Capítulo 20

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Llamó a la puerta y, cuando Felipe le indicó que podía pasar, abrió la puerta y entró.

-Hola Felipe – lo saludó Emilio al cerrar la puerta - no quería partir sin antes despedirme de ti. Hemos sido amigos durante bastante tiempo.

-¿De qué estás hablando? – preguntó extrañado Felipe - ¿a dónde te vas a ir?

-Tengo unos asuntos pendientes fuera del país – contestó Emilio tomando asiento en la silla que estaba al lado de la cama de Felipe.

-¿De qué asuntos se trata?

-De unos que hace rato vengo postergando y ya es tiempo de encargarme de ellos – respondió Emilio no entrando en detalles.

-Bueno, ¿por cuánto tiempo te marchas?

-No lo sé, no sé cuánto tiempo estaré fuera. Yo calculo que será por mucho tiempo es por eso que he venido a despedirme de ti y decirte un par de cosas. Lo primero es que no debes preocuparte por el trabajo, ya que conseguí una excelente persona que me reemplace. Es un primo mío que hará el trabajo mejor que yo. Le dije que podría venir a la hacienda cuando tú estés totalmente recuperado. Mientras tanto yo lo asesoraré y le enseñaré todo lo que tiene que saber.

-¿No puedes esperar a que por lo menos yo me recupere para irte? – preguntó Felipe a quién le importaba poco lo que Emilio tuviera que hacer.

-Esperaré lo necesario y luego me iré si eso te complace – respondió Emilio – no te preocupes, no dejaré el trabajo así como así. Sé cuanto estimas tu dinero y te prometo que no vas a perder nada.

-Bueno, es lo mínimo que puedes hacer luego de que yo te he ayudado a salir adelante – agregó Felipe de manera soberbia.

-Sí, tienes mucha razón en eso y por eso estoy dispuesto a hacerte ese favor – dijo Emilio – aparte del otro que ya te he hecho hace apenas unos instantes.

-¿De qué favor me estás hablando? – preguntó Felipe frunciendo el ceño.

-De que antes de venir a verte, estuve con tu esposa y ya le dije todo lo que tenía que decirle a ella.

-¿Ah, sí? – dijo Felipe bastante sorprendido – y, ¿se puede saber que tanto tenías que decirle?

-No mucho, pero me llevó más tiempo de lo que pensaba.

-¿Por qué? ¿Qué le dijiste?

-Nada que tú ya no lo sepas – dijo Emilio con una calma ejemplar – le dije que tú estás enamorado de ella y que la amas.

-¡¿Qué?! – exclamó Felipe acomodándose mejor – que tú has hecho, ¡¿qué cosa?!

-Le dije a tu esposa que la amas – volvió a repetir Emilio sin inmutarse - ¿por qué reaccionas así?

-¡¿Con qué derecho haces algo así?! – lo increpó Felipe tratando de levantarse pero sin éxito porque se sentía todavía bastante descompuesto para hacerlo.

-Con ninguno, sólo le estaba diciendo la verdad.

-¡¿La verdad?! ¡¿Qué se te pasó por la cabeza cuando decidiste meterte en donde no te importaba?! ¡¿Quién te dijo que podías hacer eso?!

-Vamos, Felipe, cálmate – dijo Emilio viendo divertido cómo Felipe se sulfuraba – no te va a hacer nada bien que te exaltes. Hablemos tranquilos, por favor.

-¡No te atrevas a burlarte de mí, Emilio! – le dijo mirándolo con rabia.

-No me estoy burlando de ti... Bueno, para ser honesto, me parece muy simpático todo este escándalo que estás armando por algo tan simple que le he dicho a Anita.

El Camino al Padre Parte II: La fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora