Voluntad

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Advertencia

Contenido R-18 GiyuuTan

Dos capítulos en uno como disculpa por el retraso.

«Y entre el umbral del deseo y la voluntad se encuentra un secreto  que debe ser guardado en silencio»

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«Y entre el umbral del deseo y la voluntad se encuentra un secreto  que debe ser guardado en silencio»

Las fermonas envolvieron el lugar con un cálido y lujurioso aroma, Tanjiro se encontraba allí , quieto, con la respiración agitada.

Su omega interno estaba alborotado y su mente se encontraba en trance aún sin saber porqué el reaccionar tan extraño y nuevo de su cuerpo.

—Giyuu-san ¿Qué le pasa a Zenitsu? —pronunció asustado, la inocencia de un niño que se estaba volviendo en hombre.

Trayendo consigo, temor, duda e insertidumbre ....

Entonces Giyuu trago seco, su cuerpo comenzó a sudar y su Alfa se descontrolo, estaba exitado.

—Lo siento —pronunció a mitad de la noche, cargando a Tanjiro con un cierto grado de culpa... Sabía que debía alejarse pero por alguna razón ignoro a su conciencia.

Lo cargo llevándolo a una de las tantas habitaciones de la gran mansión de glicerin.

Estaba oscura y apenas una pequeña luz se filtraba dentro.

La atmósfera era extraña y su cuerpo  no podía dejar de temblar, Tanjiro mentira al decir que no estaba asustado, porque realmente lo estaba,la forma en la que sus sentidos actuaban, la extraña mirada sombría y el olor a culpa que desprendia Giyuu.

Algo no estaba bien, no parecían ser ellos mismos, era como si su lado salvaje los dominará y eso no le agradaba en lo más mínimo.

Entonces su cuerpo fue acostado con algo de brusquedad en aquel futon a mitad de la habitación.

Giyuu se abalanzó sobre él, aflojando sus vestimentas, comenzó a besarlo de una forma diferente a las que lo había besado antes, era dominante y algo agresivo, su garganta no dejaba de jadear.

Su cuerpo temblaba, mientras Giyuu lamia y bajaba por su cuello en dirección a sus hombros.

Un pequeño cosquilleo acompañaba cada toque dando un extraño temor a todas las sensaciones placenteras sin saber porqué razón temía de sí mismo, de su omega.

Y la racionalidad del Alfa desaparecía con cada suspiro del menor, estaba tan concentrado en darle placer que apenas y pudo notar los ojos de temor que tenía Tanjiro al sentir todas esas nuevas y extrañas sensaciones en su cuerpo.

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