URSS.

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— Sean bienvenidos, muchas gracias por su apoyó.

México y sus hombres fueron recibidos por la URSS, habían llegado en avionetas para pasar desapercibidos, traían municiones, medicinas y comida.

— Muchas gracias por recibirnos.

México soltó un suspiró, el frío en aquella zona no era ninguna broma, se agradecía por venir lo suficiente abrigado, pero la risa del hombre enfrente suyo sorprendido a México y sus hombres.

— Es fácil notar cuando no están acostumbrados al frío, pero esto les hará bien, el frío hace fuerte a todos.

— ¿Cómo lo supo?

— Es fácil, jamás habías venido a esta zona y las caras sonrojadas de tus hombres y la tuya me lo dicen todo.

México tocó su rostro y pocos hombres suyos hicieron lo mismo, pero sus dedos congelados solo percibían el frío.

— Terminemos de descargar y pasen a comer un poco de sopa caliente, lo siento al no poder ofrecer más.

México sonrió y sus hombres de igual forma, eso les había llenado de entusiasmo para descargar más rápido las provisiones que habían traído.

— No se preocupé patroncito, sabemos como es la situación actualmente y que nos brinde comida nos llena de alegría, en un momento terminamos, vamos muchachos hay que demostrar como trabajamos los mexicanos.

Un grito al unísono se escuchó y URSS correspondió mandando a sus hombres para ayudar a descargar y guardar, el mayor se iba a disponer a explicar a la brevedad la situación al mexicano, pero se sorprendió al verle ayudando a cargar las cajas que había traído, ese acto no lo esperó, sus pies se encaminaron a la dirección del mexicano, pero sus hombres le detuvieron.

— Señor ha llegado un informe sobre el enemigo, lo están esperando en el cuartel.

URSS simplemente asintió y dio unas últimas órdenes a sus hombres para cuando finalizarán, vio por última vez a su aliado y caminó a su deber.

[...]

México despertó en aquella habitación como la ha estado haciendo en los últimos quince días, bajó a la cocina y se preparó un poco del café que había traído con él, se detuvo a escuchar el silencio que reinaba ahí, supuestamente estaba en la casa de la Unión, pero muy pocas veces le había visto ahí, suponía que era por la misma situación donde se encontraban. El sonido de la puerta le hizo saltar y antes de acudir al llamado se aseguró de apagar el fuego.

— Buenos días señor México, le traigo el correo para usted.

México agradeció y vio irse al chico asegurándose que nada malo le pasará hasta donde su vista daba. México miró de manera rápida las primeras tres cartas, eran sobre su país y la situación que mantenían, informes sobre la otra parte de su escuadrón que estaba siendo entrenado por USA de mañana a noche y la última carta era del mismo americano, declarando su preocupación y lo mucho que le extrañaba, sobre como esos pocos días separados le hacían tener hasta pesadillas y dando infinidad de disculpas sobre lo que había pasado antes de que él saliera hacía la Unión Soviética.

— Veo que te has adaptado muy bien a este clima.

— ¡Ay virgencita! ¡Patrón, no me asusté así por favor.

Dijo sorprendido llevando las cartas a su pecho para calmar su acelerado corazón.

— Lo siento, no era mi intención, pensé que me habías notado al ver que no entrabas a la casa, por eso te hablé así.

Méx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora