22. DESPEDIDA

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Cuando el reloj de la plaza del ayuntamiento marcaba las cinco de la tarde, Loki y Thor se toparon con Bucky, sentado delante de la puerta cerrada de su librería.

—¿Qué pasa, Barnes?—le preguntó el moreno.
—Tenemos que hablar muy seriamente—respondió, levantándose para dejarles abrir.

Levantaron el cierre y se metieron dentro. Mientras Loki se colocaba tras el mostrador y encendía el ordenador, Thor terminaba de colocar una pila de libros que había dejado en la mesa antes de cerrar la última vez.

—Ya hemos hablado en casa—le explicó Loki mientras Bucky se hacía con la mitad de los libros para ayudar a su amigo.
—Sí, ¿pero qué se supone que vamos a hacer?—les preguntó el profesor—. ¿Deberíamos largarnos del pueblo? ¿Quedarnos? ¿Nos volverán a intentar matar?
—Yo tengo mi vida aquí—le dijo Loki—. Mi librería, mi marido y los clientes. No quiero dejarlo. Y tú volverás a dar clases en el pueblo de al lado cuando comience el curso escolar.
—Creo que los habitantes ya tienen claro lo que somos—le dijo él—, y es cuestión de tiempo que sospechen de nosotros, pero también quiero quedarme. Tengo sentimientos encontrados. Aquí tengo a Steve, y...

Nada más nombrarle, el rubio apareció por la puerta. Su mirada se encontró con la de Bucky y ambos parecieron pensar lo mismo, pues se acercaron mutuamente y se dieron un beso y un intenso abrazo.

—¿Estás bien?—le preguntó Steve.
Estoy. Con eso basta.
—No podemos irnos, Bucky—le dijo Thor, retomando la conversación—. Alguien tiene que asegurarse de que Peter no hace daño a nadie.

El nombrado abrió también la puerta, haciendo que Thor mirase a sus amigos con la boca abierta:

—¡Que alguien nombre a Brad Pitt, a ver si también aparece!

Peter arrugó la frente, sin entender la broma. No le dio mayor importancia y se acercó al mostrador.

—¿Qué tal, chicos?
—Reunión familiar, por lo que veo—respondió Loki, terminando de gestionar unos pedidos en el ordenador—. ¿Y tú? ¿Te encuentras bien? ¿Qué tal sienta que te disparen en la espalda? ¿Cogiste muchas pulgas?
—No.
—Era una pregunta tonta—le aclaró el moreno—. Tampoco hace falta que me respondas así de brusco.
—¿Pasa algo?—le preguntó Bucky, a lo que se apresuró en añadir—. Además de todo lo que sucedió anoche, por supuesto.

El muchacho se pasó las manos por el cabello antes de apoyarse en el mostrador de la librería.

—Es Tony. Le gusto demasiado.
—¿Cuál es el problema?—preguntó Thor—. A ti también te gusta, ¿no?
—Sí, pero... No deberíamos estar juntos. Yo soy un hombre lobo, y él no, y...

Steve carraspeó, asegurándose de que sonaba lo suficientemente fingido.

—Lo sé, Steve—le dijo el chico—, pero en tu caso es distinto. Tony se irá cuando acabe el verano. ¿De qué sirve meterme en líos amorosos si no vamos a poder estar juntos?
—Chico, el amor es más fuerte que la distancia—le dijo Loki. Ante el silencio que se instauró, resopló—. Vale, ha sonado ridículo, ¡pero es mejor que vuestro silencio, malditos!

La puerta del local volvió a abrirse, y Tony Stark apareció tras esta.

—Chicos—musitó, cabizbajo—. Vengo a deciros algo.
—Si vienes a decir que no sabes qué tenemos que hacer a partir de ahora, ahórratelo—le dijo Loki—. Nosotros tampoco tenemos ni puta idea de lo que vamos a hacer, aunque todo apunta a que nos quedaremos a ver qué pasa.

Stark negó con la cabeza, acercándose al mostrador.

—No. Vengo... a deciros que mañana me marcho.

Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora