Japón.

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Méx tenía la misma expresión que un infante al conocer un parque de diversiones por primera vez, aunque Canadá procuraba no dejarle caminar mucho tiempo o correr, mantenían pasos lentos y mantenían un constante uso del auto del canadiense.

— ¿Estas feliz?

Preguntó Canadá mientras le daba un vaso de leche de chocolate tibio, Méx lo aceptó gustoso.

— Sí, muchas gracias por acompañarme.

— No, no tienes que agradecer fue mi culpa en primer lugar por lastimarte.

Dijo con culpa mientras suspiraba, se le veía una expresión de arrepentimiento que hizo que Méx se sintiera mal por él.

— Tranquilo, de verdad no estoy molesto, hasta creó que me hiciste un favor, así pude lograr hablar con otro país muy simpático.

Canadá le miró, dejo su vaso de café en la banca y tomo los lentes de Méx, el tricolor tuvo que parpadear para enfocar su vista. Canadá sonrió ante eso.

— Te ves muy lindo sin lentes, pero con ellos te ves mucho más.

Méx se sonrojo, pero soltó una pequeña risa cuando Canadá cubrió su rostro con una mano y con la otra le extendía sus lentes.

— Perdóname por mi atrevimiento Méx.

— Gracias por el cumplido.

Dijo sincero, quitando con lentitud la mano del canadiense que seguía sonrojado.

— ¿No te moleste?

— No, para nada, gracias por tu cumplido.

Ambos sonrieron, se veían fijamente, Méx soltó un suspiró ante tal ambiente, pero este se vio interrumpido por su celular al sonar, con lentitud buscó el aparato, cuando estuvo en sus manos leyó quién le llamaba.

— ¿Quién es?

Preguntó Canadá mientras tomaba el celular del menor.

— OMS.

Dijo con tranquilidad mientras tomaba su leche, veía como Canadá contestaba la llamada y le sonreía, eso era agradable para él.

— En un momento lo llevó.

Méx le miró fijamente y Canadá suspiró con pesar.

— OMS te quiere ver para examinarte, teme que con este frío ambiente te siga doliendo.

— Pero mañana es el último día y aún no hemos visto todo.

Dijo apuntó del berrinche, pero Canadá le sonrió mientras le extendía su celular para tomarlo, Méx lo tomó con decepción, pero antes de retirar su mano Canadá la tomo y beso el dorso de su mano.

— Tal vez en esta ocasión no, pero en cuanto tenga tiempo iré por ti para que conozcas mi territorio, ¿Si?

Méx asintió aturdido.

[...]

— ¿Tiene fiebre?

Preguntó OMS mientras se levantaba de aquélla silla de plástico para examinar a Méx, este había llegado con las mejillas sonrojadas y Canadá solo sonreía.

— Estoy bien OMS, solo necesito ir al bañó.

Dijo un poco avergonzado de que Canadá le escuchará.

— ¿Quieres que te acompañé?

Se ofreció el bicolor y Méx negó con rapidez.

— Puedo ir solo.

Méx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora