6. NO SALGAS EN LUNA LLENA

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Este capítulo es insultantemente corto, y no recuerdo ni por qué lo hice así, de manera que lo subo xD

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Tony Stark llevaba pocos días viviendo en aquel pequeño pueblo, y no podía decir que se aburriera.
¿Cómo iba a aburrirse con tanto trabajo por hacer cada día?
Se levantaba a las seis, ayudaba en el campo, sacaba a las ovejas con la ayuda de Peter y, si le quedaba tiempo libre, lo gastaba leyendo el libro que había alquilado.

Echaba muchísimo de menos las comodidades de su mansión, el colchón suave y silencioso de su enorme cama, los masajes del fisioterapeuta, las fiestas acabas en orgías, los baños en el jacuzzi, la tecnología...

Se moría de ganas por volver, pero al menos podía admitir que no lo pasaba tan mal como creyó.
El afecto desinteresado que sus abuelos le profesaban, a pesar de que el primer día su propia hostilidad alcanzó cuotas desmesuradas, era algo que no había sentido antes y que menguó sus ganas de llamar a sus padres en busca de auxilio.

Esa noche, Scott no parecía tener prisa por sentarse a la mesa para cenar. Tony lo vio frente a la puerta de entrada, echando varios cerrojos cuando normalmente sólo hacía uso de uno de ellos.

«Aquí, en el pueblo, podemos dejar las puertas abiertas» le había dicho en otra ocasión «Todos nos conocemos. Nadie nos roba»

Sin embargo, en esos momentos acababa de echar todos los cerrojos de refuerzo de la puerta, y se dirigía hacia la trasera para hacer lo mismo.

—Abuela—la llamó mientras cenaba con ella—. ¿Qué hace el abuelo?
—Está cerrando las puertas para que nadie pueda entrar—respondió ella con tono de evidencia y sin perder su sonrisa.
—Sí, eso lo veo, ¿pero por qué hoy sí y no otros días?
—Es por esas bestias—respondió Scott, que se acercó por fin a la mesa para cenar con ellos.
—¿Qué bestias?—preguntó el chico.
—Vienen cada mes—respondió él, haciéndose con la bebida—, casi siempre en el mismo momento.
—¿Pero qué bestias? ¿Cómo son?
—Tranquilízate, cielo—le dijo su abuela—. ¿Quieres más queso?
—Poca gente los ha visto en directo, muchacho—le dijo el hombre—. Algunos los describen como lobos. Otros, como algo más humano. Yo apuesto a que son lobos. Unos lobos enormes, quizás de una raza más evolucionada. De lo contrario, no me explico los destrozos que han llegado a causar. Algunas mañanas, varias de mis cabras han amanecido destripadas o decapitadas, y en este último caso ha debido de ser de cuajo a consta de un enorme mordisco. Un lobo normal y corriente no es capaz de semejante cosa.
—¿Me tomas el pelo?—se sorprendió Tony—. Eso suena a leyenda pueblerina, a típico argumento de una peli de terror. No puede ser, abuelo. ¿Me estás diciendo que, por aquí, viven unas bestias que se dedican a decapitar cabras? ¡No me fastidies! Yo no me creo esas historias.
—Tu abuelo no miente—le aseguró Madison—. Suelen bajar al pueblo en noches como la de hoy. Por eso todos hacemos toque de queda en noches así nada más oscurecer.

Stark los miraba atónito. Lo que más incredulidad le producía no era la historia en sí, sino la naturalidad con la que hablaban de la misma.

—Os estáis burlando de mí—dedujo—. Seguro que mis padres os han dicho que me contéis esto para asustarme.
— Debes creernos, cielo—le dijo su abuela con preocupación—. No salgas de casa en las noches de luna llena.
—¡Ah, claro!—se rió, sarcástico—. ¡Que vienen en luna llena! ¡Son hombres lobo!—Estiró los brazos, enfatizando sus palabras, y la luz del techo proyectó su sombra en el suelo de madera—. ¡Cada veintiocho días! ¡Son... la menstruación!

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una sonora carcajada. Al acabar, comprobó que sus mayores no sonreían. Madison estaba inusualmente seria, con una mueca que no había visto en ella hasta el momento, y el rostro de su abuelo no era muy diferente.

—No creo que la menstruación le hiciera a Thor Odinson esa cicatriz tan escalofriante—sentenció Scott.
—¿Qué cicatriz?
—Al matrimonio Odinson, Thor y Loki, les atacó uno de ellos—explicó la mujer, sirviéndose un poco de leche fresca—. Sobrevivieron, pero a Thor le quedó una cicatriz que cruza su pecho en horizontal, de lado a lado justo bajo los pezones. Nunca ha querido hablar demasiado de ello. Es de los pocos que ha visto a esas bestias cara a cara, y no es capaz de describir qué apariencia tenían. Tuvo que ser una experiencia muy traumática como para que tenga lagunas.
—Por eso debes hacernos caso, Tony—le dijo su abuelo—. No puedes salir de casa en luna llena, ¿entendido?

Aquello ya no sonaba como una broma y, si lo era, sus abuelos eran unos maravillosos actores. Stark asintió y guardó silencio hasta terminarse la cena, dando las buenas noches y subiendo a su habitación.

Si era verdad que a Thor le habían atacado esos animales, se lo preguntaría al día siguiente. Aún contemplaba la posibilidad de que sus padres tuvieran algo que ver con aquella disparatada historia, pero sabía que Thor no le mentiría. Si tenía esa cicatriz, exigiría que se la enseñara.

Ya en la cama, mientras buscaba una buena postura para dormir, observó la luz de la luna atravesando la ventana de cristal.
Desde la cama podía verla a la perfección, grande y perfectamente redonda, cuyos cráteres parecían adoptar la forma ficticia de un rostro compungido.

Lo último que creyó escuchar antes de caer en los brazos de Morfeo fue un profundo y potente aullido. 

Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora