hacer a nuestra manera, México y yo no nos uniremos del modo que quieren.

España estuvo a punto de replicar y México solo había dado medía vuelta para ver como su contrario se levantaba igual de aquél sillón y tomaba su mano para unirla con la suya mientras le sonreía, miró directamente al español que estaba a punto de replicar su decisión.

— México pasará a ser Estados Unidos Mexicanos y nosotros vamos a conservar nuestros territorios como hasta ahora, pero, señor España, padre, doy mi palabra que después de unos años de haber efectuado el matrimonio nosotros nos uniremos como ustedes proponen, ¿Verdad México?

El tricolor veía asombrado al de bandera de estrellas, realmente de más jóvenes había sido su primer amor y aunque ahora lo veía como un total desconocido digno para follar, debía confesar que con aquello dicho su corazón se aceleró un poco.

— Es una buena propuesta, desde ese lado entonces yo te ayudaré México, invertiré en ti y lo que puedas darme, ahora serás parte de mi familia igual que España, todos ganamos, ¿Verdad España?

— Yo solo quiero que se hagan responsables de su acto y que tu hijo cumpla con lo que hoy me esta prometiendo, quiero que tus palabras esten en una hoja y tinta, quiero tu sangre, tu palabra, no puedes incumplir ante lo hoy dicho.

— Tiene mi palabra que no lo haré señor España y también de que cuidaré muy bien de su hijo.

Méx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora