Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)

8. ESTAMOS JODIDOS

Habían pasado unos días desde que Tony saliera de la librería llevando consigo un par de libros.
Esta vez, estaban enfocados en animales, y se encontraba en esos momentos leyendo sobre caballos.

Debido a la nueva adquisición de su abuelo, al que había bautizado como Vic, quería estar informado para procurarle las mejores atenciones.

Tras atiborrarse con toda la información necesaria sobre la especie, le dijo a su abuelo que se encargaría aquel día de bañarlo.
Peter no tardaría en llegar, y quería demostrarle que un chico millonario de ciudad, como él, podía hacerse cargo de los cuidados de un animal.

Guió al caballo fuera del establo y lo amarró a la verja, ya con los utensilios para el baño listos y la manguera esperando a ser activada.

Cuando Parker llegó, acompañado por su perro Roy, Tony había acabado de limpiarle los cascos y lo cepillaba tranquilamente mientras silbaba una canción.

—¡No me lo puedo creer!—exclamó el castaño, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Tony Stark ha bañado a su caballo y no hay heridos!
—Pues claro, ¿qué te crees?—le dijo, guiñándole un ojo y lanzándole un trapo—. Ayúdame a darle brillo al pelaje.

Peter no daba crédito a lo que escuchaba y veía.

—¿Le has pasado antes el...?
—¿Limpia sudor? Sí. He dado varias pasadas. ¿No se nota?

Peter sonrió, colocando las manos en las caderas.

—Te felicito, Tony—Plegó el trapo por la mitad y comenzó a pasarlo por el lomo del animal—. En una semana has pasado de ser un engreído caprichoso a uno más de nosotros.

Y era verdad. Viendo la destreza con la que aseaba al animal, y vestido con ropa de campo, nadie hubiera imaginado que aquel chico hubiera llegado al pueblo dentro de una limusina cuyo precio superaría, sin dudas, el presupuesto del ayuntamiento.

—¿Nunca has tenido un caballo?—le preguntó el chico mientras continuaban.
—No. Nunca me he interesado por la hípica. Este caballo es precioso, por cierto. Lo he llamado Vic.

Lo ensilló y montó sobre él. Peter aún estaba sorprendido del repentino cambio en el mayor.

—Como me digas que sabes montar...
—No he llegado tan lejos—negó, mirándolo desde arriba y sujetando las riendas—. Me tendrás que enseñar.

Dedicaron media hora a la instrucción. Stark no requirió de mucha ayuda para conseguir desenvolverse encima del animal.

Entraron en casa. Madison y Scott no se encontraban dentro, ya que habían salido al centro del pueblo para dar un paseo antes de la hora de comer.

—¿Quieres tomar algo?—Tony le ofreció asiento a Peter—. ¿Hambre?
—Ahora que lo dices, no me vendría mal un tentempié. Un zumo y unas rodajas de chorizo estarían genial.

Tony preparó todo en pocos minutos, sentándose a comer con él. También troceó un poco de queso de oveja.

—No puedes negar que esto es vida—le dijo Peter—. Estás tomando zumo natural y comiendo comida de verdad, de los animales de aquí.
—Mira, Peter, no te voy a mentir—le dijo, tamborileando sobre la mesa—. Vida es lo que yo tenía antes de venir. Me daban todo lo que pedía sin necesidad de mover un dedo. Me levantaba cuando quería y, aunque tenía clases en la universidad, al no ser obligatorio presentarse podía quedarme en casa—Cogió un pedazo de chorizo y se lo metió en la boca—. Pero tengo que decir, la verdad, que por muy caros que sean los alimentos que compramos en casa, como esto no hay nada.
—Y no necesitas gimnasio para ponerte fuerte—le dijo el castaño, pellizcándole el bíceps.
—Es verdad. El verano que viene pienso ir a Malibú a arrasar en las playas.
—Playa...—suspiró el chico, pensativo—. Queda lejos de aquí. La última vez que fui tenía diez años.
—No hace mucho de eso. Tienes cara de bebé—se burló.