Italia.

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Méx miraba las pobres plantas que se marchitaban, estar en un cuarto encerrado donde la luz solar se filtraba por el techo transparente, todo eso las estaba matando y a él igual, secó el sudor de su frente y miró las infinitas escaleras que estaban enfrente suyo, un escalofrío, dolores de cabeza, suspiró cansado. Sabe bien que en esas paredes la corrupción nace, no sabe que planean, pero últimamente las organizaciones del PRI y PAN están preocupadas, muy irritables, sus ojos se cierran, se siente mareado, odia sentir todo eso. Cierra sus ojos, se trata de levantar del suelo donde estaba sentado, pero se siente débil. Suelta un bostezo, no tiene energía para levantarse, como puede vuelve a sentarse y recarga su cabeza en uno de los cristales, vuelve a cerrar los ojos y esta vez no los abre. 

[...]

Méx apretaba las sabanas debajo suyo, sus pequeños quejidos se escuchaban fuera de la habitación, su sudor caía en las desordenadas sabanas.

— ¿Méx?

Una voz se escucha detrás de su puerta, pero de su garganta solo salían quejidos de dolor. Alemania abrió la puerta con lentitud y cuidado, le habían dicho que el tricolor estaba sólo, pero quería prevenir cualquier accidente.

— ¿Esta sólo?

Preguntó Japón aún con los ojos cerrados, no había escuchado algún gritó o queja, con lentitud quitó sus manos de sus ojos, lo primero que vio fue un tricolor que se retorcia entre las cobijas, soltaba quejidos en cada movimiento y un vaho negro salía cada vez que se quejaba, Alemania intentaba calmarlo, tenía una de sus manos en su frente, posiblemente quería sentir su temperatura corporal.

— Tiene temperatura.

Aseguró el alemán.

— ¿Distrito?

Preguntó con dificultad Méx, el sudor descendía de su frente.

— Voy a buscar algo para bajar su temperatura.

— Tengo frío.

Murmuró Méx, pensaba que hablaba con Distrito y Edo.

— Voy a pedir que preparen un té.

Alemania asintió y vio salir del cuarto a Japón, había dejado su bolsa de regaló en un mueble cercano a la puerta, pensar que cuando lo vio en el aeropuerto estaba deambulando, no se decidía si debía ir a visitar a Méx, después de muchos mensajes sin responder y un vuelo de quince horas de por medio, llegaba a la conclusión de tal vez no iba a ser bienvenido en México.

— Méx, ¿Sabes que tus estados y capital estan en una junta?

Méx mantenía los ojos cerrados y lentamente negó con la cabeza. Su cuervo se contrajo y dio fuertes ataques de tos, el voho negro salía de su pequeño cuerpo. Méx sentía un sabor desagradable en la boca y garganta, pero se sentía tan débil, no podía ayudarse así mismos.

— Llamaré a OMS.

— El personal me indicó que ellos no tienen algún medicamento que le puedan dar a Méx, que en estos casos la capital se encarga, pero me dieron este té.

— Gracias Japón.

Dijo Alemania mientras intentaba contactar con la organización.

— Méx, soy Japón, ¿Puedes sentarte?

Méx se dio un pequeño giro quedando boca abajo y con ayuda de la cabezara se incorporó, con movimientos innecesarios logró sentarse y fue ahí donde Japón le dio la taza, el rostro de Méx estaba llenó de sudor y sus ojos se cerraban, el olor a manzanilla le hizo hacer una mueca.

— No quiero.

Dijo tratando de alejar la taza, el té de manzanilla nunca fue de sus preferidos, sentía fastidió de solo ver esas flores.

Méx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora