Méx.

Alemania.

La organización de CNDH había sido convocada para recibir a la ONU en la embajada de Estados Unidos en México, estaba nervioso.

— ¿Bienvenido...s?

Dijo algo confundido al ver el acompañante de la ONU.

— Me alegró de verte, seré breve, el caballero quiere hablar con México y tiene un permiso de quince días para permanecer en este territorio, cualquier cosa comunícate conmigo.

— Esta bien.

— A la mínima intención de hacer algo más te daré una sanción, estoy vigilando a todos, ¿Entendido Alemania?

— Sí.

La organización se mantenía nervioso, este tipo de asuntos los tenía que ver su presidente, no él, la altura de ambos le intimidaba.

— Adiós CNDH.

Se despidió ONU y la organización miró con precaución al país que tenía enfrente.

— ¿Quiere ir a un hotel o desea que contacté con mi presidente?

— El hotel esta cubierto por ONU, quiero ir a el y después que llames a México, necesito hablar con él.

— Sí.

[...]

Méx veía la pantalla de la laptop, de momentos se quitaba los lentes y cerraba los párpados para descansar su vista.

— ¿Mucho trabajo Méx?

Preguntó Edo, se había colado en la habitación escapando de sus deberes.

— Meh, preparó unos documentos que ONU me pidió, para la junta.

— ¿Cuándo?

— Creó que en veinte días.

— ¿Qué sientes que todos saben de ti?

Méx borró su sonrisa, ahora todos sabían de él, pero aún así no había podido convivir con más países, nadie se había acercado a su territorio, USA no había venido, creyó que posiblemente el americano podría ir a querer conocerlo, pero no.

— No siento ningún cambio...

— Vamos, no te pongas chipil, verás que en la junta nadie se va a separar de ti, papá siempre consiguió que la gente estuviera cerca de él, era un pequeño imán, aunque parecía que puros problemas atraía.

Edo río por eso, pero borró su sonrisa cuando una tercera voz se hizo presente.

Xiqui yehua in xóchitl,
xiqui yehua ipan noyólotl.
Pampa ni mitz tlazotla,
pampa ni mitz tlazotla
ica nuchi noyólotl.

Méx hizo una mueca ante la voz, no entendía que decía, pero ver la mirada afligida de Edo le hacía sentir mal. Edo tocaba su muñeca izquierda, Méx sabía que en esa zona había un tatuaje.

— Distrito está cantando.

Méx siguió los pasos de Edo, ambos terminaron en la habitación que México usaba para descansar. Distrito estaba acomodando uno de los trajes de México.

— ¿Qué dice?

Preguntó Méx.

— Es una canción que papá nos cantaba, cuando nuestros hermanos más chicos tenían pesadillas.

Méx asintió con la cabeza, pero luego hizo una mueca.

— Eso no fue lo que te pregunté Edo.