Águilas Aztecas.

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México volvió a pisar sus tierras cerca de finalizar octubre, la cempasúchil florecía gustosa y por montones, el aire estaba llenó de melancolía, de alegría, de esperanza, el incienso se sentía en todos lados.

Fue su presidente quien lo recibió, todo para informar la situación en el país y para aclarar dudas que podría haber tenido cuando estuvo en el frente. En el transcurso del viaje México veía hipnotizado a su gente, los estudiantes que se divertían al salir de sus clases, los niños que llevaban las cempasúchil de un lado a otro.

— Bienvenido a su México señor.

Dijo Manuel Ávila Camacho.

— ¿Manuel, ves esa sonrisas, escuchas esas risas?

— Sí señor.

— Tenemos que procurar conservarlas.

— ¿Tiene algo que decir?

— Necesitó que el escuadrón 201 se reúna lo antes posible, es de suma importancia.

— Lo haré.

[...]

México tuvo que esperar más tiempo de lo que había planeado para juntar a sus hombres, tuvo que él ir a Texas para poder reunirse con su escuadrón, aunque quisiera ver a su hijo, solo recibió que le diera la espalda e ignorara, se paso el tragó amargo que le dejó ver como su hijo alentaba a su gente para marcar la discriminación contra sus hombres y él. Le incomodaba ver ciertos letreros con el título de "No mexicanos, no perros", pero aunque le doliera tenía que entender que primero estaban sus deberes y después su papel de padre.

Ahora es cuando.
Ahora es cuando Mexicanos.
Ahora es cuando.
Bien unidos.
Todos juntos lucharemos como hermanos.
Por la patria.

Necesito que piensen muy bien esto muchachos.

México explicaba el plan que él y URSS habían organizado, todos sus hombres le escuchaban atentamente.

— Entendemos el plan mi señor, pero todos tenemos una duda, ¿Estados Unidos nos dejará entrar a la guerra?

Los soldados empezaron a hacer comentarios similares y México suspiró.

— ¿Por qué piensan qué no?

— Las gringas que nos han entrenado a los de este lado han hecho ese comentario, que no esperemos que nos dejen entrar a esta guerra.

— Les estoy indicando el plan, el mero mero me dio estas instrucciones y yo apoye para estructurar este plan a nuestro beneficio, no me digan que se estan rajando, porque mejor vayan a rajarse a su pueblo.

Los chicos se miraron entre si y solo uno se puso enfrente de México.

— Soy soldado mexicano, yo no me rajo y con gustó defiendo a mi nación, con ansias esperó cualquier intervención.

— ¡Ya verán esos extranjeros que con México se van a equivocar!

Gritó otro soldado provocando la emoción de los demás.

— Solo tenemos que sacar a los japoneses de esas islas y esperar por más órdenes, ¿Verdad?

Preguntó otro chico, pero antes de que México le respondiera la puerta del cuarto dónde estaban se abrió de imprevisto.

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