Méx.

ONU.

─ Por favor caballeros, mantengan la calma.

ONU trataba de mantener la calma, pero era imposible con tanto grito. 

─ ¿Pero tu estas mal?

— El territorio de México se esta destruyendo solo, ONU no puedes seguir sin dejar que alguno de nosotros se haga cargó.

ONU escuchaba los reclamos de los sudamericanos, veía fijamente a los países, en aquella sala todos guardaron silencio, algunos esperando una respuesta, otros por respeto y algunos porque no era de su interés interferir.

— No.

Volvió a decir con seriedad, tomando unas carpetas y saliendo de la sala, tendrían un descansó de una hora.
Méx miraba a través de aquél vidrio como los latinos se quejaban y maldecían a la organización, su vista se centró en USA, este mantenía una expresión neutra y eso llamaba la atención de Méx.
El siseo de una serpiente capto su interés, se alejo del vidrio y miró su alrededor, maldecía no haber prendido la luz para verificar su entorno, el siseo se escuchaba en toda la habitación, se pegó al vidrio esperando poder tener una mejor visión con la luz que este permitía pasar, su respiración se aceleró un poco, dio un ligero brinco cuando la puerta se abrió.

— ¿Qué haces Méx?

Preguntó ONU, extrañado de ver al chico contra el vidrio.

— Escucha, hay una serpiente aquí.

Méx escuchaba claramente el siseo de aquél animal, pero ONU le miraba confundido, él no escuchaba nada.

— ¿Te estas enfermando?

— ¿Qué?

ONU miraba fijamente a Méx, no quería pensar que el sucesor de México igual podría enfermar.

— Sabes que en caso de sentirte mal tienes que venir de inmediato conmigo, espera, voy a llamar a OMS.

Méx frunció el ceño ante eso.

— Olvídalo, voy a tomar un poco de aire, es este constante encierro el que me hace mal.

— Sabes que no puedes hacerlo, menos ahora que todos salieron a tomar su descanso.

— Tomaré la puerta de emergencia, necesito salir, ver la realidad, seré cuidadoso.

Pidió y ONU le miró en desaprobación.

— Deja que salga un momento y cuando la junta terminé dejaré que OMS me cheque de manera profunda.

ONU suspiró, no le gustaba hacer esa clase de actos, pero tenía que ser preventivo.

— Treinta minutos, no habrá más tiempo.

— Gracias.

[...]

Distrito veía con tristeza a México, este se mantenía dormido, la puerta fue abierta dejando ver a un extraño.

— In lak'ech.

Le escuchó pronunciar, Distrito estuvo a punto de pedirle que se retirará, pero la voz de México le hizo detenerse de cualquier acto.

— Hala ken.

Escuchó pronunciar, sorprendido volteó para verle, pero lo único que encontró en aquella cama fue una serpiente que se lanzó a su cuello a atacar.

Distrito levantó la cabeza aterrado, miró su alrededor verificando que no hubiera algo más, apretó con fuerza la mano de su padre y suspiró. Un mal sueño.