Drugs / Xanny.

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Méx despertó con dolor de cabeza e irritado, gracias a este viaje sabe que las diferencias de horario le afectan, su celular marca que en México apenas son las once de la noche y en Rusia son las siete de la mañana. Se levantó, se alistó y acomodó la cama donde durmió, salió del cuarto con el objetivo de ir a la sala donde vio el comedor, quería un desayuno ligero, cuando estuvo apunto de recorrer la silla para sentarse cayó en cuenta de unos puntos.

En primera, no estaba en un hotel que le pudiera brindar el alimento que más le agradara, segundo no sabía cocinar, pero posiblemente pudiera hacer huevo revuelto, tercero, ¿Rusia tenía huevos?, cuarto, ¿Dónde estaba la cocina? 

Se quedó viendo una de los umbrales de la casa, donde salió un sonriente Rusia con dos platos, mostró una expresión de sorpresa, pero regresó su sonrisa cuando depósito los platos en la mesa.

— Me alegró que despertaras, por un momento temí que despertaras a altas horas del día, pero veo que no.

— No pude dormir muy bien, tengo un ligero dolor de cabeza.

— Dame un momento entonces.  — Méx ayudó a acomodar los platos y se sentó esperando a Rusia, tenía fruta para comer, agradecía eso.  — Aquí tienes. — Una taza de té de manzanilla fue puesto enfrente suyo juntó con medicamento para dolor de cabeza.

— Gracias... — Procuró no formar una mueca ante el olor de la manzanilla. — Te quitaste la pijama.

— Lastimosamente no puedo estar todo el día con ella.

El desayuno se dio con un silencio cómodo, así fue hasta que Méx sintió la mirada burlesca de Rusia en él, miró el té, tomó el medicamento y bebió el líquido tibio conteniendo cualquier mueca de asco o desagrado. Esperaba no haber sido tan obvio con su fastidio por la manzanilla. 

— Gracias por la comida.

— De nada.

Méx suspiró aliviado y notó cuando Rusia se llevaba los platos y todos los utensilios que utilizaron.

— Tengo una duda.

— Dime.

— ¿No tienes nadie que te asista en los quehaceres?

— Vienen dos personas cada quince días para apoyarme en los deberes del hogar que no logró hacer por cuestiones de trabajo o juntas, pero es algo que me obligaron a aceptar.

— ¿Te incómoda que estén del diario en tu casa?

Rusia negó.

— No me parece justo, mi gente hace todo lo posible por vivir vidas cómodas y tranquilas, no sería justo que yo tenga gente que me asista cuando yo trabajó para mi pueblo.

Méx lo miró sorprendido, él siempre estuvo rodeado de ese tipo de cosas, por si mismo se da cuenta que no es bueno en nada del hogar. Méx entrelazo sus manos y terminó diciendo lo que pensaba.

— Tal vez por eso tu no sufres lo mismo que yo.

— ¿Hablas de las grietas?  — Méx cubrió sus labios, no quería decir eso. — También tengo grietas, todos sufrimos problemas de corrupción, algunas veces los problemas que padecemos se vuelven similares, aunque claramente siempre destacamos por algo en general, ningún país es perfecto, por ejemplo yo presiento que al menos este año seré sorprendido por algo: drogas, política, contaminación, habrá algo.

Rusia suspiró.

— ¿Por qué no tienes grietas?

— Claro que tengo, mira.

Méx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora