18. SE AVECINAN MÁS PROBLEMAS

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—Por Dios, Peter, dónde estás...—farfullaba Bucky, dando vueltas alrededor de la casa.

La vieja cabaña tenía aspecto de llevar abandonada más de una década, a lo sumo. A lo largo de los años, su interior había sido desvalijado.
Allá donde antaño hubo muebles, quedaban ahora unas marcas oscuras en el suelo, de madera ennegrecida y con signos de putrefacción.

Los ventanales estaban rotos. Algunos, tapiados. La puerta se mantenía con sólo una bisagra y las paredes estaban decoradas con pintadas y grafitis.

—Tranquilo, Barnes—le dijo Thor, que dio un paso atrás y se agachó para ocupar una de las pocas sillas que quedaban enteras.

Bucky se asustó al escuchar un crujido a sus espaldas. Dio media vuelta, topándose con la imagen de su amigo en el suelo y la silla hecha añicos bajo su trasero.

—Eeeeh... No ha sido buena idea sentarme.

Bucky bufó.

—Tendría que estar ya aquí—Otro resoplido—. Le dije que viniera antes de que anocheciera, ¡y ya es de noche!
—No te alteres—Thor se incorporó, echando un vistazo al destrozo que ahora tenía a sus pies—. El cielo está nublado.
—No por mucho tiempo—Se asomó por uno de los huecos donde, antaño, hubo una ventana—. Maldición. Como se haya quedado en casa, sus padres serán su carnaza. Y luego el resto del pueblo—Se giró hacia Thor—. Desnudémonos. Si nos transformamos y no está aquí, usaremos nuestro olfato para rastrearle.

Acostumbraban a dejar sus prendas a un lado para evitar desgarrarlas durante la mutación, y la recuperaban al alba antes de regresar a sus casas.

Una vez desprovistos de ellas, salieron por la puerta de atrás, que daba a un terreno arenoso y seco que probablemente fue un fértil huerto en su día.

—Ni rastro del enano—le dijo Thor, mirando a su alrededor.
—Más le vale estar fuera del pueblo. Donde sea, menos allí.


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Las deportivas de Steve zapateaban por el camino de tierra, rompiendo el silencio sepulcral que gobernaba las calles del pueblo en las noches de luna llena.

No se había pensado mucho el salir de casa a escondidas cuando, después de haberse dado un relajante baño tras la cena, había acudido a dar las buenas noches a sus progenitores y se encontró con que su padre se había ausentado para salir de caza.

Se estaba jugando la vida realizando aquella locura, pero mucho más estaba en juego si no intercedía en la situación.

Debía avisar a Bucky y Thor antes de que fuera tarde. Sólo le preocupaba Peter, puesto que el neófito aún no controlaba su instinto depredador, pero sabía que Bucky y Thor se encargarían de evitar que se abalanzase sobre él.

Conocía el paradero de sus amigos aquella noche: la casa deshabitada que solía observar desde su ventana, a lo lejos, cerca de la montaña.

Echó la enésima mirada al cielo mientras se daba a la carrera. La luna continuaba camuflada tras las densas nubes. Esperaba que fuera así durante mucho tiempo.

Llegó al lugar donde el asfalto concluía y se abría la vegetación salvaje.

Debía atravesar el bosque para llegar al otro lado. Allí, entre árboles y maleza, era más difícil ver bien, y menos aún cuando la principal fuente de luz, la luna, se encontraba oculta tras las nubes.

Llevaba consigo una linterna, pero no quiso encenderla aún. Su padre podría encontrarse cerca y no quería exponer su posición y ser blanco de posibles ataques.

Aquella semioscuridad le dificultaba la labor de orientarse. Las andrajosas ramas de los árboles, sobre su cabeza, le impedían guiarse usando la posición de algunas estrellas visibles como referencia. Empezaba a sospechar, cuando llevaba diez minutos corriendo, que quizás se estaría moviendo en círculos sin ser consciente de ello. El bosque no parecía tan extenso desde su ventana.

Soltó un grito desgarrador cuando, de súbito, su cuerpo se estampó contra otro que corría en dirección contraria.

Ambos se precipitaron contra el suelo de forma violenta. Steve se había golpeado la barbilla contra algo, y el dolor punzante cortó su exclamación a la mitad.

A su lado, oyó los quejidos de otra persona. Era un alivio que hubiera chocado contra algo humano y no animal.

Si hubiera sido Peter, estaría perdido.

—¿Rogers?—Escuchó la voz de Tony y abrió los ojos para intentar dibujar su rostro en la oscuridad—. ¿Eres tú?
—Sí—respondió, soltando un jadeo—. Menudo susto.
—Casi me rompes la mejilla—se quejó Stark—. Menuda mandíbula te gastas.

El rubio se levantó primero, tendiéndole la mano y ayudándole a erguirse.

—Lo siento, Tony.
—¿Qué haces en el bosque a estas horas?—inquirió mientras se frotaba la zona dolorida.
—Lo mismo podría preguntarte a ti.
—Mi abuelo ha salido a la caza de las bestias. Tengo que...
—...avisarles. Sí. Eso pensaba hacer yo, pero creo que me he perdido.
—De eso nada. Sé por dónde me muevo, así que sígueme.

Era sorprendente que el chico de ciudad le estuviera guiando por un camino desconocido pero, pensó Steve, este había cambiado mucho desde que había llegado al pueblo.
Muy probablemente, Tony ya se había encargado de peinar aquella zona en algunos de sus paseos.

El sonido de un trueno les hizo estremecerse. Ambos, sin dejar de moverse deprisa, miraron al cielo para ver cómo empezaba a llover. Primero a cuentagotas, y después con más intensidad, cayendo un manto de agua fría sobre ellos.

—¿En serio?—se quejó Tony—. Lluvia de verano. Las cosas no pueden ir a peor.
—Podría ser peor—apuntó Steve, que corría tras sus pasos, guiándose por la silueta que su vista le permitía distinguir en la oscuridad—. Podría no haber nubes.
—No llames al mal tiempo.
—Tarde.

La tierra comenzaba a enfangarse, y sus pies se hundían en el barro a medida que lo pisaba. Tony acabó dándole la mano a Steve para asegurarse de que no se separaban el uno del otro mientras buscaba la salida del bosque en dirección a las montañas.

Continuaron varios minutos más, calados hasta los huesos, cuando el de ciudad tropezó con algo y soltó la mano de Rogers mientras se precipitaba contra el fango.

—¡Tony! ¿Estás bie...?

Se detuvo en seco al intuir, en la semipenumbra, que Tony no había tropezado contra algo, sino contra alguien.

Steve sintió que todo su cuerpo temblaba y, llegados a ese punto, no tenía claro si era debido a la lluvia fría, el miedo o ambos a la par.

Llevó la mano a su bolsillo trasero, sacando la linterna. Intentó encenderla, pero no respondía.
La golpeó un par de veces contra la palma de la mano contraria, y entonces el fogonazo de luz anaranjada hizo acto de presencia y apuntó hacia el bulto del suelo.

—Estamos bien jodidos—dijo Stark, levantándose.

Entre ambos, estaba Peter Parker, aún con su forma humana, hecho un ovillo. 


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Llegados a este punto, quiero recordaros que esta historia no es completamente mía, sino que la escribimos @Littlegodzilla y yo hace más años de los que estoy dispuesta a reconocer porque me niego a hacerme mayor.

Lo que sí he hecho yo sola ha sido modificar a los personajes, ya que no fueron sacados de Marvel en su momento, y mejorar todo lo posible nuestra prosa paupérrima de la época para intentar que parezca algo medianamente bien escrito XD

¡Se os quiere!

Eider

Luna llena (Starker, Thorki & Stucky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora